El Ministerio de Sanidad busca acelerar en la aprobación de dosis de refuerzo ante el aumento de casos –ya hay más contagios diarios que en el pico de la quinta ola– y la presión de los países del entorno, como Francia y Reino Unido, que la tienen disponible para todos los adultos. Con la vuelta de la sensación de desconcierto ante el comportamiento de la pandemia, el grupo de expertos que asesora al Ministerio en la estrategia de vacunación, la Ponencia de Vacunas, tiene sobre la mesa el debate de ampliar la tercera dosis de 40 años en adelante y algunos trabajadores esenciales como profesores, policías o bomberos). A falta de confirmarse, el camino está marcado: más tarde o más temprano toda la población se volverá a vacunar. Al menos en los países desarrollados.
Los expertos consultados y las comunidades autónomas asumen que la tercera dosis para todos los adultos es “ya imparable”, pese a que la protección que brinda la pauta completa de la vacuna (con dos dosis) es altísima.
Los primeros en recibir el booster en España fueron las personas inmunodeprimidas. Se aprobó el 7 de septiembre, hace poco más de tres meses. A ellas se sumaron las personas que viven en residencias, después todos los mayores de 80 años para bajar más tarde el umbral a los 70. El último empujón lo anunció el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuando el país ya había entrado en la sexta ola: los mayores de 60 años y el personal sanitario. Los siguientes, si nada cambia, serán las personas a partir de 40 años y profesores, bomberos o policías. El grupo etario de los 40 a los 49 son el segundo con más tasa de contagios, solo después de los niños. Presumiblemente porque son sus progenitores, según Sanidad.
Las comunidades están haciendo su parte de presión. La Xunta de Galicia ya anunció el lunes que abría las autocitas para la dosis de refuerzo a las personas de entre 50 y 59 años, sin que la Comisión de Salud Pública lo haya aprobado. A esto se suma el inicio de la campaña de vacunación infantil este miércoles en toda España con un objetivo claro de inmunizar lo antes posible con una dosis a los menores entre 5 y 11 años para enviarlos a las fiestas navideñas al menos con una vacuna puesta.
Mientras, algunos expertos consideran que acelerar con las terceras dosis en población más joven no es una urgencia. “Estrictamente desde la inmunología, la repercusión de la tercera dosis en el control de la pandemia es baja. Lo más importante, lo que sí repercute en el control global, es poner primeras y segundas dosis a quienes no se la han puesto o no han podido ponérsela”, responde Carmen Cámara, secretaria de la Sociedad Española de Inmunología.
El avance en España, según Cámara, responde en parte a la necesidad de los gobiernos de tomar nuevas medidas ante el ascenso de contagios. “No digo que sea mala la tercera dosis, pero a día de hoy no tenemos datos que nos digan que realmente se está perdiendo anticuerpos de manera importante”, expone. Coincide José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (ANENVAC), en que en las decisiones hay una parte “política”.
La inmunóloga cita un estudio publicado en la revista New England que hizo seguimiento a 800.000 personas mayores de 50 años: 600.000 se pusieron la tercera dosis y el resto, no. La posibilidad de morir cambió de una tasa del 2,96 por cada 100.000 habitantes a un 0,16, “mientras la muerte por gripe es de 40 por cada 100.000”, compara.
Parece entonces probado que, dentro de una alta protección, una tercera dosis apuntala la inmunidad en los mayores. “Potencia la inmunidad de manera muy importante, es la mejor protección en este momento”, aseguró la secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Calzón. Esta hipótesis está plasmada también en el 'Análisis de la efectividad de la vacunación frente a COVID-19 en España', publicado por el Ministerio de Sanidad. No obstante, los expertos admiten que hay mucho campo por investigar en esta materia: varios estudios confirman una pérdida de anticuerpos con el tiempo pero no se conoce cómo se comporta la inmunidad celular.
Forcada considera que sería mejor, antes de seguir extendiendo a grupos de edad más jóvenes, poner todos los esfuerzos solamente en las personas mayores porque “son las que tienen una tasa de hospitalización y UCI superior con menos incidencia”.
La ministra de Sanidad, Carolina Darias, se marcó hace unas semanas el objetivo de administrar la dosis de refuerzo antes de Navidad a todos los mayores de 60 años. Alcanzarlo parece complicado, más teniendo en cuenta el frenazo que se espera por los viajes de Navidad. Según los últimos datos, se han vuelto a pinchar casi seis de cada diez. “No van todo lo rápido que debería”, considera Forcada.
Sanidad ha volcado los datos del grupo 60-69 por primera vez esta semana, añadiendo de golpe tres millones de terceras dosis, de manera que hay un pico en un día que no se corresponde con las inyecciones que se administraron en la jornada sino el acumulado, explican fuentes del Ministerio.
En este segmento etario, se han puesto la tercera dosis cuatro de cada diez personas, pero hay que tener en cuenta que para algunos vacunados aún no han pasado seis meses desde la segunda dosis. Por comunidades, Valencia es la peor parada, con un 11%. En los mayores de 70, el porcentaje es más alto. Llega al 78%, aunque acusa una reducción de la velocidad con menos en las últimas semanas. Es un comportamiento habitual: cuanto más nos acercamos al 100%, más difícil es avanzar.
Las inyecciones adicionales de Janssen, en todo caso, son las que van más rezagadas y plantean un mayor reto al sistema sanitario. Resulta complicado volver a captar a personas con dificultades de acceso o personas sin hogar para quienes se prescribió esta monodosis precisamente porque el proceso se completaba de una vez. Solo han reforzado su inmunidad el 46,3%.
Europa, ómicron y terceras dosis
En Europa las cosas van muy rápido y entre los países se produce, inevitablemente, un efecto contagio, aseguran los expertos consultados, apuntalado por la nueva variante ómicron, sobre la que aún falta mucho por conocer. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado este martes de que ha sido detectada en 77 países, aunque probablemente está ya presente en la mayoría, y advierte de que está extendiendo “a un ritmo que no habíamos visto en ninguna de las variantes anteriores”.
El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) y la Agencia Europea del Medicamento (EMA) avalaron a finales de noviembre la tercera dosis para todos los adultos seis meses después de recibir la pauta completa. Pero la EMA incluso se plantea aconsejar reducir ese plazo a tres meses. Francia ya ha universalizado la tercera inyección para mayores de 18 años y Reino Unido, tras aprobarla, ha adelantado el objetivo de tener vacunada a toda la población adulta un mes. El Gobierno de Boris Johnson, inmerso en una grave crisis de confianza por la polémica sobre las fiestas en Downing Street en pleno confinamiento, ha adelantado un mes el objetivo de ponerla a toda la población adulta: de finales de enero a fin de año.
Como pasó en algunos momentos de la primera fase de la campaña, la disponibilidad de dosis no será un obstáculo en España pese a que los países con menos recursos del mundo continúan con severos problemas para inmunizar con una sola dosis a su población. España tiene en la nevera unos cinco millones de dosis, pero se pueden dar otras dificultades que habrá que esperar si se confirman. “Llevar a los más jóvenes a vacunarse de nuevo va a ser difícil porque la gente está agotada”, anticipa la inmunóloga Carmen Cámara.