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Una empresa de formación deja cientos de afectados sin su título universitario ni su dinero

Gesenco ofrecía cursos con un aval de la Universidad Nebrija que no tenía.

Daniel Sánchez Caballero

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Pagaron entre 900 y 4.000 euros por másteres, cursos de experto y otras formaciones online avaladas, según aseguraba la empresa Gesenco, por la Universidad Nebrija. Pero el centro cerró su plataforma web sin previo aviso en verano y desapareció del mapa: no comunicó el cierre y no ha contestado a los requerimientos del alumnado ni de este periódico. Fue entonces cuando decenas de personas –centenares, según los afectados, pueden llegar al millar, calculan los abogados– descubrieron que el supuesto aval de la universidad tampoco existía.

El profesorado que impartía los cursos tampoco sabe nada. Algunos profesores cuentan, bajo condición de anonimato, que ellos también se han quedado tirados: 17 profesionales que no cobran desde abril, aseguran, y que tampoco han vuelto a saber de la empresa desde finales de verano. Al menos dos de ellos han denunciado a la empresa y está a la espera de juicio. Gesenco ni siquiera se presentó a la conciliación previa que plantearon. Mientras tanto, se han quedado en un limbo en el que no pueden desvincularse de la empresa, ni por tanto buscarse otro trabajo, pero tampoco están cobrando.

Ante la falta de información, los estudiantes acudieron a la Nebrija a preguntar. La universidad les comunicó que hace meses rompieron el acuerdo que tenían con Gesenco y que en cualquier caso este nunca había contemplado másteres ni cursos oficiales.

La Universidad Nebrija ha confirmado a este diario que nunca ha avalado los másteres ni cursos de experto o especialización de Gesenco y también que le ha pedido a la empresa que deje de usar su nombre y logo “de forma indebida”, y se reserva la posibilidad de tomar acciones legales, según ha explicado una portavoz a este diario.

Por el lado legal el asunto está en manos de Vilches Abogados, que ve indicios de estafa en la actuación de la empresa y está preparando una querella colectiva a la que por el momento se han sumado casi 70 personas, según el bufete, aunque los alumnos implicados sostienen que los afectados se cuentan por cientos en toda España, porque incluye a los estudiantes activos, pero también a aquellos que ya tienen un título pero que no tiene la validez prometida.

“Pensamos que puede existir una presunta estafa”, explica Manuel Hernández, socio director de Vilches Abogados, “como demuestra que la universidad niegue que exista un acuerdo para los cursos. Esa situación por sí misma es un engaño. Además, durante los últimos meses han estado formalizando nuevos cursos a sabiendas de que iban a cerrar, lo que también generaría una estafa. Saben que el servicio no iba a ser cumplido, pero han estado cobrando el 100% de los servicios por adelantado”, argumenta. El problema más inmediato, explica Hernández, es que “el procedimiento legal tarda bastante en llevar a efecto una sentencia condenatoria” y mientras tanto muchos estudiantes han formalizado un crédito con una entidad financiera intermedia, que les está repercutiendo los pagos.

Cada uno pagó una matrícula diferente

Los alumnos pagaron cantidades diversas por sus estudios (es otra particularidad del caso, no había un precio oficial único, cada uno ha pagado una cuantía diferente) que oscilan entre los 900 y 4.000 euros, según los estudiantes. “Tenemos que paralizar esto, y la única manera es si se abre una vía judicial”, expone el abogado.

Este diario ha tratado de recabar la versión de la empresa, pero no ha obtenido respuesta alguna. La secretaria que contestaba el teléfono que aparece en la web deslizó a algunos estudiantes que Gesenco ha presentado un concurso de acreedores, un extremo que no se ha podido confirmar. El vínculo a la web de la compañía que aparece en el perfil de empresa de Google –que en teoría pone la propia empresa– remite a la web del Registro Público Concursal. La sede física de la compañía, en la Cámara de Comercio de Toledo, es una dirección postal sin nada detrás, ni oficina ni empleados, informa Francisca Bravo.

La administradora única de la empresa es María Mercedes Torres Tejero, que se presentó en la lista de Ciudadanos al Ayuntamiento de Cobisa (Toledo) en las elecciones de 2019; el director es Valentín Conesa, que figura en la misma lista de Ciudadanos que Torres Tejero, según figura en la web de la empresa, que se puede consultar en Internet Web Archive pese a que actualmente no esté activa . La empresa tiene una calificación de tres sobre 10 en la web especializada Insight View, que añade el aviso de que “se recomienda operar con prudencia”. En la última evaluación que realiza de la empresa, el pasado 26 de mayo, le achaca un “alto riesgo de impago”. Según esta información, Gesenco tenía en 2019 un empleado fijo y 11 temporales y facturó en 2019, el último dato disponible, más de 100.000 euros.

“Están desaparecidos”

Cuando el aula virtual dejó de funcionar durante el mes de agosto, los alumnos de Gesenco Formación no se alarmaron en exceso. Era verano y les habían avisado de que no sería un mes hábil. Estarían haciendo mantenimiento, pensaron, tal y como avisaba la web. Pero llegó septiembre y seguía sin funcionar. Los estudiantes, que creían estar cursando másteres y otro tipo de formaciones avaladas por la Universidad Nebrija, empezaron a sospechar, cuenta Rocío, una de las afectadas.

Escribieron a sus tutores y la cosa no mejoró. “Estaban como nosotros”, recuerda. No sabían nada. Así siguen también ellos meses después, teniendo que hacerse cargo además, relatan, de los gastos que les genera trabajar online. Siguiente paso, contactar con la empresa. La mujer que atendía el teléfono tenía exactamente la misma información que ellos, o eso dijo al menos: no sabía nada. Eso a los que tuvieron suerte y les contestaron. Otros no han podido comunicarse con nadie.

Pasaron los días, la web seguía caída y los tutores dejaron de responder a los Whatsapp. “Están desaparecidos”, asegura Javier, otro de los afectados. Este diario puede dar fe: ninguno de los siete profesores a los que ha llamado han contestado al teléfono. Tampoco la empresa responde a los emails.

El alumnado entonces acudió a la universidad en busca de respuestas. La sorpresa llegó cuando desde el centro les dieron algo de información: ellos nunca avalaron los másteres. Una portavoz del centro ha confirmado esta información a este diario: “La Universidad Nebrija no tiene ni ha tenido nunca convenio de colaboración con Gesenco. Esta empresa forma parte de la Agrupación Vértice, con la que sí firmamos un convenio de colaboración a través del gestor ERV. Se trataba de un convenio tripartito. Este acuerdo permitía a Agrupación Vértice comercializar cursos de otras entidades autorizadas, pero en ningún caso para másteres, cursos de experto o de especialización. Este convenio estuvo en vigor hasta el 31 de agosto de 2023, y ha sido denunciado por la Universidad Nebrija para interrumpir su renovación. Se ha solicitado a la entidad que retire nuestro nombre y logo de todas sus publicaciones, entre otras razones porque hemos detectado prácticas no amparadas por el convenio como la de usar nuestro nombre de forma indebida para publicitar cursos que no están recogidos en dicho convenio. Gesenco era la responsable de comercializar, gestionar e impartir sus cursos, actividades en las que la Universidad Nebrija no tiene ningún tipo de intervención”, explica la Nebrija.

Pero Gesenco, radicada físicamente en Toledo, sí sostenía que la universidad avalaba los cursos, requisito imprescindible para que estos tengan validez oficial. Así figura en las matrículas que pagaron los estudiantes, según ha podido comprobar este diario: “Certificado emitido por la Universidad Antonio de Nebrija con reconocimiento de créditos ECTS, Certificación de AutoDesk y Certificación de Adobe”, se lee en varias de ellas subrayado y en negrita.

La Nebrija niega toda relación

Esta es la razón principal que muchos estudiantes esgrimen para haber cursado las formaciones. “Me apunté a un máster en Motion Graphics que estaba publicitado como avalado y oficial por la Universidad de Nebrija. Eran 1.100 horas con certificación de Adobe y de la Universidad de Nebrija, por eso me apunté. Necesitaba que fuera oficial para presentarme a unas oposiciones”, relata María una argumentación que repiten otros afectados. “Fue el aval de la Nebrija lo que me convenció para apuntarme” con Gesenco, refiere Javier, de 26 años. En su caso el máster era en Diseño Gráfico y Marketing Digital.

El pasado miércoles, dos días después de que este periódico preguntara, el aula virtual volvió a la vida después de dos meses largos cerrada (la web de Gesenco sigue sin funcionar). Tampoco es que importe, nadie quiere ya esos títulos. “Todo sigue en pie”, afirma Javier. “No han avisado del cierre, los títulos son una farsa y cada uno hemos pagado una cantidad diferente”, elabora.

El abogado Hernández, que ya ha llevado casos similares a este, cree que estas situaciones “suceden con demasiada habitualidad en nuestro sistema” cuando personas diversas aprovechan los déficits formativos y/o anhelos de mejora de la gente “para lucrarse y luego dejarlos tirados”. “O hay un nicho del que mucha gente se está lucrando o son los mismos que están montando empresas una y otra vez. Luego cierran la academia y te olvidas. Mira este caso, la dirección de Gesenco era de paja, en la cámara de comercio de Toledo”, concluye.

Si eres afectado de Gesenco o has sufrido un caso similar, escríbenos a educacion@eldiario.es

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*El artículo se ha modificado para eliminar la referencia a que David Pérez es jefe de estudios de Gesenco, trabajo que abandonó el pasado mes de julio.

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