Harry tiene 24 años y es estudiante de ingeniería en su país natal, Suecia. Durante este cuatrimestre decidió trasladarse a España para completar su máster en Energías Renovables en la Universidad de Zaragoza. “Nunca había estado en España y en cuanto surgió la oportunidad no tuve ninguna duda: me encanta el país. Estaba muy emocionado por pasar estos cuatro meses aquí”, relata.
A tan solo unas semanas para terminar su estancia, la experiencia de Harry en Zaragoza se reduce prácticamente a lo vivido en un pequeño apartamento compartido próximo a su facultad, donde ha permanecido confinado durante dos de poco más de tres meses que lleva en España. “Llevaba tan solo 5 semanas en España cuando empezó la cuarentena, por lo que irónicamente he disfrutado de la mayoría de mi experiencia en el país desde un apartamento”, bromea resignado.
“Al principio pensé que el confinamiento no se iba a alargar tanto, por lo que preferí no tomar decisiones precipitadas, esperando que las restricciones se levantarían mucho antes. Según fue avanzando el curso, y viendo la gravedad de la crisis, opté por permanecer en España a salvo en mi piso, donde iba a estar igual de seguro que en mi país: no encontré la urgencia de volver en ese momento”, comenta.
Aunque aún no sabe con certeza si su próximo destino será Suecia o Grecia, el otro país donde tiene familia, afortunadamente a día de hoy Harry no prevé encontrar problemas a la hora de regresar a casa dentro de aproximadamente tres semanas, cuando concluya su curso –finalmente online- en la Universidad de Zaragoza.
La de Harry es una más de las miles de historias que durante estos meses han vivido la mayoría de los estudiantes extranjeros que cada año deciden venir a nuestro país para cursar sus estudios en universidades españolas. Una experiencia que atrae a alumnos de todas las nacionalidades y que ha convertido a España en el destino más solicitado del programa Erasmus +, a través del cual en el año 2018 –el último del que se tienen datos– más de 51.300 universitarios europeos disfrutaron de su estancia en nuestro país, cerca de 57.500 si sumamos el conjunto de programas de movilidad internacional.
“Quiero volver y no tengo la posibilidad, me siento atrapado”
Menos suerte que Harry han tenido muchos de los más de los casi 10.000 estudiantes del programa Erasmus + procedentes de Italia, el país del que más universitarios recibimos cada curso, con una diferencia de casi es doble de alumnos con respecto al segundo país de la lista: Francia.
Andrea, de 25 años, es procedente de Mantua, una pequeña ciudad de la región italiana de la Lombardía, la zona más afectada por el coronavirus del país. Actualmente cursa el último cuatrimestre de su máster de Ingeniería Industrial en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid como parte de un programa de intercambio de un año. Siguiendo las recomendaciones del gobierno italiano ante la declaración del estado de alarma en España en las que pedía a los estudiantes no regresar y dar prioridad a personas en circunstancias más urgentes para no saturar los vuelos, Andrea decidió permanecer en Madrid un mes más. Un plazo que finalmente ha tenido que extender varias semanas ante la imposibilidad de volver a su casa de forma segura.
“He gastado ya más de 300 euros en dos vuelos previstos para mayo que ha sido aplazados hasta julio, aunque no cancelados oficialmente, por lo que aun no podemos pedir el reembolso, lo cual es nuestro derecho. El segundo de ellos, de Luftansa lo compré porque fue la propia embajada la que nos confirmó que era un vuelo seguro, y se canceló tan solo un día antes de la salida, menos de 24 horas después de que lo comprara”, denuncia Andrea.
En la misma situación que Andrea, se encuentra su compañero Daniele, de 23 años, para quien el regreso a casa se ha convertido en una “lotería”. “Llevamos 3 meses viviendo en la incertidumbre. Nos dijeron que a no ser que fuera una situación de emergencia nos quedáramos para dar prioridad a otras personas y no colapsar los vuelos, y desde entonces el gobierno italiano no nos ha ofrecido ninguna posibilidad de volver a nuestras sin incertidumbre”, lamenta. “Después de tres meses, me siento atrapado. Quiero volver a casa y no tengo la posibilidad”.
Según relatan ambos, tras esas primeras semanas –en las que partieron solo 6 vuelos desde Madrid– las únicas opciones que el gobierno italiano ha puesto a su disposición han sido contados vuelos desde Valencia y Barcelona, desde donde también se les dio la opción de viajar en barco. “Realmente no sabemos cómo volver”, afirma Andrea, “la única solución a día de hoy sería regresar en barco desde Barcelona hasta Civitavecchia (Roma). Esto serían más o menos 200 euros entre el barco y el tren, además de las 20 horas de barco más las 6 de coche para llegar desde Civitavecchia hasta mi ciudad, siempre y cuando todos los horarios concuerden. Además, tenemos que pagarnos un hotel por nuestra cuenta, cuando todos los que están ahora mismo abiertos son de 4-5 estrellas y cuestan en torno a 100 euros la noche. ¿Qué estudiante puede permitirse eso?”
Un documento colaborativo abierto por los propios estudiantes bajo el título 'Richiesta ripatrio', recoge desde hace semanas los nombres y destinos de más de 120 estudiantes italianos que reclaman a su gobierno que facilite vuelos de regreso desde Madrid. A principios de mes, tras organizarse para enviar cada persona un email con la misma solicitud a la embajada, tan solo recibieron una respuesta automática que les remitía a su página web.
En el caso de Bianca, también italiana, de Génova, y estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense, los motivos para quedarse han sido otros. “Decidí quedarme porque tenía un contrato de piso ya firmado hasta final de junio que a estas alturas ya no puedo romper. En caso de haberlo dejado tendría que haber continuado pagando la mitad del alquiler o perder la fianza. Lo sé porque es la situación en la que están mis compañeras de piso que sí se marcharon a casa”, comenta.
“Además, mi beca Erasmus depende de los días que voy a pasar en Madrid y los exámenes que haga. Yo estaba pagando el piso con esa beca, por lo que volver para mí significaba no tener dinero para seguir pagando este contrato”, relata Bianca, quien lamenta las circunstancias que han terminado marcando su 'experiencia Erasmus': “Ha sido un poco decepcionante. Elegí Madrid porque me encanta la ciudad, y al final solo la pude disfrutar el primer mes. No me parece real estar aquí y no poder disfrutar de nada. Imaginaba esta experiencia muy diferente…”
Marcharse a tiempo, pero 'con lo puesto'
No todos los estudiantes Erasmus has tenido los mismos problemas a la hora de regresar a sus países de origen tras la explosión de la pandemia en España. Jesús María Gurrea es director comercial de Aluni.net, una empresa que pone en contacto a propietarios de pisos y estudiantes que buscan alojamiento durante su estancia académica en distintas ciudades de España. “Cuando se decretó el estado de alarma, en torno a un 30% de nuestros estudiantes regresaron a sus con sus familias, manteniendo aquí su piso, por lo general con un acuerdo con los propietarios para pagar la mitad”, comenta Jesús, quién apunta el principal problema que se han encontrado en este caso: “La mayoría de ellos dejaron aquí sus pertenencias, ya que en principio pensaban que sería para quince días, y ahora nos encontramos con que no pueden volver debido a como se ha ido desarrollando la situación”.
Es el caso de Rebeca, estudiante danesa de 23 años que realizaba su Erasmus en la Universidad Complutense de Madrid. “Decidí marcharme a Dinamarca con la idea de volver pronto y poder terminar el curso en Madrid. Todos teníamos esa mentalidad. Con el paso de las semanas vi que la posibilidad de regresar a España era cada vez más pequeña. Fue difícil pasar de uno de los mejores momentos de mi vida a que todo terminara de pronto, sin poder despedirme de nadie, y que todo fuera incertidumbre”, comenta. “Dejé el 80% de mis cosas en el piso, y ahora que las clases presenciales se han suspendido y el contrato de mi piso va a terminar, me veo en la situación de tener que recuperarlas”.
Una situación similar a la de Donat, estudiante finlandés de Relaciones Internacionales que realizaba su Eramsus la Universidad Rey Juan Carlos y a quién la suspensión de las clases le sorprendió en su país, al que había regresado con motivo de una entrevista para sus prácticas de verano. “Una vez explotó todo me fue imposible volar de nuevo a España, me quedé atrapado en Finlandia con todas mis cosas en Madrid”, relata. “No sabía qué hacer, como todo el mudo, pero realmente tenía la esperanza de que podría volver en un mes. Una vez empezó a crecer todo, comprendí que iba a ser imposible. Por suerte ya he podido recuperar mis cosas del piso y enviarlas a mi casa de vuelta”.
El futuro de los próximos 'Erasmus' en el aire
Desde la Universidad Complutense, la que más Erasmus recibe cada curso, afirman haber facilitado a los estudiantes la posibilidad de terminar el curso tanto de forma online, desde Madrid o sus respectivos países, como de reincorporarse al final de cuatrimestre de sus universidades de origen, buscando flexibilizar este final de año académico en vista de la circunstancias. Con respecto a cómo la incertidumbre en relación al inicio del próximo curso puede afectar a programas de movilidad de estudiantes como el Erasmus +, la situación continua siendo incierta.
“Aun no es posible calcular la incidencia que pueden tener cuestiones relacionadas con la posible percepción de inseguridad derivada de la crisis del coronavirus en los estudiantes”, reconoce Juana Amorós, responsable de la oficina de Relaciones Internacionales y Programa Europeos de la UCM. “Los estudiantes que realizarán la movilidad el curso que viene fueron ya seleccionados en enero y febrero de este año, por lo que la universidad sigue trabajando con respecto a las previsiones del proyecto Erasmus y la tramitación de movilidades”, afirma Amorós, quien sin embargo asegura que la institución continúa evaluando las medidas a tomar a este respecto para el inicio del próximo curso junto al resto de universidades españolas: “No queremos tomar decisiones unilaterales”, concluye.