El Parque Nacional de Guadarrama soporta la presión de haberse convertido en un polo de atracción turística a escasos kilómetros de una urbe de tres millones de personas como es Madrid. El reclamo de una naturaleza de primer nivel alimenta una amplia gama de negocios que aprovechan su atractivo. Entre ellos, el empeño por mantener una estación de esquí de fondo en el parque.
El esquí de fondo ha sido permitido por los gestores de este espacio protegido (la Comunidad de Madrid y Castilla y León). Existe una pista de 5 kilómetros en Cotos (en la vertiente madrileña) de “acceso libre y gratuito”, según informa el parque. Se sitúa en una zona de gran congestión de visitantes. Las otras instalaciones están en Navafría (Segovia), y funcionan como estación comercial a cargo de la concesionaria Actividades Nórdicas.
Esta estación funciona desde 2007, antes de la declaración del parque en 2013. Pero, una vez establecido este nivel de protección ambiental, la actividad comercial se ha mantenido. De hecho, al expirar la concesión, la dueña del monte, la unión de pueblos Comunidad de la Villa y Tierra de Pedraza, volvió a adjudicar este uso especial del suelo a la empresa.
La concesión a Actividades Nórdica obtuvo la autorización de la Junta para aprovechar, casi en exclusiva, 16 kilómetros de caminos forestales públicos a modo de pistas (algunos en el parque nacional) y que su actividad tenga un trato preferencial. El edificio público que utiliza como centro de operaciones está en proceso de remodelación a cargo de la propietaria –la misma unión de municipios segovianos– y, ante la falta cada vez más habitual de nieve, está a punto de poder fabricar nieve artificial. El 29 de octubre pasado la Confederación Hidrográfica del Duero aprobó la captación de agua necesaria para este proceso.
Este último periplo de permisos comienza en septiembre de 2017 cuando la sociedad consiguió autorización final de la Junta de Castilla y León para utilizar diferentes pistas forestales, que ocupan 80.000 m, como pistas de esquí de fondo, según la resolución firmada el 27 de ese mes que ha podido revisar eldiario.es. La autorización abarca cuatro temporadas a cambio de un alquiler de 6.800 euros anuales. Un precio fijo ya que “no existirá revisión del canon”, especifica el documento.
La estación cuenta así con un dominio esquiable extenso para desarrollar su actividad comercial en un ecosistema de alto valor. La propia Administración admite que se trata de una “elevada longitud de caminos forestales con importante influencia en la gestión del monte” para reservarse el derecho de aprovechar las pistas cuando lo precise.
La estación funciona, grosso modo, como cualquier otra: tarifas para entrada en la pista, forfait de temporada, alquiler de material, organización de cursos colectivos o clases individuales, promociones…
La empresa subraya que su modelo de negocio es de bajo volumen: “Un día de alta ocupación para nosotros supone 230 personas. Somos algo muy pequeño”. También insisten en que representan un “aprovechamiento sostenible. No queremos que suba mucha gente en sus coches. Querríamos que hubiera un servicio de transporte público del parque y así lo hemos pedido”. Hasta entonces, la estación traslada a sus clientes en una lanzadera. “El problema del parque nacional no es el esquí de fondo en Navafría”, resumen.
La contraparte la pone la asociación Ecologistas en Acción. Su portavoz, Mª Ángeles Nieto, insiste en que “se están forzando los procedimientos desde las administraciones para mantener esta actividad que es ajena a la conservación y que sí conlleva impactos”. Y añade que la estación “es el reflejo de un modelo que ya no es posible ni sostenible, por eso piden poder hacer nieve”.
Nieto se refiere a que el proyecto se mantiene a sabiendas de que el elemento crucial para este negocio, la nieve, es y va a ser cada vez más escasa en esta montaña por el calentamiento global del planeta. El Centro informa de que ha abierto una media de 66 días por temporada (de 150 jornadas posibles) entre 2007 y 2017 en una tendencia descendente. Tienen en marcha la solicitud para fabricar nieve artificial en un tramo de sus pistas.
La estación de esquí goza de cierto carácter especial ya que, aunque la autorización asegura que “los caminos de carácter público no podrán verse cortados por completo del tránsito a pie”, se añade que la empresa puede informar de que “por seguridad y durante estas fechas se restringe temporalmente el paso de peatones (…) existiendo alternativas de paso por otras zonas próximas”.
El refugio-oficina
“El edificio se está cayendo”, explican en Actividades Nórdicas al hablar del centro de operaciones utilizado por la estación. Un edificio por el que la empresa abona un canon de 500 euros anuales. La propietaria, la Comunidad de la Villa y Tierra de Pedraza, ha impulsado una remodelación que necesita permiso.
Los expedientes y la documentación del proyecto hacen ver que se trata de una mera rehabilitación de un refugio de montaña. Así, el promotor incluye en su memoria que “el uso característico del edificio es el de refugio”. No se menciona que se trata de instalaciones utilizadas por la estación de esquí, donde se recibe a los clientes y se alquila material para utilizar las instalaciones.
Y sobre su uso como refugio de montaña, el permiso indica que cumplirá esta función “durante la temporada en que permanezca abierto y en el horario de la actividad [el esquí]”. Incluye que el acceso a las estancias será libre “en caso de condiciones climatológicas severas”. Y, además, le añade una cláusula: los esquiadores de la estación tienen preferencia. “En caso de afluencia masiva tendrán prioridad de acceso aquellas personas que se encuentren desarrollando la actividad organizada”. Cuando no hay temporada de esquí, (de abril a noviembre), el refugio se cierra y no es refugio. La Junta lo expresa así: “Se derivará a los excursionistas al refugio de Navalcollado, de acceso totalmente libre, comunicando la opción mediante un cartel informativo”.