Un estudio revela que no existe una gran diferencia entre 'boomers' y 'millennials' en cuanto a estereotipos de género

Los boomers y los millennials no parecen diferir demasiado respecto a las ideas que asocian a los estereotipos de género, pese a que tienen toda una generación en medio que los separa (la X). Esta es una de las principales conclusiones que recoge el estudio ¿Siguen vivos los estereotipos de género en el siglo XXI?, del Observatorio Social de la Fundación 'La Caixa', que sostiene, pese a este llamativo dato, que estas ideas estereotipadas ya se encuentran bastante diluidas en la sociedad española.

En base a la encuesta realizada, los chicos y chicas de la generación millennial son los que se sienten más identificados con aquellos rasgos de la personalidad que tradicionalmente se han asumido como diferenciadores del género. A la pregunta “¿hasta qué punto estos rasgos te definen como persona?”, los participantes respondieron con una nota entre 0 (nada) y 10 (totalmente). Ellos se sentían identificados con atributos “agénticos” como la competición, el riesgo, el liderazgo o el conflicto en 0,46 puntos más de media que ellas; las mujeres se sentían más apeladas que ellos —0,52 puntos más— ante características “comunales” (afecto, empatía, escucha, comprensión, amabilidad…).

“Las diferencias entre géneros tampoco es que sean enormes teniendo en cuenta que se trata de una escala que va del 0 al 10, pero para que no hubiera estereotipos tendría que ser todo igual”, explica Marta Fraile, investigadora del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y una de las autoras del estudio, que trata de darle contexto a los resultados: “Por una parte es verdad que la generación millennial tiene el efecto de que ha sido educada en democracia, con instituciones que velaban por intentar luchar contra la desigualdad de género y la reconocían. Por otra, algunos estudios han mostrado que en el momento en que hombres y mujeres forman familias, tienden a reconectar de nuevo con las normas sociales de género”.

Según la encuesta, las mujeres de esta franja de edad se sentían, por ejemplo, marcadamente más empáticas que sus coetáneos, con una diferencia de 1,13 puntos, y los hombres aseguraban definirse como competitivos en 1,04 puntos por encima de ellas, los valores diferenciales más altos de toda la gráfica original (que separaba los resultados en ocho rasgos 'agénticos' y ocho 'comunales').

En este sentido, los boomers siguen muy de cerca, mucho, a los millenials en cuanto a la diferenciación por género de esta autopercepción “agéntica”, pues obtienen resultados casi idénticos: los hombres de esta generación tienden a identificarse más que ellas con estos atributos, con 0,45 puntos de diferencia, solo 0,01 menos que aquellos que se encuentran en la franja de edad de los 26 a los 40.

Algo destacable de este estudio es que las dos generaciones de mujeres que se encuentran más alejadas (la boomer y la Z), prácticamente comparten los mismos resultados: aquellas cuya edad se comprende entre los 55 y los 75 años y las jóvenes de 16 a 25 dicen sentirse más desprendidas de aquellos atributos de la personalidad tradicionalmente asociados al género femenino que aquellas que se encuentran en las generaciones “intermedias” (la X y la millenial). 

“Lo comunal” como algo más típicamente femenino

Pero hay un matiz, ya que al ser preguntados no por con qué cualidades se sentían representados ellos y ellas, sino por si consideraban que algunas de esas cualidades eran más comunes en chicos o en chicas en general, el 17,75% de millenials consideraron lo “agéntico” como algo más común en el género masculino y el 31,37% asociaron lo “comunal” como algo más frecuente en ellas, por lo que ni se acerca a la unanimidad.

La generación en la que, en cuanto al autoconcepto, se aprecian menos diferencias dependiendo del género es la Z, situándose ellos 0,26 puntos por encima de ellas al identificarse con valores “agénticos” y ellas 0,29 puntos por encima en la identificación con atributos “comunales”. No obstante, son los Z los que más “estereotipos” parecen tener al responder a la segunda pregunta: “¿Consideras que algunos de estos rasgos son más típicos de hombres o de mujeres?”. El 30,88% aseguraba que lo “comunal” era más frecuente en ellas y el 16,87% asociaba lo “agéntico” como algo más propio de ellos. La hipótesis de la autora en este sentido es que es en estas edades cuando solemos ser más hiperconscientes de nosotros mismos, de los demás, y de lo que la sociedad espera de nosotros/as.

En esta segunda pregunta, la percepción que más varía entre generaciones es la relativa a los rasgos tradicionalmente considerados como “femeninos”, ya que la generación más joven los relaciona más con ellas en este 30,88%, la millenial en un 31,37%, la X en un 24,75%, y la boomer en un 22,87%, por lo que la diferencia entre el valor más alto y más bajo es de ocho puntos porcentuales. Sin embargo, la diferencia en la percepción de todas estas generaciones en cuantos a los rasgos tradicionalmente considerados como masculinos es menos apreciable, pues el valor más bajo lo atesoran los boomers, de los cuales solo el 12,87% dice asociar estos rasgos al género masculino, y el más alto la Z, de la cual el 16,87% lo afirma. Son cuatro puntos de diferencia, la mitad.

La generación más mayor, paradójicamente, es la que sale mejor parada en este aspecto. Fraile conjetura que, si bien es en edades más tempranas cuando somos más hiperconscientes de las expectativas de los demás, a edades más tardías estas diferencias son mucho menos relevantes para nosotros.

Ellos más arriesgados, ellas más preocupadas por su físico

El riesgo, el conflicto y la competición son los rasgos más popularmente asociados a ellos. El aspecto físico es el más atribuido a ellas, seguido de la escucha, la tendencia a darle importancia a lo que piensen los demás, y la empatía.

Sin embargo, no hubo un verdadero consenso entre los encuestados en ninguna de estas afirmaciones, ya que ninguna supera el 30% de acuerdo.

En lo que sí que se apreció una diferenciación de género significativa por parte de las personas encuestadas es en lo que respecta al desempeño de algunas actividades. El 38% de los hombres y el 33,5% de mujeres consideraron que ellas eran mejores en las labores de cuidados (cuidar a hijos pequeños, personas mayores o familiares enfermos). Sin embargo, el consenso se redujo muchísimo en cuanto a aquellas labores tradicionalmente asociadas al hombre (como poner en marcha una nueva idea comercial, liderar equipos de trabajo, o ser portavoz de un grupo político). Menos del 10% consideraron que estas actividades las hacían mejor ellos (un 7% de chicos y un 5,48% de chicas).

Fraile le da dos explicaciones a estos resultados: “La primera es que tiene que ver la dimensión pública y la privada. Es decir, los rasgos y características que se asocian con la feminidad digamos que, inconscientemente, se asocian a lo íntimo, a lo personal, y ahí es más difícil que los estereotipos se difuminen”. La segunda explicación, expone, es que “hasta ahora ha habido mucho esta visión 'americana' de que parte de estas desigualdades tienen que ver con que ellas no son lo suficientemente agénticas, porque se preocupan demasiado por los demás… Que somos nosotras las que tenemos que ser como los hombres si queremos que haya igualdad, y, en cambio, todo el discurso relativo a las cualidades asociadas a la feminidad ha sido más suave”.

La conclusión final del estudio, asegura, es que “hemos avanzado mucho en la superación de algunos estereotipos de género, pero todavía subyacen de forma inconsciente ideas muy tradicionales sobre la feminidad y el papel que las mujeres cumplen en la sociedad”.