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Estudiantes de toda España se revuelven contra los exámenes presenciales en la Universidad en plena tercera ola

Un profesor imparte clase en el Campus Ciutadella de la Universidad Pompeu Fabra. EFE/Quique García/Archivo

Daniel Sánchez Caballero

13 de enero de 2021 22:38 h

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Revuelta estudiantil en la Universidad. Alumnos de toda España se rebelan contra la imposición por parte de la mayoría de las universidades de exámenes presenciales tras haber pasado el primer cuatrimestre en una modalidad de estudio semipresencial en el mejor de los casos y justo cuando el país sufre la tercera oleada de COVID y otra de frío. En alguna universidad, como la de Granada (UGR), se da la circunstancia de que los estudiantes no han pisado las aulas desde octubre, pero ahora tendrán que ir a examinarse. “Es incongruente e irresponsable: clases online, pero exámenes presenciales”, resume Hada Martínez, portavoz de la Unión Sindical Estudiantil (USE) y alumna de la UGR.

El estudiantado denuncia que los campus, con carácter general, se niegan los exámenes a distancia porque desconfían de las posibles trampas que pueda hacer el alumnado y también porque no saben cómo hacerlo, y lamentan la “incapacidad de la universidad de adaptarse” y la improvisación en algunos casos ante una situación que era previsible. “Los posibles rebrotes y las condiciones extremas durante los exámenes de enero son temas recurrentes sobre los que se ha estado debatiendo desde el principio del curso académico. No obstante, ni las universidades ni las instituciones se han adaptado en tiempo y forma a las repercusiones de estas, incumpliendo las medidas sanitarias en las universidades durante la convocatoria ordinaria, desechando la posibilidad de la evaluación telemática y poniendo en riesgo la seguridad del estudiantado”, lamentan CREUP y CEUNE, los dos principales órganos de representación de los universitarios.

Las noticias se suceden estos días, de norte a sur y de este a oeste. En Castilla y León, más de 5.700 estudiantes han pedido que los exámenes se realicen a través de internet. En Sevilla, parecido. El alumnado de Oviedo anda a la gresca con la Universidad, que les ha obligado a realizar exámenes en condiciones de “muchísimo frío”. Las problemáticas se extienden y multiplican. En algunos centros de Madrid, como la Carlos III, las pruebas tenían que haber empezado el pasado lunes, pero fueron pospuestas por la borrasca Filomena y se han reubicado contra el criterio estudiantil, al final del proceso de exámenes cuando son los que mejor preparados tienen los estudiantes. Además, lamentan, se quedan sin días de descanso entre trimestres. En la Rey Juan Carlos, como en Granada, tienen que acudir a hacer exámenes después de pasarse el curso aprendiendo desde casa.

El Ministerio de Universidades se reunió con los estudiantes hace unos días, cita de la que salió el compromiso de la cartera que dirige Manuel Castells de trasladar el asunto al Ministerio de Sanidad y el recordatorio de “que es necesario el escrupuloso cumplimiento de los requisitos sanitarios establecidos por las autoridades competentes para el desarrollo de cualquier actividad académica presencial y, como ya se recogía en los planes elaborados, en caso de imposibilidad de cumplimiento ha de implementarse un modelo de docencia híbrida o, en caso necesario, totalmente virtual”. El problema que tiene el ministerio es que tiene poca (o nula) capacidad de influenciar en las universidades, que son autónomas.

La CRUE, que reúne a 76 universidades españolas públicas y privadas, sí podría tener más ascendente. Pero, lamentan los estudiantes, no se ha puesto de su lado. En un comunicado emitido el pasado martes, la conferencia de rectores explica que “las universidades españolas ya planificaron un curso 20-21 en el que se apostaba por la máxima presencialidad y el cumplimiento de las normas sanitarias establecidas por el Gobierno Central y los Gobiernos autonómicos”, lo cual, “junto con los protocolos para la realización de exámenes presenciales, y el cumplimiento estricto de las normas sanitarias por cada miembro de la comunidad universitaria, nos permitirá el desarrollo de nuestra actividad, incluidos los exámenes, cuya presencialidad ha sido autorizada por las diferentes autoridades sanitarias”.

“Absolutamente irresponsable”

Los estudiantes están desconcertados. Observan cómo sube la incidencia de la COVID en España, aumentan las restricciones en las comunidades autónomas, pero se mantienen los exámenes en el aula. “Sabemos que se han generado protocolos específicos para la realización de los exámenes”, concede Laura Alcaide, de la comisión permanente del CEUNE, “pero ya hemos visto universidades en las que no se ha respetado estos protocolos”. Las organizaciones de estudiantes exigen a la administración que determine “unos criterios comunes” acerca de la realización de exámenes para que los alumnos sepan a qué atenerse.

En la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) 1.600 estudiantes han firmado un documento en el que se recuerda que “las actividades se llevarán a cabo en su mayoría en remoto”, sin embargo “el criterio que prima a la hora de realizar los exámenes (...) de enero es la realización en la modalidad presencial”, decisión que tachan de “absolutamente irresponsable” y exigen “el establecimiento de un criterio común para la realización de los exámenes, así como que se realicen a través de la modalidad online”.

“Los estudiantes de Periodismo y Comunicación Audiovisual no vamos ni un solo día a clase”, explica Mario. “Estamos haciendo las prácticas desde casa. En la asignatura Cámaras y Sonido tuvimos una sobre uso del flash y la iluminación y la tuve que hacer con el móvil. Pero el examen es presencial. ¿Qué clase de lógica es esa?”, se pregunta, y explica que por mucho que la URJC garantice la seguridad en las aulas para realizar el examen, está el factor desplazamientos en transporte público, pasillos de la facultad, etc. “Somos unos 60 en clase, ¿cómo vas a gestionar esas distancia de seguridad? Las entradas se abarrotan, no puede haber distancia de seguridad”. Ni siquiera les han dividido en dos grupos para hacer los exámenes, lamenta.

Mario, como Martínez, de la UGR, menciona la situación de los estudiantes cuya residencia no está en el mismo sitio que la universidad donde estudian. “En la UGR hay unos 27.000 estudiantes que vienen de fuera (aproximadamente la mitad)”, explica la portavoz de USE. Muchos de ellos se fueron cuando la universidad decidió, a mitad de octubre, que las clases serían a distancia, pero ahora tienen que volver y “buscarse la vida para vivir” en la ciudad durante un mes.

Evaluación continua y 'proctoring'

De fondo sobrevuelan dos problemas, lamentan los estudiantes: la importancia que todavía tienen los exámenes como método de evaluación en la universidad española y la desconfianza de las universidades en que los universitarios copien durante las pruebas (o su incapacidad de plantear exámenes orientados a la reflexión y el desarrollo, explican los alumnos, más que al volcado de conocimientos y por tanto en los que copiar no sea una opción).

“Reclamamos, tanto al inicio del cuatrimestre pasado como este, que se implante la evaluación continuada para evitar estas situaciones”, explica Alcaide, de CEUNE, respecto de la primera cuestión. “Hay grados y asignaturas en los que los exámenes llegan a tener un 70% del peso de la evaluación”, añade.

El espacio europeo de educación superior, conocido como el plan Bolonia, incluía en teoría una apuesta por esta evaluación continua, basada en la realización de trabajos durante el cuatrimestre y la participación en clase, para rebajar el peso de los exámenes. Pero no ha acabado de suceder. “Si de verdad pensamos que debe ser el método, habrá que regularla para que el examen no valga tanto. No tiene sentido que la evaluación continua suponga solo tres puntos [sobre diez]”, opina Martínez, de USE.

El segundo elemento es la vigilancia que las universidades podrían realizar de sus estudiantes mientras hacen un examen a distancia, concepto conocido como proctoring. El último trimestre del curso anterior, que se cerró con exámenes a distancia, muchos profesores optaron por técnicas que los estudiantes no recibieron demasiado bien. “Muchos emplearon técnicas como que los alumnos pongan cámaras mientras realizan el examen, invadiendo su privacidad o el derecho a la intimidad, o realizaran exámenes contrarreloj tipo test o de preguntas cortas con tiempo muy reducido que no dejaba margen para contestarlas”, explica Martínez. En ocasiones incluso les pedían que conectaran la cámara del móvil para asegurar que no había nadie más en la habitación o los micrófonos para evitar chivatazos orales.

Pero no todas las universidades han optado por lo presencial como forma de vida. Existen alternativas a los exámenes imposibles de completar a tiempo. En la Cardenal Herrera Oria CEU, en la Comunidad Valenciana, todas las pruebas serán online. Fuentes de la universidad explican que la vigilancia se llevará a cabo a través de una plataforma llamada Balckboard Collaborate Ultra que incorpora un navegador de internet propio incompatible con otros navegadores (para evitar consultas en internet) y que también les da acceso a la cámara web del estudiante “para monitorizar su situación”. También hay públicas, como la Universidad de La Laguna. Otras todavía negocian con los estudiantes, una de las peticiones que realizó el Ministerio de Universidades: “Es importante que todas esas medidas adicionales que se tomen sean tomadas en el marco del consenso y la escucha de todos los actores de la comunidad universitaria”.

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