Tiene fama de killer y ahora, para muchos, es más conocido por sus comentarios en Twitter que por su biografía. Maurizio Carlotti (Venecia, 1953) llegó a España hace 23 años para rescatar de las pérdidas a Tele 5. Hubo despidos y huelgas. Pero cuando cedió el testigo a Paolo Vasile, la tele ganaba dinero, y mucho. Regresó a Italia para ponerse al frente de Mediaset, el conglomerado mediático de Berlusconi. Él, que fue comunista, no solo de militancia, también con vinculaciones laborales con el partido de Enrico Berlinguer, se puso al frente de los negocios del fundador de Forza Italia. Regresó a España en 2003, cruzó de acera y se hizo cargo de Antena 3. Otra vez ajustes y huelgas, pero la cadena, con nuevos dueños y Planeta como accionista de referencia, salió adelante.
Ahora es vicepresidente de Atresmedia, el grupo que engloba, entre otros medios, a Antena 3, la Sexta y Onda Cero, pero está lejos de las responsabilidades de la gestión diaria. Y se divierte agitando de vez en cuando las redes con tuits que sorprenden por la franqueza y el atrevimiento, poco frecuentes entre los altos directivos de las compañías de comunicación.
¿Qué piensa cuando oye que Podemos nace del impulso de las televisiones privadas que le han prestado sus tribunas?
Es una ridiculez. Los ambientes moderados lo más sensato que dijeron del movimiento 15M, del que nació después Podemos, fue “no os indignéis –cosa que comparto, la vida no es indignarse, hay que reaccionar– meteos en política”. Y lo han hecho.
Y parece que a esos sectores moderados no les ha sentado bien…
Es normal. Cuando surge un nuevo competidor que de pronto saca el 15% de los votos es normal que no guste. Yo viví desde dentro el fenómeno de Forza Italia, la vi nacer, surgió dentro de las reuniones de trabajo con Berlusconi. Allí había dos partidos importantes más tres o cuatro pequeños, con una situación muy estabilizada, y de pronto llega un partido nuevo y de la nada saca un 21%, si en lugar de en la política esto ocurre en cualquier mercado habría sido para despedir a los directivos de todas las empresas que ya estaban.
¿A Pablo Iglesias le han aupado las televisiones o no?
No es así, el que conoce un poco la política y los medios sabe perfectamente que nos es así. La primera televisión en la que aparece Pablo Iglesias de manera regular es Intereconomía, después pasa al Canal 13, la competidora en el espectro de la derecha, que se da cuenta de que este jovencito es un crack de la comunicación y lo invita, y él va, porque tiene claro que la comunicación es una herramienta fundamental, no solo para los emergentes, para cualquier partido. La tercera televisión que le llama es Cuatro y La Sexta es la cuarta. La Sexta le ha dado mucho espacio a Podemos, no tanto a Pablo Iglesias, Pablo ha aparecido mucho más en Cuatro. Si la televisión fuese tan decisiva, Aznar no habría ganado nunca contra Felipe, Zapatero nunca habría ganado a Aznar, Rajoy habría tenido muchas dificultades para ganarle al PSOE. En Italia, con un Berlusconi que controlaba todos los medios televisivos, los suyos y los de la RAI, de cinco veces que se ha presentado, ha perdido tres. El control de los medios solo es determinante cuando es totalitario. No hay ninguna posibilidad en una sociedad tan abierta de que una persona se afirme solamente porque le apoyan los medios. Esto quizá era posible en el modelo anterior. Si un cretino decidía dedicarse a la política hace años y tenía buenos amigos en los periódicos, se empezaba a hablar bien de él, le hacían entrevistas arregladas, alguien le escribía artículos de opinión y la gente que leía el periódico decía, joder, este Maurizio es interesante. Después, salía en televisión 30 segundos y se descubría el engaño y si salía cinco minutos ya todos se daban cuenta de que era un cretino. Ahora bien, sí es cierto que la televisión se está convirtiendo en el teatro de la política, pero hay que saber utilizarla.
¿Y no es posible la impostura?
La televisión te permite valorar la intervención completa del político, por eso aquellos a los que les interesa la política son automáticamente más televidentes que lectores. Y además ven las dos partes, siempre en una tertulia hay diversidad de opiniones. Y si hablamos de la revolución del mundo digital. La televisión parecía la víctima segura, uno imaginaba que la nueva pantalla iba a matar a la vieja pantalla. Y lo que hemos visto es que Internet introduce el directo, la televisión estaba vacunada, el periódico no. La red introduce un cambio semántico revolucionario, estamos asistiendo al principio del fin de la palabra escrita como principal medio de transferencia del conocimiento. La nueva semántica será audiovisual y la televisión la tiene, el periódico no. La televisión es inmediata, no tiene intermediarios y el periódico, tanto en la producción, como en la distribución depende de ellos. Internet ha creado el mito de que todo es gratis, que no hace falta pagar y, qué curioso, la televisión es gratis, la pagan los anunciantes. Por todo esto, no solamente no hemos sido la víctima, hemos salido reforzados.
Si hablamos de víctimas, hablemos de los empresarios de prensa que quisieron serlo de televisión y han fracasado…
Todos los grandes grupos han tenido la oportunidad, uno especialmente, el grupo Vocento, que ahora está a la cabeza de la cruzada contra el duopolio. Sobre esto podría hablar dos días. El duopolio no existe, hay diez operadores que nos peleamos todos los días.
Ahora hablamos del duopolio, pero volvamos a los editores de prensa fracasados, que han llevado a la quiebra a sus empresas por las aventuras televisivas, muy singularmente Juan Luis Cebrián.
Cebrián tuvo una licencia que siendo benévolos en la descripción, estirando las condiciones del concurso se transformó en un monopolio, porque se transforma de abierto a pago. La primera televisión del grupo Prisa fue un monopolio de la televisión de pago. Es verdad que luego tuvieron que afrontar la embestida del poder político en tiempos de Aznar. Después Zapatero le transformó esa licencia de nuevo en abierto y surge Cuatro y cuando decide, por una razón que algún día tendrá que explicar, lanzar la desafortunadísima OPA de Sogecable y acaba asumiendo una deuda imposible y a consecuencia de ese golpe tiene que soltar lastre, suelta la televisión en abierto que era el único futuro que podía tener ese grupo. Una televisión que funcionaba, que tenía una imagen preciosa, equilibrio, un 7% de audiencia, la vende y sigue con el resto de negocios tradicionales. Se convierte en el marques del pasado cuando podía haber sido el vizconde del futuro. A partir de ahí, todo el declive de PRISA es casi una consecuencia de ese error. No entender que la televisión en abierto era lo único que podía salvarles, esa es la gran equivocación.
¿Y Vocento?
El grupo Vocento ha tenido más licencias que cualquier otro grupo editorial, nacionales, digitales, analógicas, autonómicas, locales, y lo ha intentado varias veces y está claro que no han sido capaces. Llegaron a tener cuatro canales en un determinado momento y se podrían haber fusionado con El Mundo. Por lo tanto, no es una cuestión de favores políticos. Hay gente que sabe hacer televisión y gente que no. Hay gente que ha entendido que la televisión es un negocio y hay gente que siempre ha pensado que la televisión no lo es y la ha utilizado como una herramienta de influencia.
Periodismo y televisión. Hace tres veranos en una entrevista a Paolo Vasile, consejero delegado de Tele5, le preguntaron por los periodistas de su cadena. ¿Periodistas?, contestó, en Tele5 no hay periodistas hay comunicadores…
El mundo de la comunicación es poca cosa dentro de la revolución digital. La convergencia digital afecta a la manera de vivir de las personas en todos los ámbitos. Una televisión es como un centro comercial, las personas que están en una cadena, no están en otra, y por eso la televisión ha sobrevivido cómoda en esta revolución, porque no ha perdido la atención de la gente.
¿Y el periodismo?
El periodismo tiene que entrar en esa lógica de la televisión. Pero atención, el periodista hoy, como dueño intelectual de su propio trabajo, tiene oportunidades como nunca las tuvo. Si de verdad es un buen periodista, conoce la noticia, la sabe contar, es moralmente correcto y consigue la confianza con su interlocutor, el periodista ya no necesita una catedral inmensa (lo es un periódico o una televisión). En su propio confesionario puede hacer periodismo. El problema es que periodistas de verdad no hay tantos, porque muchos se han formado dentro de las grandes iglesias mediáticas.
Y quiere decir que estaban muy protegidos…
Obvio. El grupo Prisa, por ejemplo, ha sido por años un modelo de organización capaz de inocular la autocensura de manera admirable. Estabas dentro y tenías la sensación de ser un hombre libre, pero sabías que estabas en el grupo PRISA, que no te apretaba, pero te decía, nosotros vamos por allí, si tú no quieres ir por allí estás en el lugar equivocado.
Pero eso pasa en todos los grupos…
Si, pero los que estaban de acuerdo con el rumbo marcado se consideraban hombres libres. Además, todo funcionaba como un reloj suizo, a los pocos años, subida de sueldo, más adelante, enviado especial, luego subdirector… Uno lo consideraba la justa remuneración no de su fidelidad, más bien de su profesionalidad. Pero una jaula es una jaula independientemente del tamaño. El periodista entonces no tenía ninguna posibilidad de salirse. Salirse era renunciar a hacer periodismo. Hoy no es así.
¿Y Atresmedia no es una jaula también?
No. No conozco un medio de comunicación tan plural como Atresmedia. Tenemos básicamente tres medios tradicionales más sus actividades digitales y cada uno de esos colectivos trabaja de manera independiente.
Muchos se empeñan en criticar eso como un defecto.
Están ciegos. Esos que hablan de valores, en realidad hablan de colores. Para ellos el periodismo siempre es de complemento, la guardia mora de alguien. Es un periodismo de fines y no de principios.
¿Están por lo tanto en España los medios ideologizados en extremo?
Si hablamos de los grupos, sí. En nuestro caso, ese reclamo a la coherencia con los valores, lo tenemos. La Sexta es coherente con un sistema de valores. Onda Cero lo es con otro. Antena 3 es coherente con un tercer sistema de valores. Planeta publicaba los libros de memorias de Fraga y de Carrillo.
Algunos llegan a decir que están llevando a España a la ruina.
Los que llevan a España a la ruina serán los que votan. La gente tiene en este momento en España una oferta de canales como nunca. Amplia no solo en número, también en ideología. Alguien tendrá que explicarme por qué un señor Pérez cualquiera sentado en su sofá decide tirarse dos horas y media mirando LaSexta Noche y no mirando Canal 13 o Intereconomía o Telemadrid. Lo puede hacer, no le cuesta nada, tiene la capacidad de elegir.
Hablando de Telemadrid ¿No le parece una estafa que las televisiones públicas se usen como herramientas de partido?
Me podría identificar con esa afirmación, pero que se haga extensiva a todas las públicas, no solo a Telemadrid y RTVE, también a Canal Sur o TV3. Con una pequeña diferencia, mientras que el PP ha dicho basta a la hemorragia, en Andalucía o Cataluña se gastan cientos y cientos de millones para hacer televisiones que no son menos dañinas de lo que han sido Canal Nou o Telemadrid. Se tiende a identificar este tema solo con el PP y es un error.
Ahí tenemos a RTVE en manos del PP. Ya sé que también con el PSOE (salvo en la época de Zapatero) pasaba algo similar…
Asumo el argumento, lo podría comprar, salvo por dos matices, primero que el director de informativos de esa televisión de Zapatero, tan plural, lo encontró dentro de la propia televisión española, ya dirigía con el anterior gobierno del PP un informativo en la 2. Por tanto, Fran Llorente o es un hijo de los manipuladores del PP o es un profesional correcto que lo hacía bien con el PP y también con el PSOE.
¡Pero eso es lo que necesitamos, profesionales que actúen con ese grado de rigor y de servicio público!
Cierto, de servicio público. Estoy a favor de la televisión pública, creo que una democracia moderna la necesita, pero hay que tener claro lo que se espera de ella. Que esté adecuadamente financiada y tenga un contrato programa.
¿Sin publicidad?
Obviamente, pero no porque nos la quite a nosotros, nunca hemos ganado tanto dinero como en los últimos años en los que TVE tuvo publicidad. La necesidad de financiarse con publicidad distorsiona el carácter de servicio público. Son los españoles los que deben decidir el tamaño.
Lo importante es que la televisión pública, independientemente de su tamaño, esté bien administrada. No se puede admitir que en algunas públicas (Canal SUR, TV3…) el 40% de los recursos se dedique a gastos de personal cuando el promedio de las empresas privadas de TV en Europa ese capítulo está entre el 12 y el 15%
Desde hace unas temporadas, El Intermedio, un programa que nace como satírico, se ha convertido en referencia informativa para un gran porcentaje de la audiencia. ¿No han perdido garra, no se han banalizado los informativos de la televisión?
Eso tiene que ver con la mezcla del entretenimiento con la información. Pero lo que yo quiero subrayar es que si nosotros hoy vendiésemos pescado, tendríamos que vender pescado vivo, no podemos vender ni pescado congelado ni pescado fresco de uno o dos días, tenemos que vender la noticia que todavía colea. Punto uno. Y punto dos, no podemos ser un genérico. Hay una enorme cantidad de personas que se ocupan de la misma noticia y nosotros tenemos que multiplicar nuestra capacidad de encontrar la noticia propia.
¿Pero se han banalizado o no los telediarios?
Hay que remontarse veinte años atrás. Qué se pretendía antes en un telediario: dar un resumen de lo que ha pasado en el día, bien jerarquizado, tratado políticamente de manera decente, que sea suficientemente crítico y eficiente desde el punto de vista de la producción, de manera que en media hora quepan 30 noticias. Esa era la ficha técnica perfecta del telediario. Hoy el teorema del resumen está superado, la gente llega a las ocho de la tarde con todo sabido. Por lo tanto lo primero es ofrecer la noticia fresca y lo segundo, tener una noticia propia, distinta, que permita desarrollar lo que se llama periodismo de investigación, una historia de la que se hable al día siguiente en el desayuno.
Nosotros en las redacciones nunca habíamos tenido periodistas de agenda, porque nunca habíamos buscado las noticias. Resumíamos las noticias que encontrábamos en los demás. Ahora pasa lo contrario, necesitamos periodistas con agenda y creo que la profunda crisis de la prensa es para nosotros un filón de talento. No me sorprendería que en nuestro telediario del futuro dedicásemos diez minutos a la historia propia del día.
Ese fenómeno ya lo estamos viviendo, muchos periodistas veteranos que han salido de los periódicos por la crisis están recalando en las redacciones de las televisiones, pero lo que también se está dando es el caso de medios tradicionales que están siendo comprados por empresarios de grupos de televisión. Tenemos un ejemplo en España con la compra de Unidad Editorial por su paisano Urbano Cairo. ¿Se puede dar el caso de que alguna de las grandes marcas del papel acaben en manos de empresas de televisión?
Pensar que la televisión compre un periódico parece una cosa imposible, nos conviene mucho más comprar diez periodistas con agenda. Seguro que a la larga es mucho más rentable. Por eso niego la mayor, sí es tiempo de oportunidades para tu profesión. Obviamente los barcos en los que estaban navegando acomodados los periodistas se están hundiendo, pero porque los mares se han complicado, o tienen capitanes que no saben ni por donde empezar y hunden los barcos en los acantilados. La historia demuestra que siempre han sido los directores los que mandan dentro de los periódicos, también en asuntos que despreciaban y consideraban banales. Y no es así, una empresa tiene que funcionar, porque si no funciona puedes tener el mejor producto del mundo pero nunca llegará al mercado. Este es un tema sobre el que los periodistas tienen que reflexionar. Por dos razones, primero para entenderlo y segundo por si quieren montar su propia empresa. Hay que llegar preparados para la idea de que hay que cuadrar los números. Cuando uno estaba dentro de El País, de El Mundo o el Abc, podía pensar que eso estaba por definición resuelto. Ahora no es así.
¿Y el caso de Unidad Editorial?
Cairo llegará a España, como ya lo hizo en Italia y reducirá la situación hasta llegar al equilibrio. Él no concibe una actividad que pierda dinero. Y si tiene que cerrar, cerrará. Siempre será una solución mejor que seguir sangrando cada año. Por lo tanto, que se preparen, este señor reducirá hasta que gastos e ingresos se equilibren. Es posible que eso suponga reducir el tamaño del negocio, paciencia, de ahí él reconstruirá.
Terminamos hablando de las redes, un lugar de riesgo en el que está muy activo. ¿Qué busca con esa presencia en Twitter?
Procuro, salvo en momentos puntuales, limitar mi actividad. Me lo pienso mucho antes de poner un tuit. Voy por oleadas a veces, me toca un tema y me paso una tarde de sábado o de domingo para contestar a los que participan. Creo de verdad que en este mundo hay muchos falsos ídolos. En la red intento hacer pedagogía también sobre la famosa historia del duopolio.
Y sí, me gustan los 140 caracteres, yo, que soy bastante dado a hablar.
Algunos piensan que son un estercolero…
Eso se debe a personas frustradas, tristes, que no les gusta debatir, que insultan, que te acosan, te persiguen, en ese caso bloqueas, no resuelve pero das una pista.
¿Y cuando va la Consejo de Administración de Atresmedia, le hacen bromas con esto?
Se han publicado cosas que no son ciertas. Claro que me lo comentan -“Maurizio, tú eres el vicepresidente de una compañía, lo que dices…”-
pero yo nunca hablo en Twitter en nombre de Atresmedia.
Pero cómo lo perciben, hay una parte de la sociedad que parece estar fuera de esta realidad.
En posible, los empresarios que están al frente de los grandes grupos (y no creo que sea solo una característica del fallecido José Manuel Lara o de Silvio Berlusconi) parece que están dentro de un portaaviones, por muchas chalupas que se acerquen para tirarles flechas, no se preocupan y tienden a no contestar. Este es el único país que ha cerrado televisiones y las ha cerrado instrumentalizando un error de técnica legislativa. Si hubiésemos dado a tiempo una gran batalla de opinión, esto no se habría producido.
Vuelvo a la campaña, sé que soy como don Quijote con su inofensiva lanza, y sí, los compañeros del consejo de vez en cuando se ponen nerviosos, pero yo procuro no meterme nunca en asuntos de gestión diaria.