“El Papa ha dicho palabras fuertes contra los curas pederastas, pero con él nada ha cambiado”
Hace dos años, Emiliano Fittipaldi fue el primer periodista, junto a Gianni Nuzzi, en sentarse ante un tribunal vaticano, acusado de la filtración de documentos conocida como Vatileaks II, y que acabó con la condena del español Lucio Vallejo Balda. El vaticanista había publicado Avarizia, donde recogía parte de la documentación robada a la Santa Sede.
Durante las sesiones del juicio, “varios monseñores me seguían y me daban información. Alguno, incluso, en los baños vaticanos”. En esta ocasión le han dado información sobre la otra gran lacra que azota a la Iglesia católica: la pederastia.
A partir de esos documentos, y tras intentar recabar infructuosamente las “versiones oficiales”, Fittipaldi publica Lujuria (Foca), en la que denuncia que “para Francisco, la lucha contra la pederastia no es una prioridad. Benedicto hizo algo para cambiar las cosas. El papa Francisco no ha hecho nada aún”.
¿De verdad no ha cambiado nada con Francisco?
Es cierto que este Papa ha dicho palabras fuertes contra los curas pedófilos y pederastas, ha anunciado la creación de una comisión o un motu proprio para endurecer las penas, pero lo cierto es que nada ha cambiado. Estamos ante una revolución fallida, que no está solo en el proceso económico, sino en el escándalo de la pederastia. Francisco ha dicho cosas importantes, pero en la práctica algunos de sus principales colaboradores, como el cardenal Pell, Errázuriz o Maradiaga, han encubierto delitos de este tipo en sus diócesis. Esto es inaceptable, no es una buena señal que se da a las víctimas, a sus familias, a los fieles y al mundo.
Pero han aumentado las denuncias, más gente se atreve a denunciar.han aumentado las denuncias
Las denuncias se han duplicado durante el pontificado del Papa Francisco, en comparación con Benedicto XVI. Se han pasado de una media de 200 denuncias al año, a más de 400, para sumar más de 1.200 procesos durante la elaboración del libro. Que haya más denuncias puede ser algo positivo, porque supone que muchas más personas se atreven a hablar de lo que les ha pasado, pero la pederastia sigue siendo un fenómeno muy fuerte que nadie ha conseguido parar.
Francisco prometió más transparencia, pero yo intenté acceder a los datos de la Doctrina de la Fe y ha sido imposible. No sabemos los nombres de los sacerdotes pederastas, no conocemos el resultado de las investigaciones... La ONU, en 2014, pidió la información y no se le dio. En su informe, Naciones Unidas apunta que muchos hijos de sacerdotes no han salido a la luz, porque el Vaticano paga a las madres su silencio, como hace 50 ó 60 años. No ha cambiado nada.
¿Qué debería hacer el Papa y qué posibilidades tiene de cambiar las cosas?
El papa Francisco tiene mucho poder. Es el Papa, el monarca de la Ciudad del Vaticano. Tiene que hacer más. Tiene que llamar a Müller (prefecto de Doctrina de la Fe, opuesto a la comisión antipederastia) y decirle que la comisión y que Marie Collins [que ha dimitido] deben tener más poder para investigar. Ahora, Müller, que es parte de la Curia, se niega. El Papa debe obligarle a que lo haga. ¡Es el Papa!
¿Pero esto supone que Francisco no quiere cambiar las cosas o que no puede?
Según mis fuentes, no es una prioridad para el Papa. Francisco entrará en la historia y ha hecho declaraciones potentes, ha puesto a los pobres en el medio, etc... Pero hay que distinguir los planos. No podemos decir que es un santo y que lo hace todo bien. La reforma económica y financiera no funciona, y sobre la pederastia, se está haciendo poco, aunque yo espero que el Papa cambie las cosas.
¿Ha recibido alguna información del entorno del Papa?
Sí, de personas que piden que no hable mal del Papa Francisco. Yo no hablo mal de nadie, soy periodista. Debo ir detrás de la noticia, no tengo ideas preconcebidas del Vaticano, voy a los datos. “Francisco está haciendo lo máximo que puede”, me dicen. Pero ya lleva cuatro años, es lo mismo que decían de Benedicto XVI, que acabó dimitiendo. Espero que Francisco no dimita, pero también que haga más. Es cierto que cuatro años son pocos, pero los niños no pueden esperar tanto.
Algunos sostienen que los abusos son cosa del pasado, que las denuncias son viejas.
No es cierto. Hoy, en 2017, la Iglesia protege y defiende la pederastia. En primer lugar, por una equivocada defensa de la imagen: tienen miedo a que la transparencia total pueda llevar a la desaparición, a la derrota de la Iglesia. Pero yo creo que, al contrario, esta falta de transparencia lleva a que se filtren los datos.
La Iglesia ha tenido muchos casos en Estados Unidos, Holanda, Australia, Irlanda y menos en Italia, España o Latinoamérica, y es por la cultura del silencio, donde la responsabilidad es colectiva. Allí el sacerdote es una autoridad moral, al que se cree más que a los propios hijos. En Italia no ha habido ningún resarcimiento económico a las víctimas, mientras que en EEUU ha habido ventas de inmuebles para pagar las indemnizaciones.