Olm, la rara salamandra europea capaz de permanecer inmóvil durante siete años
Una rara especie de salamandra ha sido encontrada exactamente en el mismo lugar después de pasar más de siete años en una cueva. Los científicos creen que no se ha movido en 2.569 días. Los olm, cuyo nombre científico es Proteus anguinus, son anfibios que viven en Bosnia y Herzegovina, en los Balcanes.
Estos anfibios, que no son muy gregarios, son ciegos y poseen una piel translúcida. Además son muy resistentes al hambre (pueden pasar sin comida durante varios años), viven en completa oscuridad bajo tierra y bajo agua, y no tienen depredadores, por lo que no corren riesgo de ser devoradas.
Los científicos dirigidos por Gergely Balázs de la Universidad Eötvös Loránd, Hungría, estudiaron una población del olms que viven en sistemas de cuevas acuáticas en una región oriental de Herzegovina. Varias inmersiones durante ocho años siguieron su movimiento y encontraron que la mayoría se movió a menos de 10 metros entre 2010 y 2018, siendo alrededor de 5 metros lo habitual. El olm más activo se movió 38 metros en solo 230 días. Sin embargo, se descubrió que uno de los anfibios extraordinariamente inerte no se había movido ni una vez en casi una década.
Aparentemente, esta especie solo se ve obligada a moverse para aparearse, en promedio una vez cada 12,5 años. En las cuevas en las que habitan, la comida suele ser escasa, pero, cuando pueden, los olm se alimentan de pequeños crustáceos, caracoles u, ocasionalmente, de insectos.
Según el trabajo de investigación, publicado en el Journal of Zoology, “la mayoría de los estudios realizados sobre la especie hasta la fecha se basan en estudios de laboratorio, lo que resulta en una grave falta de datos ecológicos de las poblaciones naturales estudiadas en su hábitat original”.
Los autores de este trabajo de investigación además alegan: “Los ecosistemas de cuevas acuáticas son importantes para los ecologistas evolutivos como un sistema modelo pasado por alto y para los biólogos conservacionistas como un hábitat vulnerable y único, pero también debemos mejorar nuestra comprensión de cómo estos únicos ecosistemas realizan servicios ecológicos que benefician a los ecosistemas más allá de la cueva, incluido el acceso humano al agua dulce”.
El equipo asegura que estudiar a las criaturas también puede ayudar a rastrear los impactos humanos en los ecosistemas de cuevas acuáticas.
“La baja actividad reproductiva de la especie junto con la fidelidad extrema del sitio reportada hace que este depredador principal de las comunidades de cuevas acuáticas sea altamente vulnerable y un bioindicador sensible de las actividades humanas que cambian el hábitat”, concreta el documento.
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