Juana B. acudió el pasado lunes al Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid para acompañar a su hermana Ana (nombre ficticio), que iba a recibir su tratamiento con BCG. El fármaco se prescribe para combatir el cáncer superficial de vejiga, que padece Ana y por el que ha sido intervenida en dos ocasiones. Sin embargo, al llegar al centro hospitalario las mujeres encontraron varios pacientes que salían de un despacho sin recibir su medicación. “Yo he visto al menos a seis pacientes a los que les estaban mandando a casa sin tratamiento porque no había material”, cuenta Juana, nerviosa.
Ana acudió el lunes 15 de septiembre al hospital para recibir su primera dosis de la segunda fase del tratamiento con BCG que le prescribió su urólogo en la última revisión. La mujer, de 59 años, recibió con decepción la noticia de que “debía continuar con tres dosis más de medicación”, cuenta su hermana. “Y volvemos para la siguiente dosis, siete días más tarde, y ya no tienen más medicamento. ¿No lo sabían una semana antes?”, critica la mujer. Juana habla como portavoz de su hermana, “demasiado afectada y nerviosa por todo esto”.
El médico Miguel Unda Urzaiz, coordinador Nacional del Grupo Uro-oncológico de la Asociación Española de Urología, explica que “el BCG se prescribe una vez quitado el cáncer, cuando el tumor no ha infiltrado en el músculo de la vejiga. Es un tratamiento para que este no filtre, y así evitar que empeore el pronóstico del paciente”. El riesgo en la salud de los enfermos al prescindir del medicamento “es real”, afirma Unda.
El cese del tratamiento responde a un desabastecimiento de este fármaco, que anunció la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) el 16 de septiembre en un comunicado y que ya han comenzado a sufrir los pacientes. Hasta el año 2012 existían en el mercado tres medicamentos con el principio activo BCG producidos por tres compañías farmacéuticas diferentes. Sin embargo, a día de hoy solo el laboratorio Merck Sharp & Dohme (MSD) continúa suministrando el fármaco –bajo el nombre de Oncotice– y, debido a un paro temporal de la producción, el medicamento ha dejado de llegar a sus pacientes.
MSD explica que, desde que en 2012 una de las empresas competidoras dejó de comercializar BCG, aumentaron su producción “en más del 100%” y que intentan “atender de la manera más adecuada posible las necesidades de los pacientes”. Los retrasos en los suministros, de escala mundial, los achacan a la combinación de un cierre temporal de la actividad en su planta fabricante y a que este año, Laboratorios Gebro Pharma, la segunda compañía que producía el medicamento también ha cesado su comercialización (según la AEMPS, ésta no podrá restablecer el suministro hasta abril de 2015).
Según fuentes del laboratorio MSD, “los lotes de producto han comenzado a liberarse” y tratarán de normalizar la distribuición en los próximos meses.
Para Juana, como familiar de una afectada, es “indignante la falta de previsión con la que se ha gestionado el tema”. El médico Miguel Unda cree, en cambio, que el problema fue “imprevisible”. “La AEMPS está intentando traer otro tipo de cepas de BCG desde Asia, pero no es fácil, tienen que pasar ciertas evaluaciones y no es algo que se haga de la noche a la mañana”, añade.
Ante la consulta sobre a cuántas personas afecta este colapso y desde cuándo conocen los problemas, el Ministerio de Sanidad responde que la AEMPS “no tiene las cifras” y remite al comunicado del organismo.
Una falta total de alternativas
En la nota informativa, la AEMPS aporta una serie de recomendaciones hasta que pueda asegurarse el suministro suficiente de BCG. El organismo aconseja asegurar las dosis para los enfermos más graves, mientras que para los pacientes que estén “en régimen de mantenimiento” se suspenderá el tratamiento hasta que haya una mayor disponibilidad del mismo. En el caso de estos últimos y de los “pacientes con riesgo intermedio y los pacientes con tumores únicos y pequeños”, la AEMPS remite a “otras alternativas terapéuticas, tales como Mitomicina C o Doxorubicina”.
Sin embargo, el urólogo que sigue la evolución del cáncer de Ana ha preferido no prescribir a su paciente ninguna de las dos alternativas. Las hermanas pidieron al médico que firmase un documento en el quedase constancia de la necesidad de reanudar el tratamiento con BCG cuando fuera posible.
“La Mitomicina C y la Doxorubicina no son una alternativa al BCG”, señala Unda Urzaiz. “Los utilizamos en un determinado tipo de tumores menos graves, y pueden paliar la falta de BCG en algunos casos, pero si hubiese BCG, no se prescribirían”, asegura.
Al final de su comunicado, la AEMPS añade que “existen en la literatura algunos estudios señalando que una reducción de dosis hasta un tercio de la dosis plena obtendría los mismos niveles de eficacia”. Ante estas informaciones, los enfermos se sienten confundidos: “Es que es alucinante. Te recetan una cosa y a los pocos días te dicen que era una medicación preventiva, que no pasa nada si no te lo ponen. ¿Entonces para qué te lo mandan en un primer momento?”, dice consternada Julia.
Ana no irá este lunes al hospital a por la tercera sesión de medicación que su especialista le dijo que necesitaba. “Esperamos que se solucione lo antes posible. Pero esperamos con miedo”, indica su hermana Julia.