Apurando el plazo legal previsto en la Lomloe, el Ministerio de Educación ha comenzado la negociación del estatuto docente para modificar (y mejorar, teóricamente) el acceso y desarrollo de la carrera docente. El Ministerio, que prevé una negociación larga, ha optado por ir pactando el estatuto por partes, que irá aprobando según vaya alcanzando acuerdos con los sindicatos y las comunidades autónomas.
De momento, ha empezado con un documento de 36 páginas que contiene 24 medidas relativas al acceso a los grados de infantil y Primaria, al máster de formación del profesorado, las prácticas del futuro profesorado y evaluación de los docentes, entre otras medidas. Para más adelante quedan cuestiones que Educación prevé más difíciles de pactar, como los cambios en la remuneración de los docentes.
Pruebas de acceso a los estudios universitarios
Entre las principales propuestas planteadas en esta primera ronda, el ministerio que dirige Pilar Alegría propone instaurar una prueba específica para acceder a los grados de Primaria e Infantil. Explica Educación que “si el sistema necesita a los mejores, estos deben tener un amplio reconocimiento social, que debe ir unido a mejora de la valoración de los estudios universitarios relacionados con la educación”, para lo que se propone cribar el acceso a los grados porque “no solo la nota de admisión permite identificar la excelencia”.
El examen que quiere instaurar el ministerio “debe evaluar la competencia comunicativa y razonamiento crítico y la competencia científico-matemática e incluir aspectos referidos a actitudes y competencias de la profesión docente”, según se lee en el documento que Educación ha presentado a los distintos actores.
Una prueba similar de aptitud ya se realiza en Catalunya desde hace unos años, y si sirve como precedente supone un gran cribado de aspirantes: la mitad de quienes quieren ser maestros no la supera.
Con el mismo objetivo También se propone modificar el acceso al máster universitario en formación del profesorado, estableciendo unos requisitos mínimos en función de la especialidad escogida para “asegurar un dominio de las áreas de conocimiento y materias adscritas a las diferentes especialidades docentes y cualificaciones específicas”. O sea, ligar más los estudios de grado a la especialidad que se va a elegir después.
Además, la ministra, Pilar Alegría, ya adelantó ayer miércoles que también está pensando en alargar su duración, actualmente de un año, y el documento también recoge esta posibilidad. Educación también desliza, aunque sin concretar, la posibilidad de incluir también una prueba de acceso específica.
Una especie de MIR docente
Tras años hablando de él desde varias instancias, el Ministerio aterriza finalmente su propuesta de MIR docente, aunque el modelo de iniciación a la docencia (PID) presentado no tenga mucho que ver con el de los médicos.
El plan de Educación contempla dos fases, “una dedicada a las prácticas de la formación inicial para todo el futuro profesorado y, en segundo lugar, la orientada al proceso de selección de los docentes de la enseñanza pública”, explica el texto, que argumenta que mejorar la docencia en su conjunto también atañe al profesorado que luego impartirá clases en los centros privados (concertados o no).
Así, Educación propone revisar el diseño de las prácticas actuales, “asegurando así que todo aquel que quiera comenzar su carrera en la docencia reciba la formación necesaria para poder ejercer esta profesión, y, desde ese momento, pueda realizar una incorporación paulatina a la profesión”.
La segunda fase se realizaría con un proyecto formativo dual “que se desarrolle complementariamente en el centro universitario y en un centro educativo de enseñanza no universitaria”. El ministerio contempla que esta parte sea retribuida.
También se retribuirá, si esta idea sale adelante, a los tutores que mentoricen estas prácticas, que deberán estar entre los mejores. Para un futuro queda decidir cómo se designa esta excelencia, pero Educación sostiene que “ha de lograrse la identificación de la excelencia entre el profesorado en activo para que se pueda aprovechar en la formación y en la labor de mentor con el futuro docente”.
También hay novedades para las prácticas del máster habilitante: “Se debe valorar la posibilidad de incrementar el número de créditos relacionados con el Prácticum. Éste debe configurarse como un módulo capaz de asegurar una formación en un contexto educativo de calidad contrastada, rico en experiencias formativas en una educación plenamente inclusiva y capaz de atender a la diversidad en sus distintos ámbitos”, además de formar a los futuros docentes en la co-docencia para impartir clases a medias con otros compañeros.
Cambiar las oposiciones
“El actual sistema de acceso debe ser revisado para orientarlo hacia un sistema moderno y estable que garantice que son seleccionados los mejores docentes. Se ha de atender al proceso de acceso en su conjunto, incidiendo en aspectos como la fase de concurso, el periodo de prácticas, los temarios de oposiciones, etc.”, explica Educación respecto a las oposiciones, aunque no ahonda más en sus propuestas específicas de modificación.
Sí habla el texto de actualizar los temarios, algo que califica de “esencial”, puesto que en muchos casos tienen varias décadas ya: “La evolución de las demandas al sistema educativo y, consecuentemente, de los currículos de las diferentes áreas y materias hace necesario adecuar los temarios a la definición del área de conocimiento de cada especialidad, asociada a la competencia docente asignada”.
El cambio, en cualquier caso, se completaría con una reforma de las prácticas que se realizan en los centros tras aprobar la oposición. “deberán desarrollarse en los centros educativos, siguiendo un plan formativo bien definido (al igual que se hace en otros ámbitos de la función pública), tutorizado por docentes experimentados y evaluado de forma cuidadosa a su finalización”, reza el texto.
Desarrollo y evaluación docente
La parte del desarrollo de la carrera docente apenas cuenta con dos propuestas de las 24 de este primer paquete. La idea, que viene de tiempo atrás, es que la “profesión docente debe estar regulada por normas que permitan diseñar un modelo profesional de carrera”. El desarrollo profesional actual básicamente consiste en acumular trienios por experiencia y apenas hay evaluaciones significativas del desempeño docente.
Educación propone ahora una evaluación “vinculada con el marco de competencias profesionales”. Para ello, propone partir de un “informe de autoevaluación”, para luego “valorar los aspectos específicos de la función docente en el marco de la autonomía del centro, contar con la participación de diversos órganos de gobierno y coordinación docente del centro y con la del servicio de inspección y compaginar su solicitud voluntaria –vinculada a determinados puestos– con la obligatoriedad de participar en aquellas actuaciones formativas que deben superarse para acceder al desempeño de la función directiva o la superación de la fase de prácticas, entre otros puestos”, según el texto.
La última propuesta del texto, titulada “reconocer el buen desarrollo profesional docente”, plantea recoger “no solo la formación permanente realizada, sino también las valoraciones superadas en los procesos de evaluación y los puestos desempeñados (...) con consecuencias en propuestas y actuaciones formativas por parte de la Administración; en las mayores posibilidades de acceso a los distintos puestos de trabajo propios de la función docente; y en las retribuciones complementarias”.