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España se encamina hacia la tercera dosis, pero los expertos creen prioritario acabar de inmunizar a jóvenes y mayores

Todavía se tiene que pronunciar la Agencia Europea del Medicamento (EMA) y el grupo de la ponencia de vacunas que asesora al Consejo Interterritorial de Salud, pero España parece encaminarse hacia una tercera dosis de las vacunas contra la COVID-19. Al menos para algunos colectivos vulnerables, como los inmunodeprimidos y las personas más mayores.

Lo dejó entrever este pasado miércoles la ministra de Sanidad, Carolina Darias, tras el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, cuando afirmó que “es necesario ver cuándo y a qué colectivos” se le aplicaría. Antes había matizado que faltan esas opiniones expertas, pero todos los mensajes que lanza la administración van en la misma línea. La ministra explicó que la ponencia de vacunas se reúne la semana que viene, sugiriendo que podría ser el momento de la decisión. Fuentes de la ponencia explican a este diario que la iniciativa, sobre la que se trabaja desde julio, “está bastante enfilada” y que en no más de 15 días debería estar lista –si no sucede esta próxima semana– para ser debatida por las comunidades autónomas en la reunión Interterritorial.

Expertos en vacunas creen sin embargo que España debería centrarse en acabar de inmunizar a las personas que aún no lo están. “El objetivo tiene que ser primero la repesca de todos los mayores de 40 no vacunados o con una sola dosis. Ese es el objetivo prioritario, tenemos dos millones de españoles de más de 40 años sin vacunar, principalmente entre los 40 o los 60. Lo segundo sería conseguir que se vacunen todos los mayores de 18 o de 12 para dificultar la circulación del virus”, resume José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas ANENVAC.

Porque las vacunas, aunque no son perfectas, funcionan. “Los innegables logros en la cobertura de vacunación nos han librado de un mayor colapso asistencial, de episodios de la enfermedad más severos y de una mortalidad más pronunciada”, escriben en este periódico los expertos en Salud Pública José Martínez Olmos, Daniel López-Acuña y Alberto Infante Campos. “Esto implica que hay que seguir vacunando para tratar de completar el 100% de la población diana a fin de impedir el mayor número posible de episodios severos y de muertes”.

Isabel Sola, codirectora del laboratorio del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, explica que todavía falta información. No solo para tomar la decisión, sino para saber por qué haría falta (si fuera el caso) la tercera dosis. “Se han publicado estudios en Israel (el país más avanzado con la vacunación) y otros sitios en los que reconocen que es difícil disociar y eliminar factores de confusión acerca de por qué es necesaria una tercera dosis, si tiene que ver con que estemos con otra variante [la delta] o con que personas inmunodeprimidas estén perdiendo la cobertura inmunológica”, ilustra.

En opinión de esta viróloga, que participa en la creación de una de las vacunas españolas, “es necesario hacer una vigilancia en las personas más mayores sobre cómo está evolucionando la inmunidad, si cuando dan positivo es solo el positivo o tienen síntomas”. Sí cree Sola, aún así, que “el debate es necesario, pero no urgente”.

A la espera de la EMA, aunque solo recomienda

La ministra y otros responsables aluden a la decisión de la EMA –que se espera desde el pasado lunes– como si fuera vinculante para los estados, pero no es el caso. Se demostró con la polémica alrededor de la vacuna de AstraZeneca a principios de año, cuando el preparado de Oxford se relacionó con la aparición de unos pocos casos de trombos en determinados perfiles de personas. La EMA dijo entonces que la vacuna era segura, pero muchos Gobiernos ignoraron aquella afirmación y dejaron de utilizarla.

“La EMA recomienda e indica, pero cada país toma una serie de decisiones que incluso hay veces que se entremezclan decisiones políticas, esto es así”, admite Inmaculada Cuesta, componente del grupo del trabajo de la Estrategia de Vacunación frente al COVID en representación de la ANENVAC.

Pero esta vez puede ser distinto. La Unión Europea advirtió este jueves de que los países europeos que decidan aplicar esta tercera dosis de refuerzo podrían tener problemas legales en caso de que hubiera algún incidente con la vacunación. “Las dosis de refuerzo no forman parte de la autorización de comercialización de las vacunas contra la COVID-19, y aún no han sido sujetas a una evaluación científica por parte de la EMA por la falta de datos suficientes”, explicó el Ejecutivo comunitario a Reuters, informa Andrés Gil.

Lo explica José Antonio Forcada, de ANENVAC. “En principio, y solo en principio, mientras la EMA no lo autorice no habría que aplicar una tercera dosis, porque habría que modificar las fichas técnicas e indicaciones de algunas vacunas”, que en este momento no contemplan una tercera dosis. Hacerlo sin el aval de las autoridades sanitarias podría suponer un problema para los países.

Y el problema, continúa este experto, es que todavía no hay información suficiente. “No hay ninguna evidencia científica de que pueda ser necesaria. Hay que completar estudios para ver si hace falta o no. Hasta que no se sepa si realmente aporta un extra importante para todo lo que significa volver a montar la campaña para una tercera dosis (recursos, logística, coste, enfermeras...), lo mejor sería no hablar de ello”, opina. Sí concede Forcada que “parece que pudieran ser necesarias para personas inmunodeprimidas”, pero tampoco es tan novedoso: “Sucede con todas las vacunas, su sistema inmunitario no les permite crear tantas defensas”, explica. “Pero sería absurdo [con la información disponible en este momento] ponérsela a todo el mundo”.

Mientras en España se debate, varios países ya tienen tomada su decisión. Habrá tercera dosis. Es el caso de Israel, que ni siquiera lo conjuga en futuro: ya lo está haciendo. Lo mismo sucede en Hungría, donde casi 200.000 personas han recibido ya un tercer pinchazo. Francia ha anunciado que a partir de septiembre cinco millones de personas vulnerables podrán recibirla, lo mismo que Alemania y Reino Unido, para colectivos de entre 50 y 80 años. En los otros extremos del mundo también se está apostando por esta vía: Chile, Uruguay y la República Dominicana han anunciado que inocularán de una tercera dosis a ciertas personas (mezclando vacunas, incluso) y EEUU lo hizo la semana pasada; hacia el otro lado, Emiratos Árabes o Bahréin se apuntan a la inyección de refuerzo.

Todos estos países –y España, si sigue la senda– desoyen de esta manera la petición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que apuesta desde el comienzo de la vacunación por priorizar la inmunización en todo el mundo antes que reforzarla en los países que ya van bastante avanzados. “En lugar de proceder con las dosis refuerzo, es mejor compartir esas dosis con otros países para que estos puedan aumentar el número de personas vacunadas con la primera o segunda dosis, aumentar la inmunización y luego comenzar con el refuerzo. Por eso pedimos una moratoria de dos meses para la tercera dosis”, ha declarado Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.

La lógica detrás de esta petición estriba en que por muy vacunados que estemos en Occidente, mientras el virus siga circulando por el mundo, aunque sea un mundo lejano a Europa, el riesgo es muy real, explican los expertos. “Hay que trabajar en mejorar la vacunación en países pobres, que tienen coberturas indecentes. Y mientras no consigamos esto estamos en riesgo de mutaciones, de variaciones frente a las que las vacunas no funcionen”, ilustra Forcada.

Lo cual lleva al siguiente punto. En el hipotético caso de que el debate sobre la tercera dosis estuviera ya superado en sentido positivo, ¿es mejor vacunarse ya con lo que hay o esperar unos meses a que se acaben de desarrollar las nuevas vacunas, que además de proteger contra los peores efectos del coronavirus como hacen las actuales prevendrían la infección de las personas y por tanto la capacidad de seguir infectando tal y como sucede ahora?

Forcada explica que algunas de estas nuevas vacunas, que producen anticuerpos esterilizantes que evitan la infección, “están finalizando su desarrollo”. La española que está preparando el CSIC va en esta línea. “Pero cuando las tengamos, y viendo cómo se comporta la pandemia en ese momento –igual se limita la circulación–, lo mismo sería necesario una dosis de una vacuna que evite la infección”, especula. En cualquier caso, “esto se ciencia ficción, lo veremos en medio año o así”, y añade que mientras tanto “probablemente necesitamos una tercera dosis para inmunodeprimidos”.

Porque lo fundamental ahora es detener lo más rápido posible la circulación del virus, coinciden los vacunólogos, para ir acercándonos a él. “El virus va por delante cuando tiene la oportunidad de multiplicarse y cambiar”, explica Sola. “Por eso es importante limitar la transmisión, y eso se hace con las vacunas y con todas las medidas no farmacológicas que conocemos: distancia de seguridad, mascarillas, etc. En la medida en la que limitamos que el virus se mueva y multiplique limitamos también su capacidad de que vaya por delante de nosotros”.

Y esto es una tarea global, de nada va a servir que en España lleguemos a un 80% de vacunados mientras otros países no alcanzan el 10%. “La idea de la vacunación universal es fundamental, sobre todo en una pandemia en la que el virus llega a todos los rincones del planeta porque estamos interconectados”, ilustra Sola. Porque el concepto de la inmunidad de rebaño, tan mentado, “no es aplicable a los humanos como en veterinaria en sentido estricto porque ”solo aplica si uno está absolutamente aislado. Si no, mientras tengas gente entrando y saliendo el virus puede entrar también, aunque tengas un 80% de vacunados“, cierra Sola. La inmunidad ”cada vez es más improbable dadas las características de la enfermedad y la naturaleza de las vacunas. La idea de que la inmunidad de grupo puede lograrse con un 70% de la población vacunada con pauta completa es ilusoria“, coinciden Olmos, López-Acuña e Infantes Campos.