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Así ven cuatro históricas el estallido feminista: “Es emocionante ver esta conquista imparable, que va a seguir”

La cabecera de la marcha feminista de Madrid, a su paso por la plaza de Cibeles

Marta Borraz

Menos de 24 horas después del tsunami feminista que ha vuelto a tomar las calles contra el machismo, a Begoña San José todavía se le entrecorta la voz al hablar de lo que vivió la tarde del 8M. Lo hace recordando la masiva movilización que un año más recorrió Madrid en una muestra colectiva de cómo el feminismo se consolida, crece y se expande. La histórica feminista se refiere a un grupo de niñas de no más de diez años que, contundentes y seguras, le explicaban al paso de la protesta por Cibeles, iluminada de violeta, por qué son feministas. “Es emocionante. Es de las pocas veces que he llorado en una manifestación”. Y ha estado en muchas.

San José (Real Sitio de San Ildefonso, 1949) fue la primera Secretaria de la Mujer de CCOO y una militante feminista desde hace décadas. Comparte con compañeras de lucha y de veteranía la sensación de estar viviendo un culmen, una conquista, un triunfo tras años de trabajo incansable que seguía aún cuando el 8M en la capital no llegaba al medio millar de manifestantes. “No nos atrevíamos a convocar en la Gran Vía porque nos daba miedo no llenarla”, cuenta. Este 2019, la Policía ha cifrado en 350.000 personas la asistencia en Madrid, el doble que el año pasado.

Emoción es la palabra más repetida por las históricas del movimiento, que ven con satisfacción la toma de conciencia colectiva aupada por varios hitos acumulados en los últimos años. Según sus propios diagnósticos, el 15M motivó la politización de buena parte de la ciudadanía, en su mayor parte gente joven, y las grandes protestas que protagonizaron las mujeres en 2014 contra la reforma del aborto que diseñaba entonces el PP de la mano de Gallardón fueron determinantes. La contestación feminista y social encendió la mecha de una cascada de movilizaciones cada vez más masivas hasta llegar hasta aquí.

“La victoria del aborto –los populares retiraron finalmente la propuesta– fue fundamental. Nos dio esa energía para saber que, si somos muchas en la calle, se consigue. Saber que se puede ganar es necesario”, explica Begoña Piñero, portavoz de la Tertulia Feminista Les Comadres de Gijón, fundada en 1985. Ellas fueron las impulsoras del Tren de la Libertad, la protesta que inundó las calles de Madrid contra la reforma popular. Piñero era entonces portavoz del colectivo, que en una comida de amigas con otra organización asturiana ideó la movilización.

La irrupción de las jóvenes

Para Justa Montero (Barcelona, 1955), activista feminista desde la década de los 70, la lucha por el aborto fue también un motor de la expansión feminista, que ha logrado llevar el feminismo a las conversaciones cotidianas, a las casas, los medios y el discurso político. Tras este hito, y teniendo en cuenta únicamente el contexto español, irrumpió el 7N de 2015, una histórica y multitudinaria marcha que llevó a Madrid a mujeres de toda España para pedir que las violencias machistas fueran cuestión de Estado. Menos de un año después, 'la manada' agredía sexualmente a una joven en las fiestas de Sanfermines de 2016 y la violencia sexual, con impulso del #MeToo, se situaba en el centro de la agenda.

En todo este escenario, “la incorporación de las jóvenes ha sido determinante. A muchas se les hizo una promesa de igualdad y se les educó en estos términos, pero luego vieron que no era real”, explica Montero. La integrante de la Comisión 8M, organizadora de la segunda huelga feminista en España, sigue atendiendo a los medios un día después y hace balance. “Es emocionante ver este estallido y esta conquista imparable, ver la fuerza colectiva de las mujeres, que van a seguir peleando. Es un movimiento que se ha rebelado de una voluntad muy fuerte. Otra cosa a destacar es algo que no ocurría cuando empezamos nosotras y es ver a gente de todas las generaciones, desde abuelas a niñas”.

La amplitud generacional del movimiento feminista es una de las características con las que se muestra en la actualidad además de la combinación de la “reivindicación y la alegría”, en palabras de Montero, que “le da una potencia enorme”. “Para mí esto es el éxito de un continuo de muchísimos años de hacer colectivo por parte de mujeres diversas. El producto de un movimiento feminista que ha seguido peleando y estando en la calle, al que nunca han conseguido silenciar. Siempre hemos mantenido la fuerza y la autonomía”, reflexiona.

Todas las veteranas consultadas para este reportaje coinciden en señalar la irrupción de las jóvenes como uno de los puntos clave. Mujeres que se ven muy interpeladas por discursos que han estado en el centro y que ahora están sobre la mesa: el aborto y la violencia sexual. En Euskadi, por ejemplo, este último asunto ocupa la movilización feminista ya desde aproximadamente 2013, cuando comenzaron a visibilizar las agresiones sexuales que sufrían las mujeres en San fermín y en otras fiestas. 'La manada', condenada a nueve años de cárcel por abuso sexual, fue el salto estatal que sirvió como catalizador global.

El cuerpo, en el centro

A sus casi 70 años y con décadas de feminismo a sus espaldas, Bego Zabala, activista de Emakume Internazionalistak, define las masivas protestas que suscitó el juicio a 'la manada' y la sentencia como “catárticas” y sitúa el enganche con las jóvenes, clave en este proceso, en un elemento aglutinador: los derechos sobre el cuerpo y la autodeterminación corporal de las mujeres. “Es algo muy importante que se ve en el tema del aborto de Gallardón y con la violencia sexual. Les han tocado una fibra sensible. A lo mejor les hablas de trabajo o precariedad y no les llega, pero el cuerpo sí, que les digan que no pueden hacer algo con su cuerpo, que es suyo y tienen claro que mandan sobre él”, opina.

Al igual que sus compañeras, Zabala habla también con la emoción de quien ha peleado en tiempos en los que la opción más encomiable era renegar del feminismo y asume como triunfo el discurso “amplio” con el que ahora empuja el movimiento. Coincide con ella Montero, que nombra la campaña #1000motivos con la que la Comisión 8M ha querido llamar a la huelga feminista a las mujeres. “Cuando decimos que tenemos 1.000 motivos estamos interpelando a todas. Es una propuesta inclusiva en la que hablamos de muchísimas formas y articulaciones de expresar el machismo”, apunta.

También coincide Piñero, que nombra “el trabajo de hormiguitas” de muchas históricas del movimiento y “nuestra insistencia y resistencia” mientras recuerda la explosión de alegría que en Gijón, ciudad en la que vive, sentían cuando eran solo unas pocas 8M tras 8M. “Era importantísimo ver a esas mujeres, pero no hay palabras para expresar lo de ayer, fue impresionante”, dice al otro lado del teléfono. “No me gusta decir que no perdíamos la esperanza, pero cuando éramos pocas no nos desesperábamos porque estábamos convencidas. Teníamos convencimiento pleno de que era el camino y de que las mujeres seríamos en colectivo conscientes de la discriminación que nos atraviesa”.

Para Begoña San José el gran reto es que el empuje de la calle derive en cambios reales y medidas concretas. Aunque el feminismo ya ha irrumpido en los partidos políticos, la veterana apunta a la necesidad de que “se traduzca en voto feminista”. “Si no, no habrá respuesta entre la calle y lo institucional”. La mirada de quién lleva décadas peleando por los derechos de las mujeres se posó este 8M sobre las más pequeñas mientras su ímpetu activista le llevaba a estar en la cabecera de la manifestación de Madrid como parte del cordón de seguridad que la rodea. “La manera en que estaban esas niñas y la forma en que decían que eran feministas... –reflexiona– No hay mejor regalo después de tantos años”.

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