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El Ejército niega a una familia unos documentos históricos que les incautó Franco en 1936

Raúl Sollerio, de 86 años, quedó huérfano dos veces. La primera en 1936, cuando los militares golpistas ejecutaron a su padre y detuvieron a su madre. La segunda en 1944, cuando su madre murió dos años después de salir de la cárcel de Saturrarán. Ella era Urania Mella, líder feminista en Galicia durante la República e hija de uno de los pioneros del pensamiento anarquista en España, Ricardo Mella. Meses antes de morir le hizo prometer a su hijo Raúl que nunca se metería en política. “Y yo las promesas las cumplo”, zanja Raúl, que entonces tenía 17 años.

Nunca militó, pero sus convicciones socialistas y su sed de justicia le llevaron a pedir en 2010 la declaración de reparación y reconocimiento del Ministerio de Justicia, que admite la invalidez de las condenas y sentencias de sus padres. Obtuvo el reconocimiento y en el camino reclamó que le fueran devueltos los documentos incautados por los golpistas a su madre durante el proceso.

Lo que reconoció el Gobierno, no lo aceptó el Ejército. El Tribunal Militar Territorial Cuarto de A Coruña negó el pasado 12 de junio a Raúl el derecho a recuperar los documentos y folletos que incautaron a su madre injustamente. Entre esos papeles se encuentran varias joyas históricas en forma de folletos de su abuelo Ricardo Mella, al que la ministra republicana Federica Montseny definió como “el más lúcido de todos los pensadores anarquistas”.

Según el Ministerio de Defensa “los fondos documentales generados por el ejercicio de la jurisdicción militar forman parte del patrimonio documental militar y han de ser objeto de protección como cualquier otro documento histórico en el archivo”, dice la resolución judicial. “Si el Ministerio de Justicia dice que mi padre y mi madre fueron condenados de manera ilegal, ¿Por qué no me devuelven los documentos que les fueron robados de manera ilegal?”, se pregunta Raúl. El Tribunal responde que los “folletos que fueron incorporados al procedimiento y que forman parte del mismo, debidamente foliados y unidos y que pueden ser considerados como pieza de convicción” pueden ser consultados por los interesados.

Los folletos “de propaganda marxista” que sirvieron al tribunal militar de Vigo de 1936 para condenar a muerte (más tarde conmutada a 30 años de prisión) a Urania Mella por rebelión están: Sindicalismo y socialismo, de José Prat y Sindicalismo y anarquismo, de Ricardo Mella (Ed. Cultura Libertaria de A Coruña); En defensa del anarquismo. Lucha de clases, de Ricardo Mella (Imprenta Germinal de Barcelona) y Llamamiento del Comité Central del Partido Comunista (Prensa Obrera de Madrid).

“Son una especie de incunables que quiero que me devuelvan. Aviso, soy un luchador, he luchado toda mi vida y nunca me he echado atrás. Y me he arruinado cuatro veces”, advierte Raúl Sulleiro, que pese a quedarse solo con apenas 17 años progresó hasta llegar a fundar como empresario la patronal gallega y la cámara de comercio.

El legado ausente

De su madre sólo conserva recuerdos de su empeño por ayudar a las mujeres del barrio de Lavadores de Vigo a “leer y escribir en la Casa del Pueblo”, un puñado de fotos y su piano. El resto de objetos de su casa en Vigo fue saqueado por militares y vecinos en la guerra. En la causa franquista, junto a los folletos, archivaron una fotografía y el carné de su padre de la empresa de Tranvías Eléctricos de Vigo. Pero Raúl no supo que esos documentos se encontraban ahí hasta que fue avisado por la investigadora Iria Presa, especialista en la vida y obra de Ricardo Mella.

“Supe por unas fotos que los folletos estaban en la causa, pero no fue hasta que los pude ver en el Archivo de Ferrol cuando comprendí que no sólo estaban las portadas sino que estaban completos allí”, explica Presa. La historiadora trasladó el hallazgo a la familia, que no dudó en reclamar su devolución. Pero la negativa recibida en junio es la segunda y parece que definitiva. El tribunal militar alega que el artículo 22 de la Ley de Memoria Histórica garantiza a los interesados la recepción de las “copias que se soliciten” y que “los poderes públicos adoptarán medidas necesarias para la protección, la integridad y la catalogación de estos documentos”.

“No puedo decir que estén bien conservados porque están cosidos a la causa, lo que provoca que tengas que forzarlos para leerlos o fotografiarlos. De hecho yo no los fotografié enteros para no dañarlos”, denuncia Presa. La historiadora gallega cree que el valor de la devolución de esos folletos a Raúl Solleiro tendría el valor de “un verdadero homenaje”, más allá “de poner nombres de calles o barcos”. Urania Mella, la madre de Raúl y la condenada a muerte en la causa de 1936, cuenta con una calle en Vigo desde 2008 y el Ministerio de Fomento llegó a nombrar a un barco con su nombre, pero con gran revuelo porque los familiares no fueron invitados al acto. “Ahora el barco en lugar de ser un descontaminador es una gasolinera flotante y ya le han cambiado el nombre”, se resigna Raúl.

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