España tiene un problema con los deberes escolares
Aumentan la desigualdad, alargan los días más allá de las horas que suma una jornada laboral, generan presión a los niños, dolores de cabeza a los padres... los deberes escolares vuelven a ocupar el centro del debate educativo. Ministerio de Educación (o comunidades autónomas): tenemos un problema.
No todo son aspectos negativos. A favor: ayudan a retener conocimientos y comprender lo trabajado en clase, mejoran los hábitos de estudio y la actitud hacia la escuela, fomentan la autodisciplina y la conexión entre familia y colegio.
“Los deberes son una presión institucional hacia el alumnado, pueden llegar a bajar nota. Depende del tiempo de los padres, la formación que tengan, que sepan transmitir esos conocimientos... Es un tema que tenemos tan interiorizado que nos parece que es bueno que nuestros hijos estén en casa haciendo deberes en lugar de estar por la calle, un mensaje que no es el idóneo en absoluto”, resume Jesús Salido, presidente de la Confederación de AMPAS Ceapa, que está “en contra de toda actividad obligatoria fuera del horario lectivo”.
Enfrente, Felipe de Vicente, presidente de la asociación de catedráticos de instituto Ancaba, defiende el “trabajo personal” (“el término deberes es muy rancio”, dice), aunque concede que podría estudiarse la posibilidad de que este se realizara en horario lectivo, sobre todo teniendo en cuenta que España está entre los países que más horas de clase tiene.
Problemas de estrés
El de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido el último de los avisos que ha llegado por esta cuestión. Los niños en España, dice este organismo, se sienten “presionados” por los deberes. En todas las edades. Por encima de la media de los países analizados, fenómeno este, el de superar para mal a naciones análogas, que se repite en otros factores como las horas que se echan de media o cómo inciden las tareas en casa en agrandar las desigualdades entre niños según su origen social: a los que vienen de familias de alto nivel sociocultural les impulsa más, aumentando la diferencia que ya traen de casa respecto a sus compañeros de origen humilde.
Un 34% de los niños y un 25% de las niñas de 11 años se sienten agobiados por los deberes, según la OMS. Este dato deja a España en en el noveno lugar entre los 42 países europeos y norteamericanos que ha estudiado el organismo. La estadística solo crece a partir de ahí. A los 13 años las chicas superan a sus pares masculinos (55% ellas, 53%). A los 15 las alumnas que se sienten presionadas ya son siete de cada diez; ellos un 60%.
Y esta presión no es inocua. La OMS advierte de que se traduce en estrés y que este “se caracteriza por un incremento de comportamientos que ponen en riesgo la salud, más frecuentes problemas de salud (dolor de cabeza, dolor abdominal, dolor de espalda y mareos) y síntomas psicológicos, como sentirse triste, tenso o nervioso”.
Ceapa ha celebrado este estudio. En una nota, la organización señala la presión institucional, social y de los profesores a las familias que se oponen a los deberes, y afirma que recibe numerosos comunicados de padres y madres que les reclaman que actúen para acabar con ellos.
Horas de deberes, coordinación y currículum
Una de las posibles causas de esta presión es que España está entre los países que más horas de deberes pone a la semana, según la OCDE. Son seis horas de media que sumar a las jornadas escolares, frente a las menos de cinco de los demás países. Los alumnos salen de sus buenas siete u ocho horas de colegio, una jornada laboral completa, para aún tener que sentarse en su casa otro buen rato, como denunciaba una madre en un vídeo que se hizo viral hace unos meses, en el que a varias personas se les planteaba el día a día de un niño sin decirles que era un niño y pensaban que se trataba de un ejecutivo o un profesional liberal.
En lo que coinciden unos y otros es en que uno de los problemas con los deberes es que no existe coordinación entre los profesores de los centros y que el currículum aprieta mucho. Lo primero provoca que periodos de escasa exigencia se alternen con picos de gran demanda. Lo segundo refuerza lo primero. “Hay demasiadas asignaturas”, sostiene De Vicente. “Quizá se podrían explorar los trabajos personales en equipo transversal, algún tipo de trabajo en el que el alumno coordine diversas materias a la vez”, propone.
Martín Gordillo, profesor de secundaria, añade que “en estos tiempos es especialmente valioso el tiempo y algunas familias lo aprovechan para la educación en la sombra, esas cosas que la escuela no enseña. Pero el currículum cada vez es más exigente y presiona”. Y saca a colación el sistema universitario de créditos ECTS, “que sí reconoce que hace falta un tiempo para la enseñanza y que todo debe ser cuantificado”. Un crédito ECTS corresponde a entre 25 y 30 horas de trabajo del estudiante, no solo al tiempo de clase.
El problema no es sólo español. En Francia, los padres llegaron a realizar una huelga de deberes hace unos pocos años. En España, la madre que realizó el vídeo consiguió más de 200.000 firmas a su petición para una racionalización de los deberes. En algunos institutos, como el madrileño Mariano José de Larra, algunos padres realizaron una iniciativa familiar. Los organismos internacionales nos tiran de las orejas de vez en cuando con el tema. El problema está ahí.