¿Tras la erupción, qué? La lava puede tardar años en solidificarse y dejar el terreno yermo varios lustros
Cuando se mira al futuro de La Palma (casi) todo son incógnitas. Aunque hay muchos precedentes de erupciones y sí se sabe con carácter general qué va a ir pasando, cada volcán es un mundo y la especificidad de cómo se va a comportar cada uno es particular. Se desconoce con precisión cuánto durará la erupción, cuánto tardará en enfriarse y solidificarse la lava, qué pasará después con esos terrenos.
Lo primero, obviamente, es esperar a que la erupción se detenga. ¿Cuándo sucederá esto? Básicamente, se desconoce, aunque los expertos sostienen que el volcán puede continuar echando lava durante semanas o incluso meses.
Una vez que pare la erupción, lo siguiente es seguir esperando: ahora, a que se enfríe y solidifique la colada. Y este proceso se puede extender mucho en el tiempo, advierte Manuel Nogales, investigador del IPNA-CSIC y delegado del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Canarias. “Cuánto tarda no se puede responder, cada volcán es muy individual desde el punto de vista del conocimiento y por eso es tan importante la información” que se está recogiendo estos días en La Palma, explica.
Pablo J. González, geofísico volcánico del CSIC en Tenerife, se atreve a hacer una estimación y explica que “depende del espesor” de la colada, “pero si está en torno a cuatro metros de media se enfriará en unos meses o un año. Si es más importante veremos fumarolas en algunos sitios durante varios años”, vaticina con prudencia. En algunos puntos, la lava ahora mismo ronda los 8-10 metros de altura, lo que alargaría las previsiones de este experto.
El enfriamiento también estará condicionado por el tipo de lava que expulsa el volcán. En este caso, un volcán estromboliano, se trata de una composición basáltica, “que normalmente viene de un reservorio más profundo y más caliente, en torno a los 1.100 o 1.200 grados”, explica González, y que lógicamente alargará el proceso. “Otras composiciones andesíticas, con más sílice, llegan a unos 800 grados y esos 300 grados de diferencia hacen mucho”, añade.
Otra característica de la lava basáltica es que es menos viscosa, continúa el geofísico, y la viscosidad de una colada determina el comportamiento de los gases que lleva dentro. “Esa diferencia en viscosidad hace que sea más fácil o más difícil que el gas que contiene el magma escape. Si no puede hacerlo, se buscará su propio camino. Cuando tienes poca viscosidad, las burbujas de gas pueden fluir por el magma, cosa que no pueden hacer cuando el sílice es alto, que se quedan atrapadas. Entonces, solo crecen en tamaño y tendrás explosiones”, elabora.
El almagre canario
En cualquier caso, tarde lo que tarde en solidificarse, el terreno quedará prácticamente inutilizado durante un periodo de tiempo bastante largo. “Los terrenos que gana la lava son impracticables para el cultivo a corto plazo. Hay que esperar 15 o 20 años, no son útiles para prácticamente nada antes”, explica Nogales.
Además, la lava cambia el suelo que toca. “La lava pasa por encima del suelo orgánico desarrollado y altera su composición química. La primera capa expuesta, si es de suelos arcillosos, se cocerá y se formarán arcillas bastante impermeables”, describe González. En Canarias, donde tienen experiencia con el tema, este suelo torrefactado se llama almagre y es una capa, con su característico color rojizo, que se puede observar en cualquier talud de las islas, cuenta el experto.
La experiencia con suelos volcánicos también sirve para saber qué hacer con el terreno ganado por la lava. “En Canarias es muy típico que las plataformas de lava cerca del mar sean recubiertas de tierra de suelos de medianías y plantar sobre ello”, explica el geofísico. Muchas plataneras de las zonas costeras responden a esta descripción.
¿Y las casas destruidas? ¿Se podrán recuperar? De nuevo, una pregunta sin respuesta definitiva. Retirar la lava, una vez solidificada, es posible, pero tan costoso que no merece la pena, cuentan los expertos. González recuerda que tras la explosión de 1949 “las carreteras se volvieron a hacer, en ocasiones taladrando (la lava), en otras modificando el trazado”. Pero es pronto, “hay que ver la magnitud del campo lávico para ver si es factible o no”.
¿Y construir sobre la lava? Como lo anterior, sí y no. “Las Islas Canarias son lava solidificada”, recuerda Esteban García, ingeniero de Caminos con un máster en Geología. Todo el suelo canario ha salido de algún volcán. Pero, continúa el experto en geotecnia, “hay que esperar a que se enfríe del todo, y recuerdo pasear en Islandia por una colada de menos de 20 años que seguía caliente”.
Y luego está la vertiente legal. La ley del suelo de Canarias no contempla qué sucede con el suelo en el caso de una erupción. El presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, explicó hace dos días que su Ejecutivo está preparando “un borrador de decreto ley por el que nos permita recalificar los terrenos y volver a construir las viviendas”. García espera que no sea literal. “Volver a construir donde una colada ha arrasado con las casas no parece buena idea”, valora.
Por si acaso, los vecinos evacuados de sus hogares se apresuran estos días a recoger las escrituras de sus casas cuando las autoridades les permiten volver a rescatar alguna cosa, aunque quien no llegara a tiempo puede estar tranquilo porque la información está en el registro de la propiedad. José Luis Barrera, volcanólogo del Colegio de Geólogos, apunta que parte del problema puede ser “reconstruir el mapa catastral de cada parcela” en un mar de lava, mientras González aventura que las zonas inundadas por la lava podrían pasar a ser un paraje natural que impida el desarrollo sobre ellas, aunque si pasara esto habría consecuencias legales y tendrían que expropiarse los terrenos.
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