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La efectividad de las vacunas frente a la infección en el mundo real: del 89% de Moderna al 56% de Janssen
El Ministerio de Sanidad ya tiene las primeras conclusiones sobre la efectividad de las vacunas tras poner a un grupo de trabajo específico a analizar cómo se comporta la inmunidad que otorgan. Los técnicos de la Dirección General de Salud Pública, del Instituto de Salud Carlos III y de la Agencia Española del Medicamento se han detenido a escudriñar cómo varía la protección frente a la infección en función de la vacuna recibida: Pfizer, AstraZeneca, Moderna o Janssen.
Los resultados, basados en el seguimiento de los infectados entre 50 y 59 años durante el mes de agosto (todos inmunizados), revelan diferencias en el nivel de efectividad frente a la infección con síntomas, desde el 89% de Moderna al 56% de Janssen. Ante la enfermedad grave y la muerte, sin embargo, las vacunas de todos los laboratorios ofrecen una protección superior al 86%. “Se ha alcanzado una alta efectividad de las vacunas en todos los grupos de edad y sexo desde el inicio del programa de vacunación, lo cual ha resultado en un importante impacto en cuanto a disminución de la incidencia de infección, hospitalización y letalidad en los grupos vacunados”, dice el documento, publicado el 13 de octubre.
La principal conclusión es que la vacuna de Janssen muestra una efectividad sustancialmente menor al resto frente a la “infección sintomática”; es decir, enfermar con síntomas. Es del 56%; seguida de AstraZeneca (68%), Pfizer (78%) y, con el mejor resultado, Moderna (89%). El estudio se realizó en agosto, cuando la variante mayoritaria en circulación era la delta, y arroja otra novedad relevante: la combinación de AstraZeneca con otra inyección de ARN mensajero (Moderna o Pfizer) es más eficaz que la pauta homogénea (es decir, una segunda dosis de AZ).
Además, los resultados adquieren relevancia, más allá de las diferencias entre vacunas, porque la efectividad –la real– no es la misma que la eficacia estimada en los ensayos de las farmacéuticas. Pfizer anunció una eficacia del 95% tras sus análisis más avanzados en noviembre de 2020. Moderna la situó en un 94,1% y el laboratorio que desarrolló AstraZeneca aseguró que llegaba al 76%.
La vacuna de Janssen mostró una eficacia menor que sus competidoras desde los ensayos clínicos, si bien es cierto que no es posible comparar vacunas analizadas con diseños experimentales diferentes llevados a cabos en poblaciones y momentos distintos. Pero esa diferencia se ha mantenido en los estudios llevados a cabo para estimar la efectividad de las vacunas en condiciones reales.
Un estudio reciente publicado en la revista NEJM, llevado a cabo con mayores de 50 años entre enero y junio de 2021, calculó una efectividad para la vacuna de Johnson & Johnson de un 68% a la hora de evitar hospitalizaciones y de un 73% para impedir ingresos en UCI. En este caso, el análisis realizado por el grupo de técnicos de Sanidad eleva la cifra hasta el 86% y el 89%, respectivamente.
Los inmunizados con el suero monodosis de Janssen –el único que completaba la pauta con una única inyección– son el siguiente grupo para el que España aprobará una dosis de refuerzo. La Ponencia de Vacunas lo va a proponer este martes a la Comisión de Salud Pública tras arrancar ya la administración de una tercera dosis a las personas mayores de 70 años. La ministra de Sanidad, Carolina Darias, asegura siempre que la estrategia de vacunación está en constante proceso de revisión y es muy factible ir añadiendo colectivos nuevos en función del análisis que se vaya desarrollando sobre el comportamiento (aún incierto) de la inmunidad.
La efectividad frente a la hospitalización y, en el peor de los casos, el fallecimiento, es mucho mayor: de entre el 94 y 98% para todas las vacunas, excepto para Janssen. El análisis realizado por los técnicos la reducen al 86% y al 89%, respectivamente, con la monodosis pero Sanidad advierte de que “las cifras de efectividad siguen siendo elevadas”.
¿Cómo se han estimado estos datos? Los expertos explican que se ha utilizado un “diseño epidemiológico que compara los casos notificados al sistema de vigilancia epidemiológica (SiViES) con las coberturas de vacunación en la población (REGVACU)”. Se denomina método del screening. Como se dispone de datos sobre la gravedad de los casos en el sistema de vigilancia, el diseño permite estimar la efectividad de la vacuna en la prevención de la infección (prueba PCR o detección de antígeno positiva), la infección sintomática, la enfermedad grave (hospitalización) y la muerte.
La combinación de vacunas es más eficaz
El profuso documento publicado el 13 de octubre también mide el riesgo de infección por SARS-CoV-2 en cualquier nivel de gravedad. “Fue 2,17 veces mayor para las personas que habían sido vacunadas con Janssen que para las vacunadas con Pfizer”, dice el análisis, que revela una reducción del riesgo en los inmunizados en un primer pinchazo con AstraZeneca y en un segundo con Pfizer.
Es un efecto contraintuitivo a priori puesto que la mayor parte de la población decidió inocularse con el mismo tipo de vacuna pese a que la seguridad de una pauta heterogénea había sido probada en el estudio CombivacS. “El menor riesgo lo mostraron las personas vacunadas con dos dosis de vacuna de Moderna, que tuvieron un 45% menor riesgo de infección que las vacunadas con Pfizer”, zanjan los técnicos.
¿Cómo se midió esto? Se seleccionaron también las personas nacidas entre 1962 y 1971 con pauta completa y sin pruebas positivas antes del 1 de agosto. “Se estudió –explica la metodología– el riesgo de una primera prueba positiva para SARS-CoV-2 en SERLAB entre el 1 y el 31 de agosto, y se realizó una comparación directa entre cada tipo de vacuna con la vacuna de Pfizer, que actuó de referencia, al ser la vacuna que se había utilizado de forma más numerosa”.
El estudio es una continuación de una primera versión publicada en abril que estaba centrada solo en las residencias de mayores. Ahora, estos datos también se han actualizado. Los vacunados en marzo o antes habían reducido su protección al 58% frente a la infección del SARS-CoV-2, aunque no está claro aún si porque su respuesta de inicio ya era inferior o porque se ha perdido con más rapidez.
La barrera ante la enfermedad grave y el fallecimiento, sin embargo, no había caído tanto: se mantuvo entre el 65% y 77%, respectivamente, según un documento publicado por el Ministerio de Sanidad el 13 de octubre que analiza la efectividad de la vacunación frente a la COVID-19 en España. Esta versión ya apunta a una posible “pérdida de inmunidad con el tiempo”.
La actualización del análisis también incorpora resultados por edad y por sexo. “Se observa como la efectividad de la vacunación es ligeramente inferior en mujeres que en hombres frente a la infección y la infección sintomática, mientras que no hay diferencias en la hospitalización y el fallecimiento”, apunta el documento, que también subraya que la efectividad frente a infección en los grupos de edad más jóvenes “es menor que en los mayores, sobre todo en los meses de julio y agosto”. Estas diferencias no se observan sin embargo en el caso de hospitalizaciones y muertes.
Gráficos de Victoria Olivères.
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