“Es un tema delicado en Cataluña. Intenté ser lo más honrado posible –se refiere a su aparición en el programa El Intermedio de la Sexta–, pero aquí saltan chispas con cualquier cosa”. El presidente de la Asociación Catalana de Expresos Políticos del Franquismo, Carles Vallejo, arranca la entrevista para eldiario.es con una declaración preventiva. Pero reafirma: el encarcelamiento provisional dictado por la Audiencia Nacional para los líderes sociales independentistas y presidentes de ANC y Òmnium Cultural, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, no les convierte en “presos políticos”.
Sus declaraciones matizando la irrupción de esta idea en el conflicto de Catalunya han levantado posiciones encontradas. “Son los tiempos que corren”, subraya.
El propio Vallejo sufrió cárcel y torturas por luchar contra la dictadura de Franco. Dice que la diferencia entre las dos épocas es “abismal”. Mientras, el “choque de trenes” sigue buscando territorio desconocido con un billete destino al artículo 155 y otro a la DUI.
Por cómo empieza, ha sentido el aliento de voces encontradas.
Después de lo que he dicho he tenido muchas acciones de apoyo y otras de gente que se me ha echado encima sin mucha razón. Son los tiempos que corren.
Entonces, ¿no hay presos políticos en Cataluña?
Hay personas detenidas injustamente, presos injustamente detenidos. Como es el caso de los Jordis. La magistrada no debería haberles metido en prisión. Si les ha imputado por algún delito, debería haberlos procesado y hacer un procedimiento judicial. Entiendo que se ha extralimitado.
Y si no están en la cárcel de manera justa...
Están presos injustamente por motivo de todo lo que está ocurriendo. No debemos entrar en el tema semántico de la definición. Lo que me parece peligroso es entrar en la equiparación de situaciones diferentes. No se puede jugar con la banalización del franquismo, el fascismo y el nazismo. Se entra muy a la ligera en estas comparaciones. Están detenidos injustamente, pero no quiero entrar en esa definición. Los Jordis no se pueden equiparar a los presos políticos de una dictadura.
¿No ve ninguna similitud entre la situación actual, con ejemplos como la represión policial en las calles o la entrada en prisión de los líderes de ANC y Òmnium Cultural, y el contexto de lucha social que vivió en los años 70 contra el régimen franquista?
Hoy tenemos instrumentos para luchar contra las injusticias que nos diferencian del estado que se vive en una dictadura. No me gusta hablar de franquismo sino mejor de fascismo español, y quizás en este país no se ha explicado bien lo que significa no tener ningún derecho y qué son las detenciones arbitrarias. La democracia española puede ser imperfecta, y muchos luchamos por cambiarla, pero tenemos instrumentos para luchar. Esto no es comparable con un régimen en el que no hay libertades. La diferencia es abismal.
¿Y por qué le indigna que se compare ambas situaciones?
Porque el fascismo y el nazismo son el mal absoluto, que es lo que aquí se ejerció durante 40 años. Y no podemos menospreciar a las víctimas del franquismo. Comparando menoscabamos de alguna forma la dignidad de estas víctimas.
¿Percibe trazas de franquismo en el Gobierno de España?
Percibo rasgos autoritarios. Definirlos como franquismo creo que sería analizar un poco a la ligera con respecto a la situación política actual. Hemos vivido involuciones políticas como la Ley Mordaza. Los primeros que la sufrimos fuimos el movimiento obrero y estos políticos que ahora intentan comparar situaciones antes no criticaron estas medidas. Como cuando rodearon el Parlamento de Cataluña y tampoco ahí se levantó la voz. Los posicionamientos deben valer para todos igual. No se debe hacer hipocresía con estas cosas tan delicadas. Es mucho más peligroso por ejemplo lo que pasa en otros estados de la Unión Europea donde hay incremento muy preocupante de los partidos xenófobos.
¿Cómo asiste a la polarización entre artículo 155 y DUI?
Como la mayor parte de la gente que está en Cataluña, no creemos que el tema político se deba resolver sin diálogo. No creemos en unilateralismos. Ni en el 155 ni deseamos la DUI. Exigimos y pedimos más oportunidades para el diálogo. Hemos llegado al temido choque de trenes y en su día desde la asociación de expresos políticos advertimos que no era la vía para resolver los problemas. Todo esto es un callejón sin salida.
¿Es irreparable la fractura social y política?
Es lo que más nos preocupa además del 155 y la DUI: la división que se ha generado en la sociedad catalana. Tardaremos años en remontar esta situación que se ha creado en los últimos años. Y que no existía. Se ha roto todo el trabajo realizado sobre todo en mi generación y en los últimos años de la dictadura, donde conseguimos incorporar a la clase obrera en la lucha por los derechos sociales y el Estatuto, incorporando a sectores que procedían de la inmigración y que se pusieron a la vanguardia de los derechos del pueblo catalán... Estas circunstancias han tomado una marcha atrás que nos va a costar mucho trabajo remontar.
¿Sospecha qué hay en ese territorio desconocido al que parece abocado el conflicto catalán?
Es difícil. Vamos a vivir una situación de judicialización y conflictividad social. Todo se está precipitando. Desde el principio ha faltado inteligencia política, por todas las partes. Y esto debería hacer reflexionar a muchos. Es muy preocupante. Estamos en un salto al vacío. Al final lo vamos a pagar los trabajadores. Como siempre.
La lucha por los derechos nacionales catalanes se está viviendo hoy de una manera que están dando la espalda una realidad a la otra. En los últimos años no se ha hecho con suficiente inteligencia el trabajo de incorporar a ciertos sectores, con más financiación o autogobierno, y así hemos pasado del denominado 'cinturón rojo' a uno que se podría definir como 'cinturón naranja'. Y la UE es un club de estados, contra el que luchamos por una Europa de los pueblos, pero es el statu quo y no van a dejar ninguna injerencia. Aunque no quiero dar lecciones a nadie. Mi labor, si sirve, es pedagógica sobre lo que supuso el franquismo y para no banalizar y acabar haciendo comparaciones simplistas.
¿Los actores implicados cometen errores de base que acaban en una sucesión temeraria de patadas hacia adelante?
Es que lo primero es mirar qué fuerza tienes. Plantear una lucha frontal, como se ha hecho, supone dirigirte a situaciones muy duras. Hay que plantear objetivos alcanzables según la correlación de fuerzas que tengas. Ver qué aliados tienes, no puedes quedarte cada vez con menos... Y buscar objetivos realizables y soluciones a los problemas que no dejen a la gente en la estacada.
¿Así planteaban la lucha política durante el final de la dictadura de Franco?
En la lucha política te la jugabas continuamente. No había nada legal. Había un partido único, un solo sindicato fascista y el estudiantil, una organización de mujeres... Ninguna libertad. Te enfrentabas a la censura y no había libertad de prensa. No se puede comparar la lucha contra un Estado fascista. Los que nos rebelábamos, nos desmarcábamos del camino de la sumisión y luchábamos contra el fascismo, íbamos a la cárcel. No sé qué piensa la gente que es el franquismo, parece que hay que recordarlo constantemente. Por eso me niego a comparaciones fáciles.
¿Y cómo reprimía y prohibía el régimen franquista? ¿Qué condiciones sufrían los presos políticos entonces?
De entrada, la tortura. Te detienen y llega lo habitual. La tortura como método para rebajarte como persona y seguir sacando información para ver si acabas delatando a los compañeros de la lucha política y sindical. La tortura no tenía limites. Y los delitos los tipificaba el TOP (Tribunal de Orden Público).
A usted lo detienen en 1970. ¿Cómo y por qué fue su detención? ¿Sufrió torturas?
Me sometieron a 20 días de tortura. Estaba acusado de propaganda ilegal y de reunión ilícita. Llegué a acumular 20 años de prisión.
Dice que entrar en la cárcel era una suerte de respiro, una vía de escape a la violencia policial.
Para mí, ir a la cárcel y al juzgado fue un alivio para salir de la tortura. Una forma de que pararan los malos tratos en comisarías y calabozos. Los tribunales eran de excepción, sin ninguna equivalencia ni razón democrática como órgano jurisdiccional. Se dedicaban a reprimir y las cárceles eran terribles.
¿Qué vivían entre rejas los presos políticos del franquismo?
Falta de higiene, aglomeración de presos, peste, sin espacios de intimidad ni para hacer nuestras necesidades, chinches... Todo era gris y negro. Eran cárceles pensadas para humillar más. En las celdas de castigo, por ejemplo, te traían por la noche un colchón de estos que están enrollados y por la mañana te lo quitaban. El resto del día estabas solo, sin nada y aislado. Era otra tortura dentro de la cárcel y pasaba en cada reivindicación. Porque tuvimos que organizar huelgas de hambre para exigir unas condiciones mínimas para los presos, reclamando dignidad dentro de la cárcel. Tampoco podemos comparar la situación de las cárceles de ahora y antes.
¿Qué papel jugaban los miembros de la Brigada Político Social?
Eran el instrumento de detención del régimen fascista. La herramienta de represión política, social, obrera y sindical. Tenían delatores en todos sitios, desde los porteros de edificios hasta los serenos, que eran vigilantes nocturnos. En cualquier sitio en el que pudieran recabar información sobre personas que entendieran mínimamente conflictivas. Vivíamos en una sociedad de represión y castigo diseñada para que nadie se moviera. Hoy podemos hablar con esta entrevista, antes no podríamos hacerlo. No podemos comparar. Antes hubiera sido clandestinamente y a ser posible con corresponsales extranjeros. La prensa local muy poco podía hacer, se la jugaban porque secuestraban la tirada de los periódicos y ponían multas enormes. Ahora es diferente.