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Las escuelas que no existen: la educación rural está invisibilizada en el grado de Magisterio y en los libros de texto

Alumnos de la escuela rural de Ulle realizan actividades en la naturaleza en marzo de 2022.

Ariadna Martínez

22 de septiembre de 2024 22:38 h

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La vuelta al cole no es igual para todos. La ONG Entreculturas recuerda y alerta sobre esto en su último informe Educación rural, entre el olvido y la reivindicación: el alumnado y el profesorado de las zonas rurales se enfrenta un año más a diversas dificultades añadidas para no sufrir una exclusión educativa irreparable.

Uno de los problemas más evidentes que se encuentran los docentes de estas escuelas es que la educación rural no suele tener un espacio propio en los planes formativos de la mayoría de grados de Magisterio, de manera que cuando aterrizan en un Centro Rural Agrupado (CRA) pueden encontrarse un poco perdidos ante las peculiaridades de este tipo de educación.

Jesús Rivera Olmo, profesor gaditano y autor de diversos estudios sobre las escuelas rurales, señala esta ausencia generalizada como uno de los grandes obstáculos a la hora de conseguir una educación de calidad en los CRA: “Todo se mira desde una perspectiva urbanocéntrica, a pesar de que más del 80% del territorio español es rural”. Explica que el profesorado no suele estar lo suficientemente formado para las particularidades que se dan en estos centros. “Una escuela rural es un concepto muy heterogéneo. Cuando tú vas a estos colegios te puedes llegar a encontrar con un aula multigrado en la que le tienes que dar clase a primero, segundo, tercero y cuarto juntos. ¿Y cómo impartimos los profesores clase con niños de diferentes edades a la vez si eso no se contempla en el grado? Acabamos tirando de los profesores que tienen más experiencia”.

Otra “sorpresa” que suelen llevarse los docentes, cuenta, se debe a la organización de estos centros. “Por ejemplo, aquí en Andalucía suele haber cuatro o cinco colegios que comparten el mismo territorio, y uno de ellos es la cabecera, donde está el director, la jefa de estudios… Y los profesores tienen que ir turnándose por todos los colegios. Yo eso cuando salí de la universidad no lo sabía”, afirma.

Los contenidos relacionados con la escuela rural en el Grado de Magisterio de las diferentes universidades españolas son escasos y quedan bastante relegados al grado especializado en educación infantil. Tan solo siete universidades públicas de toda España dan alguna asignatura o algún bloque en el Grado de Magisterio en Educación Primaria relacionado con la escuela rural, según un estudio de 2022 de la Universidad de Zaragoza. En ninguna universidad privada del país se dan estos contenidos, salvo en la Universidad de Navarra.

Rivera Olmo denuncia esta “invisibilización” ya que “para trabajar en una escuela rural lo ideal es, por ejemplo, saber que es vital conocer el contexto sociocultural del niño, del centro. También es muy importante el trinomio familia-escuela-Ayuntamiento, así como tener nociones que te permitan enseñar a partir del entorno. La escuela necesita del territorio y el territorio necesita de la escuela. ¿Cuántas veces hemos visto en las noticias a gente hablando de la importancia de que haya niños en los pueblos? Da vida. La escuela, aunque no nos demos cuenta, cumple un papel fundamental para conseguir que el niño se quede en el territorio”, explica.

La escasa representación en los libros de texto

Sin embargo, asegura el profesor, “no hay que enfocarlo sólo al profesorado: se trata de un conglomerado político, ideológico… Entran muchas variables y complejidades”, como por ejemplo, la escasa o nula representación que hay en los libros de texto de los niños sobre los territorios rurales. “En los libros de texto no se representa lo rural, se hace como algo secundario o como 'lo otro'. Se presenta como algo estigmatizado y sesgado: una granja, un perro, un cerdito y ya está. No se suele hablar, por ejemplo, de la riqueza mutua que puede haber entre lo urbano y lo rural. No muestran una visión que aboque a querer conocerlo. Si un profesor no tiene una perspectiva crítica ante los libros de texto, acabas contribuyendo a los estereotipos”, cuenta.

Cuando hablamos de inclusión educativa hablamos siempre de niños con diversidad funcional, pero para garantizar la inclusión educativa, la escuela rural también tiene que estar metida

Jesús Rivera Olmo Profesor gaditano y autor de diversos estudios sobre las escuelas rurales.

Al final, afirma, eso acaba repercutiendo a la propia identidad del niño o niña que reside en lo rural, que se acabará sintiendo forzado a marcharse, ya que “lo urbano está asociado al éxito y cuando se habla de lo rural eso no ocurre”. “Cuando hablamos de inclusión educativa hablamos siempre de niños con diversidad funcional, pero para garantizar la inclusión educativa, la escuela rural también tiene que estar metida”, asevera.

Y todo ello pese a que el trabajo de los docentes en estas zonas es esencial, subrayan desde Entreculturas. El profesorado tiene que sortear todas las dificultades a las que se enfrenta en este medio, como infraestructuras en mal estado, el difícil acceso a los medios transporte, la vulnerabilidad que existe en algunas zonas en cuanto a los servicios básicos (como el agua o la energía), la carencia de materiales educativos en las escuelas o la brecha de acceso a la tecnología e Internet.

No es solo lo material

Pero no solo se trata de lo material, señala la maestra María José Hernández, que trabaja en una escuela rural de 110 alumnos en el municipio extremeño de Zahínos: “Muchas veces se piensa que con el tema material se pueden copar otras necesidades, pero otro foco debería ser atender a los docentes. Yo misma a veces no tengo una permanencia continuada todos los años. En centros periféricos la permanencia no es continua. Esa volatilidad repercute también en los alumnos a nivel académico, que no se sienten tan familiarizados con su docentes”, explica, a la vez que hace un llamamiento al apoyo y al cuidado del profesorado desde las instituciones. 

Uno de los grandes desafíos que los maestros deben afrontar en su zona es conseguir que los estudiantes se sientan motivados, ya que, asegura Hernández, hay “mucha falta de interés y de ilusión” por los estudios. Pero ya el mismo sistema de enseñanza para maestros supone una traba, explica: “Esta profesión tiene que nacer de la vocación, pero no siempre es así”. Ella comenzó impulsando la Red Solidaria de Jóvenes en su centro en 2013, y desde entonces se ha vinculado de forma activa a este programa, que trata de conseguir que los adolescentes se impliquen en los retos que se presentan tanto a nivel local como a nivel global.

La profesora extremeña recuerda dos de las preocupaciones que siguen imperando en el territorio: la despoblación y la emigración: “Lo que ocurre con la emigración es que no tenemos referentes de exalumnos que cursaron sus estudios de primaria y secundaria en nuestros pueblos. Se fueron a estudiar a la universidad y sólo vuelven en vacaciones. Esa falta de referentes hace que nuestros chicos y chicas se encuentren un poco como a la deriva”.

Desde la ONG Entreculturas se han dirigido al Gobierno de España para exigirle, entre otras cosas, la promoción del desarrollo de políticas públicas que defiendan el futuro del medio rural; la ampliación de la cobertura de servicios públicos con énfasis en la educación de calidad; que incluya en la formación inicial del profesorado un perfil profesional específico para abordar la realidad de la escuela rural; y que destine al menos el 3% del total de la Ayuda Oficial al Desarrollo a Educación para el Desarrollo Sostenible y la Ciudadanía Global.

Las comunidades autónomas con un mayor número de alumnos escolarizados en Centros Rurales Agrupados son Andalucía, Cataluña, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Galicia. A la cola se encuentran Ceuta y Melilla, Murcia, La Rioja, y Cantabria, según datos del Ministerio de Educación.

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