El ritmo de desaparición de especies por causas humanas es el más intenso de la historia. De manera que la Lista Roja de variedades amenazadas debe extenderse ya a las “fuentes de alimentación de una gran parte de la población”, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Esta ONG va a estudiar el estado de 28.000 nuevas especies. De muchas de ellas “depende nuestra supervivencia”, asegura la unión.
Hasta ahora, en la Lista Roja elaborada por la IUCN había informes de 80.000 especies (23.000 están amenazadas con evaporarse del planeta, casi un tercio). Sin embargo, el hecho de estar viviendo “una crisis de extinciones” ha hecho necesario ampliar el espectro “especialmente sobre aquellas variedades esenciales para el sustento humano”, ha dicho la directora de la organización, Inger Andersen. Para elaborar los estudios, la unión se ha aliado con la automovilística Toyota: cinco años de financiación a razón de un millón de euros cada curso.
El 80% de las calorías que ingiere la humanidad proviene de 12 familias de cultivos. El 50%, de tan solo tres: el trigo, el maíz y el arroz. Por eso, los científicos de la Lista Roja se han enfocado en las variedades silvestres de estas plantas. Esas formas salvajes que crecen en la naturaleza son “cruciales” para la seguridad alimentaria ya que, explican, “son la fuente de material genético que permite la mejora de la cosechas”. Es decir, conseguir que sean más resistentes a enfermedades o más fértiles.
La protección de especies se asocia muy rápidamente a algunos tipos de animales. “Todos amamos a los mamíferos”, subrayan desde la IUCN. Pero no son la única familia vital. “Algunos de ellos han sido evaluados ya cinco veces mientras que en otros campos no hay ningún informe”.
Otra de las parcela en las que la extinción está acabando con recursos esenciales es el acuático. En el mar, los científicos van a comprobar el estado de las poblaciones, sobre todo, de sardinas, lenguados y platijas. De ellas no solo depende la alimentación sino el sustento económico de alrededor de unos 200 millones de personas. Peces de agua dulce también han entrado en este nuevo programa de estudio global.
La esquilmación de los recursos marinos no para. Desde la sobrepesca de los atunes tropicales para satisfacer la demanda incesante de occidente hasta el agotamiento de los caladeros propios de muchos países. Sin ir más lejos, España agotó sus recursos anuales de pescado este 10 de mayo. Ese día se ha ido adelantando de manera galopante: en 1990 fue un 18 de junio. En 2009 el 25 de mayo. En Portugal, en 1990 ese límite se alcanzó un 8 de julio. En 2016 no pasó del 20 de abril. “En España y Europa se pesca más rápido de lo que el mar es capaz de regenerarse”, explica la organización española WWF. A partir de esa fecha, se recurre a las importaciones para cubrir las necesidades del mercado.
Dinero de una fábrica de coches: Toyota
El dinero para analizar el estado de la biodiversidad que nutre a los humanos lo pone la fabricante japonesa de coches Toyota. IUCN ha explicado que se “siente muy cómoda” con esta alianza porque no es una “campaña de imagen de verde”. El vicepresidente de la corporación nipona, Didier Leroy, ha asegurado que “la contribución al bien global de la sociedad es parte del ADN de la compañía”.
Con todo, esa inyección económica supone un salto importante en cuanto a la financiación por parte de las empresas a la labor de la redactora de la lista sobre biodiversidad amenazada que se toma de referencia internacionalmente. Según los datos de la IUCN, la aportación de todas las corporaciones a sus ingresos sumaron 2,4 millones de euros en 2013. Supuso el 2% del total. La principal partida proviene de gobiernos de diferentes estados que suman el 60%. Las organizaciones no gubernamentales añadieron algo más de seis millones de euros.
La ampliación de listado de especies en peligro que se ha diseñado para el próximo quinquenio no es exclusiva de variedades alimenticias. Se van a estudiar reptiles o invertebrados como las libélulas. “Y no olvidemos a los hongos”, ha dicho la directora de Conservación de la Biodiversidad, Jane Smart. “Sin los hongos, ninguno de nosotros estaríamos aquí”.