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España afronta una paradoja con su quinta ola: récord europeo en vacunación y a la vez en contagios

Incidencia vs vacunación

Mónica Zas Marcos / Marta Borraz

26 de julio de 2021 22:14 h

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Hay dos contadores que dibujan la trayectoria de la pandemia en todo el mundo: ritmo de vacunación y número de contagios. Y España anota récords en los dos. En comparación con otros países del entorno, el plan de inmunización destaca a pesar de las complicaciones del verano y del reducido lote de vacunas apalabrado para julio por la Unión Europea. Este fin de semana se alcanzó el 54,7% de la población con la pauta completa, el 65% con al menos una dosis y se superó por primera vez a Reino Unido, hasta ahora el vecino más rápido en su campaña de vacunas.

Este hito ha hecho que España luzca de verde intenso en el mapa del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC). Un color que comparte con líderes en vacunación de la UE como Irlanda del Norte, Malta o Hungría, países mucho menores en tamaño y en población. En el otro lado de la balanza, España destaca para mal y en color rojo en el mapa de contagios. Con 700 casos por cada 100.000 habitantes, es el segundo país europeo con la incidencia más alta por detrás de Reino Unido. Justo después está Países Bajos, con 673 casos.

Hace tiempo que la incidencia dejó de ser el indicador más importante, siempre que no repercuta en la presión asistencial. El problema es que sí está teniendo efecto en hospitales y centros de Atención Primaria y, además, está provocando una respuesta de los países de alrededor, que lo toman como baremo principal. Francia o Alemania recomiendan no viajar a España este verano y las comunidades siguen en la encrucijada de atajar los contagios sin castigar demasiado al turismo de fiesta y restauración.



La quinta ola ha generado una paradoja en los datos epidemiológicos y en la situación de España de cara al exterior. La vacunación ha conseguido proteger a los más vulnerables de la explosión de contagios, pero por sí sola no puede frenarla. Y aunque la cobertura de los mayores de 40 años está cerca de culminar (92% con al menos una dosis y 86% con la pauta entera), las vacunas administradas a los grupos de edad más expuestos siguen siendo insuficientes. “El 83% de los positivos está sin vacunar”, recuerda Saúl Ares, investigador del CSIC. Entre 20 y 29 años, el rango de edad más disparado, apenas el 37,5% ha recibido la primera inyección. De 12 a 19, un grupo con una incidencia de 1.624, solo el 7,5% está a medio inmunizar.

“Hace un mes y medio, las instituciones repitieron el mensaje de que la pandemia ya no era un problema de Salud Pública, sino de salud individual. Esto fue música para los oídos de los jóvenes, que llevaban un año encerrados para no exponer a los más débiles. De pronto les dijeron que no pasaba nada, que podían salir y hacer lo que quisieran”, indica Ares. Aunque la gente de más edad lleva meses con la pauta completa, lo que ha cambiado para el científico es el mensaje que ha recibido la población. “En Reino Unido ocurrió lo mismo, se confiaron en la bajada de casos y el ritmo de vacunación, mientras que otros países menos drásticos aguantaron la oleada mejor”, explica. 

Gloria Hernández Pezzi, exjefa del Servicio de Vigilancia Epidemiológica del Instituto de Salud Carlos III, llama a la cautela con las comparaciones entre países porque, como ha ocurrido en ocasiones anteriores, “las circunstancias hacen que las ondas no vayan al mismo ritmo ni de forma simultánea en todas partes”. Ella apunta a una confluencia de factores que han conducido a España a la situación actual, entre los que destaca “un aumento excesivo de la confianza” basado en el éxito de la vacunación y el descenso “a riesgo medio” en junio tras meses de estar en riesgo alto y extremo.

“Con la ilusión de mejoría y las esperanzas de recuperación económica, las autoridades relajaron las restricciones –quizás antes de tiempo– y unido a la llegada del buen tiempo, la movilidad y las vacaciones, los ciudadanos bajamos un poco la guardia. El resultado ha sido un claro empeoramiento de la situación en julio”, señala.

De acuerdo con los últimos datos, en nuestro país la inmensa mayoría de las personas contagiadas actualmente estaba sin inmunizar (83%) y solo el 5% estaban completamente vacunadas, una cifra que los científicos piden contextualizar para no alarmar. “Se aprecia claramente que la mayoría de los casos se dan en no vacunados. Me gustaría insistir en que ninguna vacuna es efectiva en el 100% de la población, incluidas las que tenemos frente a la COVID-19. Siempre va a haber personas cuya respuesta no sea óptima o que tengan patologías de base”, ha precisado este lunes en rueda de prensa Silvia Calzón, secretaria de Estado de Sanidad.

De hecho, esas cifras de “fallo vacunal” entran dentro de las esperadas y solo arrojan una conclusión: que los sueros contra la COVID-19 funcionan y protegen de los cuadros más graves de la enfermedad. También son efectivos contra la predominante mutación Delta, culpable de la alta transmisibilidad del virus y de la velocidad de los contagios, pero no de síntomas más graves.



Hernández señala que “la vacunación va a muy buen ritmo, pero aún no hemos alcanzado el escenario al que debemos llegar, pues aún faltan por completar dosis y fundamentalmente cubrir a todas las edades”. La población joven es la que aún no ha sido vacunada y también es un colectivo “con mucha movilidad y tendencia a la sociabilidad”, recuerda la experta, que apunta además a que la vacunación “reduce los efectos graves de la enfermedad, pero no es una garantía para evitar el contagio”, por lo que “la sensación extendida de mejoría es una percepción que puede resultar engañosa”.

Ares comparte que la falta de medidas ha reforzado “las ganas de salir de la gente joven, sin vacunar y sin factores de riesgo”, porque se les transmitió que no había riesgo de infectar a los más débiles y que las posibilidades de hospitalizar eran mínimas. Además, Atención Primaria, que debía actuar como escudo, se ha visto sobrepasada en esta quinta ola, con lo que el efecto de la subida también se ha notado más de lo deseable en los hospitales y en las unidades de cuidados intensivos. “El esfuerzo hay que ponerlo en cortar la transmisión cuanto antes porque sabemos que la incidencia se traduce luego en hospitalizaciones”, ha pedido la secretaria de Estado de Sanidad.

Impacto en los hospitales

Los hospitalizados por COVID se han multiplicado en la mitad de las provincias españolas, en algunos casos por nueve, y muchas superan el 10% de ocupación en UCI. Algo esperable según la evolución de las etapas de la enfermedad, que ha seguido el mismo esquema desde el comienzo de la pandemia: la subida de contagios se nota dos semanas después en los hospitales, tres en los ingresos en UCI y, finalmente, en los decesos. La media de edad de los afectados en la quinta ola y el ritmo de vacunación ha roto un poco esta tendencia en los fallecidos, pero también en los hospitalizados. Calzón ha destacado que los datos “son abrumadores a favor de la vacunación porque los vacunados representan menos hospitalizaciones”. 

Por otro lado, Ares, el investigador del CSIC confía en que la percepción del riesgo haya aumentado en las últimas semanas y que la curva de contagios empiece a revertir antes de lo que imaginamos. “En el momento en el que la incidencia sube, asusta. La gente reacciona en tiempo real y cambia un poco su comportamiento, incluso antes de que las autoridades tomen medidas”, piensa.

De hecho, el indicador más fiable para observar el ritmo de la transmisión es la incidencia a 7 días, que ha empezado a descender ligeramente antes de la avalancha de restricciones anunciada por las comunidades autónomas. En estos momentos ese dato de 338 casos por 100.000 habitantes, menos de la mitad de la incidencia a 14 días, que está en 700. “Los políticos pueden hacerse trampas al solitario, pero la población ha entendido por su cuenta que gestionar un alto número de contagios no es tan sencillo”, asegura. 

Sobre si la quinta ola azotará en diferido a otros países del entorno, como ha ocurrido en otros momentos de la pandemia, el investigador no se atreve a vaticinar: “Los países que intenten mantener a la población concienciada mientras avanzan en la vacunación, podrán evitar una quinta ola con nuestras incidencias. Los que se apresuren a abrir la mano con las medidas, presentarán una paradoja como la nuestra”.

Con información de Marta Borraz y mapas de Victória Oliveres.

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