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Casi 50.000 emigrados se quedaron sin votar el 26J a pesar de haberlo solicitado

Un total de 48.881 españoles residentes en el extranjero no acudieron a las urnas en las elecciones del pasado 26 de junio a pesar de haber rogado el voto. De los 169.658 emigrados que lo solicitaron (un 8%), según datos definitivos del Instituto Nacional de Estadística, votaron 120.777, lo que supone una participación del 6,3% del total de españoles inscritos en el Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERA).

El dato aumenta con respecto a los comicios del 20 de diciembre de 2015, cuando depositó su voto un 4,7% del mismo censo, marcando un mínimo histórico en elecciones generales desde 1986. Entonces miles de emigrados que lo pidieron no llegaron a votar. Algo que también ha ocurrido en esta ocasión, aunque la cifra es algo inferior. ¿Qué ha pasado con las casi 50.000 personas que, a pesar de las dificultades, llegaron a rogar el voto y finalmente no participaron en las elecciones?

El colectivo de emigrados Marea Granate lo tiene claro y asegura que una de las razones fundamentales es que las papeletas no han llegado a tiempo. No es posible determinar los motivos exactos, pero los activistas afirman que no es común que un emigrado inicie el laberinto burocrático que supone rogar el voto para, al final, no hacerlo por propia voluntad. De hecho, una encuesta realizada por el colectivo tras el 20D reveló que un 36,9% de los residentes en el extranjero no votó porque no recibió la documentación a tiempo.

“Este problema es recurrente en todas las elecciones desde que se implantó el voto rogado”, puntualiza la portavoz de Marea Granate, María Almena, que insiste en que los datos de participación exterior son “un despropósito”. Hasta la entrada en vigor de este mecanismo, en 2011, la cifra alcanzaba porcentajes entre el 20% y el 36%, pero tras la reforma la participación cayó en picado. “Es intolerable porque a la dificultad de los trámites se suma que no hay forma de garantizar el voto aunque los emigrados hayan rogado a tiempo”, asegura Almena.

Plazos ajustados

Uno de ellos es Oriol Solà, que reside en Dubai desde hace tres años. Solicitó el voto al poco tiempo de iniciarse el plazo, pero 13 días después de las elecciones no ha recibido las papeletas. Asegura que siguió uno a uno todos los trámites que exige la Administración y, como él, otros amigos españoles que residen en el emirato y que también siguen esperando. “Es injusto que nos tengamos que comer los resultados que salgan en las elecciones sin poder hacer nada”, critica este catalán de 25 años que dirige un bar en Dubai.

Marea Granate sostiene que “es difícil” contabilizar el número de personas que se han puesto en contacto con el colectivo con el mismo problema, pero “lo cierto es que atendemos a muchísimas personas supliendo el papel que debería estar haciendo la Administración en el exterior, informando y ayudando en cada paso”, dice Almena.

La portavoz identifica los tiempos legales como una de las razones para que las papeletas no lleguen a tiempo. “La ley marca plazos ajustadísimos, es literalmente imposible que las papeletas hagan el camino de ida y vuelta en ese tiempo para muchos votantes que están lejos”, matiza. Henar Bonet, que vive en El Cairo (Egipto) desde el pasado mes de enero comparte el análisis con la portavoz del colectivo al afirmar que “se podría arreglar si ampliaran los plazos porque los organismos públicos no tienen capacidad para tanto volumen en tan poco tiempo”, opina.

Leonesa de 24 años, Bonet rogó el voto junto a otros compañeros de la oficina en la que trabaja pero recibió las papeletas el mismo día de las elecciones, el 26 de junio, sin posibilidad ya de votar. Siente impotencia porque “tenemos derecho a expresar nuestra opinión”. Un punto de vista que, dice, “suele diferir mucho de las mayorías que residen en España”. 

Lucas, dos generales sin votar

A muchos españoles residentes en el extranjero “les han dicho en embajadas y consulados que no esperen votar porque las papeletas no llegan nunca”, sostiene Almena, que califica el voto rogado de “una forma de fulminar la participación exterior”. Lucas de Toca es otra de las personas que lo solicitó pero nunca pudo ejercer su derecho porque las papeletas para hacerlo le llegaron un día después de la celebración de los comicios, el 27 de junio.

Asegura que el proceso es “sumamente complicado”, pero aún así ha pedido votar tanto en estas como en las elecciones del 20 de diciembre. En ningún caso la documentación le llegó a tiempo. Lucas, que trabaja como médico en Nhulunbuy, un pueblo del norte de Australia, opina que el voto “debería ser un derecho automático para los electores extranjeros, al igual que lo es para los residentes en el Estado”.

El balance de Marea Granate tras el 26J es similar al del resto de comicios. Denuncia múltiples irregularidades y “la utilización política de nuestro derecho a voto por la falta de voluntad de mejorar el proceso, es algo absolutamente antidemocrático”. Eso mientras miles de españoles siguen abandonado el país: los últimos datos del INE revelan que en 2015 se fueron 100.000 ciudadanos, la cifra más alta desde el inicio de la crisis. “Es obvio que el sistema está diseñado para dificultar que los emigrados ejerzamos nuestro derecho a voto”, sentencia Lucas.