Los corales rojos del Mediterráneo colapsan cocidos en unas aguas que el cambio climático ha tornado demasiado calientes. Sus colonias padecen mortandades masivas. Por eso, el Gobierno va a prolongar la prohibición de extraer ramas de coral que decretó en 2020.
La crisis climática, que es un fenómeno global, tiene traducciones muy concretas y locales. Para los pescadores de coral, la imposibilidad, de momento, de realizar su actividad. Para todo el entramado del ecosistema coralígeno, la desaparición: algunas poblaciones de corales han caído entre un 80 y un 90%, según calcularon recientemente investigadores del Instituto de Ciencias de Mar del Cscic y la Universitat de Barcelona.
El trabajo afirma que, lejos de mejorar, “las poblaciones analizadas han tendido al colapso”. 15 años después de la ola de calor de 2003, “pueden considerarse extintas desde el punto de vista funcional”. “La pérdida de los corales equivale a la de árboles en los bosques”, analiza uno de los autores, Joaquim Garrabou, del ICM-Csic. Los resultados “indican que los efectos de la crisis climática se están acelerando”.
En este contexto, el Ministerio de Agricultura y Pesca planea mantener hasta el final de 2023 la veda de coral, iniciada en abril de 2020, que expiraba el mes próximo. La prohibición se basó en claros indicios de que el coral rojo del Mediterráneo estaba siendo sobrexplotado. Se hacía difícil extraer ramas con la talla mínima legal. Este animal se utiliza, sobre todo, en joyería y, a menor escala, en la pseudociencia de la homeopatía.
Sin campaña científica
La idea del ministerio era investigar el estado de las colonias para “garantizar una explotación sostenible a largo plazo de la actividad ”. Pero Agricultura y Pesca no ha rematado la campaña científica. “Diversas circunstancias han producido un retraso en el desarrollo de la campaña”, explican. La pandemia de COVID-19, aducen, “ha impedido llevar a cabo con normalidad las tareas de programación y desarrollo”.
Por lo tanto, desconocen el estado de las colonias de coral. La investigación de la UB y el ICM-Csic hace las veces de respuesta: lejos de mejorar, el cambio climático está haciendo muy difícil que se recupere.
“Creemos que la pesca es incompatible con la conservación del coral rojo”, explica Cristina Linares, catedrática del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la UB. “Se trata de una especie muy longeva que no está acostumbrada a impactos y que crece muy lentamente, milímetros al año por lo que no debería abrirse la veda en décadas si queremos que se recuperen”, remata la investigadora que considera “hemos llegado a un nivel de sobrexplotación insostenible”, dice.
De hecho, el calentamiento global provocado por las actividades humanas está generando en el mar Mediterráneo “temperaturas incompatibles con la vida”. Al menos con la vida del coral rojo que se desea explotar comercialmente. El 90% del calor atrapado en la capa de gases de efecto invernadero de la atmósfera es absorbida por el mar y lo hace a ritmo de récord.
El declive del Corrallium rubrum ha venido por la acumulación de episodios extremos recurrentes de temperatura muy elevada en el agua durante días e, incluso, semanas. “Las poblaciones de coral mediterráneo podrían no ser capaces de recuperarse”, explican los científicos. La gorgonia roja y el coral rojo son esenciales para que funcionen estos hábitats donde viven muchas otras especies. “Son los arquitectos”, los describen en el Instituto de Ciencias del Mar. “Proporcionan una estructura tridimensional única”, indican.
Deterioro acelerado en el mar por el calentamiento global
La ola de calor detectada en 2003 ha servido para observar cuánto se habían repuesto durante más de una década las poblaciones de coral dañadas. “Todas estaban más lejos de recuperarse en 2018 de lo que estaban 2008”. En ese periodo, el Mediterráneo soportó picos de temperatura en 2009, 2016, 2017 y 2018. Así que el coral rojo perdió en las zonas revisadas hasta un 93% de su biomasa. Su compañera ecosistémica, la gorgonia roja (Paramuricea clavata) cayó hasta el 80%.
“Son sensibles a la crisis climática sobre todo en las colonias más superficiales, por encima de los 50 metros de profundidad, pero los que están más abajo son la fuente para que puedan recuperarse las poblaciones”, explica Linares. “Si se permite capturar esos corales que tienen la talla mínima, estaríamos alimentando el mismo problema: acabaríamos teniendo corales muy pequeños”, dice.
Los efectos de un mar recalentado por la crisis climática se hacen cada vez más patentes, aunque los avisos científicos ya comenzaran hace años. Los episodios de mortandades masivas en el Mediterráneo quedaron patentes en una revisión sobre los impactos del calentamiento global en el mar de la Oficina Española de Cambio Climático de hace más de un lustro. El Panel científico de la ONU constató en su informe específico de 2019 el deterioro de los océanos: una degradación que afecta a la población mundial en su conjunto ya que “toda la humanidad depende directa o indirectamente de los océanos y la criosfera”. España no es ajena.
Por el momento, el coral rojo en el Mediterráneo no será prácticamente arrancado del litoral español ya que, antes de la prohibición estatal, la Generalitat de Catalunya activó en 2017 una moratoria de 10 años en las denominadas aguas interiores –dentro de las primeras tres millas desde la costa–. La organización WWF recuerda que “el coral vivo tiene mucho más valor que el coral arrancado”.