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Un estudio publicado en 'The Lancet' señala a un antiviral como posible tratamiento para la viruela del mono

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Daniel Sánchez Caballero

25 de mayo de 2022 00:31 h

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La viruela del mono es una enfermedad endémica africana, por lo que el mundo avanzado no se ha preocupado excesivamente por saber sobre ella. Históricamente apenas se habían registrado casos fuera de ese continente, por lo que la infección no tiene un tratamiento oficial aprobado ni se conoce demasiado acerca de su funcionamiento; por ejemplo, durante cuánto tiempo alguien infectado es contagioso.

Ahora, ante la explosión de brotes en 14 países europeos, crece el interés en el primer mundo. Un equipo de investigadores del Reino Unido ha evaluado el tratamiento y la respuesta que tuvieron siete contagiados por la viruela del mono en el país británico entre 2018 y 2021, además del comportamiento del virus, y arroja algunas conclusiones preliminares. El estudio, publicado en la revista The Lancet Infectious Diseases, explica que el antiviral tecovirimat tiene potencial para mitigar tanto la duración de los síntomas como el periodo en el que una persona es contagiosa, aunque advierte de que es necesario investigar más.

“Faltan datos de ensayos clínicos”, concede explica el doctor Hugh Adler, del Hospital Universitario de Liverpool y autor principal del texto. “Mientras los responsables de salud pública intentan entender qué está causando estos brotes de viruela del mono en 2022 en Europa y Norteamérica –que han afectado a pacientes que informan de que ni han viajado ni han entrado en contacto con casos conocidos–, nuestro estudio ofrece algunas de las primeras perspectivas sobre el uso de antivirales para tratar la viruela del mono. Aunque este último brote ha afectado a más pacientes de los que hemos localizado previamente en el Reino Unido, históricamente la viruela del mono no se ha transmitido de manera eficiente entre personas, y en general el riesgo para la salud pública es bajo”, tranquiliza el experto.

Entre cinco y 21 días contagiosos

Lo que sí se sabe es que la enfermedad es rara fuera de África, que tiene un origen animal y que los casos de contagios entre humanos son poco frecuentes. La viruela del mono no tiene un tratamiento aprobado, aunque la vacuna de la viruela protege contra la infección, y el periodo en el que una persona contagiada puede potencialmente infectar a otros se extiende entre los 5 y los 21 días. Los síntomas habituales son fiebre, erupciones cutáneas e inflamación de los ganglios linfáticos, que en los casos más graves pueden incluir inflamación de los pulmones o el cerebro e infecciones bacteriológicas. La tasa de mortalidad varía, añade el estudio, desde el 1% al 10% de la Cuenca del Congo hasta el 3% en Nigeria, y las muertes se dan sobre todo en niños o portadores del VIH. Lo habitual ante un caso es aislar al paciente en hospitales especializados.

El estudio británico añade ahora como posible tratamiento a los antivirales brincidofovir y tecovirimat, que se utilizan para tratar la viruela en humanos y se han mostrado cierta eficacia contra la viruela del mono en animales.

En Reino Unido trataron a siete pacientes entre 2018 y 2019: cuatro de ellos enfermaron en África occidental y otros tres se contagiaron de otro humano.

De este grupo, tres fueron tratados con brincidofovir siete días después de las primeras erupciones cutáneas, pero “no se observó que tuviera ningún beneficio clínico convincente para tratar la viruela del mono y se observaron alteraciones en el hígado”, explica el estudio, que se pregunta si de haberse administrado más temprano en el desarrollo de la enfermedad o en diferentes dosis el resultado habría sido distinto. Pese a todo, añade el texto, los tres pacientes se recuperaron.

El siguiente bloque de enfermos se registró en 2021, cuando una familia se contagió tras un viaje a África. En este caso, destaca el estudio, se observaron los dos primeros casos de contagio entre humanos en el hogar. Una de estas tres personas fue tratada con tecovirimat y “experimentó una duración más corta de los síntomas y una menor excreción viral del tracto respiratorio superior que otros casos de ese mismo grupo”, cuenta el estudio, aunque también admite que los autores no pueden confirmar la eficacia del antiviral con una cohorte tan pequeña, por lo que piden que se investigue más.

Mar Faraco, presidenta de la Asociación de Médicos de Sanidad Exterior (AMSE) explicó al Science Media Centre de España que el estudio está muy limitado por los pocos casos que se tratan. “Se hace un breve resumen general, no hay comparación alguna, no hay datos de laboratorio asociados de detección viral y datos de análisis generales, etc. Concretamente el brincidofovir se dio bastante tarde y además de no parecer tener mucho efecto (¿quizá también por el retraso?) alteró la analítica hepática. Pero con tres casos y sin saber dosis, como ellos mismos dicen no es valorable (quizá es útil como una pequeña pista a seguir si se decide reutilizar). En cuanto al tecovirimat, aprobado en 2022 por la EMA (Agencia Europea del Medicamento), con un único caso tratado no hay nada real que decir, aunque no contradice los datos por los que ha sido autorizado, y no ha tenido efectos secundarios”, valora.

La investigación recuerda que todos los pacientes fueron hospitalizados no por la severidad de los síntomas sino para controlar posibles infecciones. También remarca que ninguno de ellos sufrió las complicaciones más severas que pueden acompañar a la viruela del mono, como son la neumonía y la sepsis, aunque uno de ellos sufrió una leve recaída seis semanas después de dejar el hospital y otro desarrolló un absceso que tuvo que ser drenado.

Por último, los sanitarios abordan brevemente durante cuánto tiempo un infectado es contagioso. “En anteriores brotes de la viruela del mono se consideraba infecciosos a los pacientes hasta que todas las lesiones formaran costras”, cuenta la doctora Catherine Houlihan, de la Agencia de Seguridad Sanitaria y el University College London, “pero en estos siete casos se observó diseminación viral durante al menos tres semanas después de la infección. En cualquier caso, los datos sobre la capacidad de infección son limitados y es un importante área para estudiar en el futuro”, cierra.

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