Los incendios forestales hacen que España arda a ritmo de récord en 2017

España está ardiendo a ritmo de récord este año. A 31 de julio habían ardido 63.700 hectáreas, según el Ministerio de Medio Ambiente. Es el segundo peor dato de los últimos cinco años y el tercero de la década, solo por detrás de 2009 y 2012. Está un 18% por encima de la media y le falta una propina siniestra: los incendios de Yeste y Campillo de Altobuey, cuyos datos no han entrado en la estadística a pesar de declararse en julio. Ambos han consumido otras 4.200 hectáreas forestales.

En un día tranquilo como este lunes (el Ministerio de Medio Ambiente no tiene desplegados medios de extinción, según su boletín), el Sistema Europeo de Información de Incendios forestales muestra decenas de “puntos calientes”, probables focos de fuego. Igual ocurre si se observa el mapa que ofrecen los satélites de la NASA sobre España: en Galicia, en Andalucía, Cataluña, Valencia, Castilla-La Mancha… puntos rojos donde el terreno está más caliente que los alrededores. Incendios. De hecho, entrada la jornada de lunes, se ha declarado un incendio cercano al Parque Regional de la Sierra de Gredos que obligó a cortar tramos de tres carreteras, dos provinciales y una nacional. El fuerte viento impulsaba las llamas.

Al fin y al cabo, España está en plena temporada de máximo riesgo. El mapa de Índice de Peligro de la Agencia Estatal de Meteorología para este martes incluye la mayor parte del territorio en zonas que varían de peligro alto a extremo. Solo se salva el cuarto más al norte de la península y algunas islas como Menorca, Lanzarote o Fuerteventura. No hay jornada en la que los sistemas de seguimiento de las comunidades autónomas no den parte de intervenciones para extinguir llamas.

Pero la acumulación de terreno carbonizado viene marcando un curso desastroso desde hace meses. Mucho antes incluso de declararse oficialmente la temporada alta. Los fuegos habituales de invierno en la cornisa cantábrica (que la Guardia Civil en Asturias relaciona con la creación de pastos para el ganado) se alargaron y multiplicaron en abril. Solo en las dos últimas semanas de ese mes se quemó tanto como en todo lo que iba de 2017.

Nada más empezar la temporada estival, ardió Doñana. Un gran incendio forestal se extendió por más de 11.000 hectáreas y quemó más de 8.000, muchas de ellas de altísimo valor ecológico en la linde del parque nacional y dentro del parque natural.

Pero en esas mismas fechas también hubo un gran incendio en la Sierra Calderona en la Comunidad Valenciana. Es una víctima habitual de las llamas, ya que se viene quemando regularmente desde 2014. Un fenómeno, el de la reiteración de incendios, que también se ha dado en el gran fuego de Yeste y en el Parque Natural Sierra Norte de Sevilla en las últimas fechas.

Después se han ido sucediendo incendios y añadiendo montes en llamas a razón de 6.600 hectáreas en las últimas tres semanas de julio. Tres grandes incendios (superiores a 500 hectáreas calcinadas) y otros 300 siniestros han dejado la cifra en esas 63.000.

La semana pasada, ya en agosto, se localizó un nuevo gran incendio en Verín (Ourense) rodeado de múltiples focos en la zona sur de Galicia: “Fue provocado, en una zona de imposible acceso si no es a pie y a traición porque, al ser por la noche, era imposible atajar el fuego con medios aéreos, los únicos posibles”, ha sentenciado la Consejería Medio Ambiente de la Xunta de Galicia sobre uno de los últimos incendios en la zona de Camba: cuatro focos a la misma hora.

Negligentes e intencionados

Los incendios forestales intencionados, como al que apuntaba la Xunta, suponen un 18% en el total registrado en España en el lustro que va de 2011 a 2015, según la última Memoria de la Fiscalía de Medio Ambiente. Se deben a la acción de pirómanos (un tercio del total en ese periodo), la quema de vegetación para que ese monte ardido se convierta en zona de pasto para ganado y para producir daños a terceros (como una venganza, por ejemplo).

Sin embargo, la acción humana está detrás de la mayoría de fuegos que se producen por negligencias como trabajos con maquinaria, líneas eléctricas mal atendidas y las quemas agrícolas o de residuos.

Para dar una dimensión a este delito, aunque la Guardia Civil investigó 2.607 incendios en 2015, los casos esclarecidos fueron algo menos de un tercio: 764 casos. Tras las investigaciones policiales, 429 personas resultaron implicadas (hubo 40 detenidos y 389 imputados). Un año antes fueron 565 personas (56 detenidos y 509 imputados).