Desenmascarar la dramática extensión de la violencia de género en Europa es el objetivo del informe realizado por la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE (FRA), cuyo director, Morten Kjaerum, confía que marque un “punto de no retorno” en la lucha contra las agresiones a mujeres.
El informe, realizado con el testimonio de 42.000 mujeres en los 28 países de la UE, arroja cifras muy elevadas de maltrato: un tercio de europeas han sido víctimas de violencia física o sexual, más de nueve millones de europeas han sido violadas y la mitad de la población femenina es objeto de acoso sexual.
“Lo que es impactante y sorprendente es cuando ves la totalidad de los 28 estados miembros. Y ves la foto general y ves que es violencia doméstica, en el trabajo, en los espacios públicos. Que hay casi una aproximación total sobre la violencia contra la mujer”, explica Kjaerum en una entrevista con Efe en Viena.
El informe de la FRA es el más exhaustivo realizado nunca sobre violencia de género en todo el mundo y sus datos servirán para cubrir lo que este jurista danés califica como una falta de información que ha servido como excusa para no hacer más contra la violencia machista.
“Podemos decir que, con este informe, llegamos al punto de no retorno en el sentido de que los principales implicados tienen que reconocer una corresponsabilidad para atender con firmeza este tema”, asegura el director de la FRA.
Así, Kjaerum opina que ya no hay excusa para no actuar y se rompe la tendencia de no tomar suficientes medidas porque se desconoce la magnitud del problema.
Un desconocimiento que tiene mucho que ver con la soledad y el aislamiento en que viven muchas mujeres maltratadas. Según la encuesta, el 67 por ciento de las mujeres agredidas por su pareja no denunció el ataque más grave sufrido.
“Tenemos un gran problema cuando las víctimas hacen de la violencia contra ellas parte de la normalidad. Este informe puede ayudar en ese sentido. En decir, no es algo normal, es algo inaceptable”, denuncia Kjaerum.
Un aislamiento que se manifiesta en que un 19 por ciento de las encuestadas no sabría ni siquiera dónde buscar ayuda en caso de ser víctimas de un ataque sexual o físico.
Pese a reconocer la gravedad del problema, con cifras tan dramáticas como que más de 9 millones de europeas declaran haber sido violadas alguna vez en su vida, el director del FRA defiende que en la UE, a diferencia de otras partes, se ha avanzado en tratar de desenmascarar el problema y atajarlo.
“No sabemos cómo es en otras regiones del mundo. (...) En ese sentido, Europa es única en los últimos años en ese sentido de tratar de destapar, de desenmascarar los desafíos”, asegura.
El objetivo primario: Atender a “víctimas que no acuden a la Policía, que no aparecen en las estadísticas, que simplemente no vemos que están ahí”.
A partir de ahí, hay mucho por hacer, como preparar a quienes están en primera línea para detectar o atender el maltrato.
Cómo recibe un policía a una víctima de violencia de género, qué debe hacer un trabajador social, a qué puede estar atento un profesor para detectar si una joven está siendo víctima de abusos, son algunas de las tareas que los Gobiernos deben atender.
Para ello, una vez que la dimensión de problema está clara, Kjaerum pide a todos los países que apliquen la Convención de Estambul, que define la violencia contra las mujeres como una violación de los derechos humanos y establece una obligación legal de actuar contra el problema y perseguir a los agresores.
Aunque el documento está listo desde 2011, sólo tres países de la UE, Austria, Italia y Portugal, lo han ratificado hasta la fecha.
Vigilar el lenguaje usado en los medios de comunicación o los contenidos en las redes sociales de Internet, son otras vías de afrontar el problema.
“Me sorprende bastante ver cuán lentos están siendo los grandes proveedores, las redes sociales en atender temas de género”, explica Kjaerum en relación a la frecuente presencia en Facebook u otras plataformas de bromas, comentarios y opiniones que destilan violencia hacia las mujeres.
Y como tarea a largo plazo, la educación para cambiar la mentalidad de los hombres y cómo perciben a las mujeres.
“En esto nunca es demasiado pronto para empezar. Hay que comenzar en el colegio”, reconoce Kjaerum, al explicar que lograr un cambio cultural en un proceso a largo plazo.