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ExxonMobil trata de desacreditar a los científicos que demostraron cómo desinformaba sobre el cambio climático

La petrolera ExxonMobil trata de mantener su posición de privilegio en el Parlamento Europeo

Teguayco Pinto

El pasado mes de marzo, la petrolera ExxonMobil se negó a participar en una audiencia pública del Parlamento Europeo en la que se investigaba su supuesta campaña de desinformación sobre los efectos de los combustibles fósiles en el calentamiento global. La ausencia no significó pasividad: la compañía no se quedó de brazos cruzados y, justo antes de la audiencia, envió una carta a varios diputados en la que trataba de desacreditar a uno de los expertos que iba a comparecer en la sesión y cuyas investigaciones habían demostrado las maniobras de la compañía.

La petrolera estaba convocada en Bruselas a petición de la organización Food and Water Europe y fue la eurodiputada de los Verdes, Molly Scott Cato, la que pidió que ExxonMobil fuera vetada como grupo de presión en la Eurocámara, como se hizo con Monsanto –la empresa de agrotecnología que patentó el herbicida glifosato– en 2017. Sin embargo, ExxonMobil se negó a participar en la audiencia, lo que, a tenor de lo sucedido con Monsanto, quien también se negó a testificar en una audiencia similar, prácticamente la dejaba fuera de las instituciones europeas.

En su intento de mantener su posición de privilegio en uno de los centros políticos más importantes del planeta, la empresa trató de influir en el proceso a través de una carta que ha sido filtrada por uno de los diputados. En la misiva, la empresa justifica su ausencia por motivos legales, dado que ha sido acusada de engañar a sus accionistas sobre el riesgo que las regulaciones para combatir el cambio climático plantean para su negocio, e intenta desacreditar a uno de los expertos invitados a la audiencia, el investigador de la Universidad de Harvard, Geoffrey Supran.

Un informe a medida y contrario a las evidencias

Supran lleva en el punto de mira de ExxonMobil desde que publicó un estudio en el que se ofrecen pruebas que aseguran que la petrolera mintió durante décadas sobre su contribución al cambio climático, unos resultados que la empresa ha intentado desacreditar. Para ello, menciona en la carta un informe encargado por la propia petrolera a Kimberly Neuendorf, profesora de comunicación de la Universidad Estatal de Cleveland, y en el que se señalan los supuestos errores del estudio.

Sin embargo, este documento está lejos de considerarse una prueba científica sólida, ya que no ha sido sometido a una revisión independiente, ni ha sido publicado en una revista científica. Este diario ha tratado de recabar la opinión de Neuendorf sobre por qué no publicó sus conclusiones siguiendo los cauces formales de la investigación científica, pero no ha respondido. Tampoco ha ofrecido respuesta sobre si está de acuerdo con algunas de las afirmaciones realizadas por la empresa en la carta, como que ella es la creadora de la herramienta de análisis de textos que supuestamente utilizó Supran en su investigación, a pesar de que, tal y como reconoce la propia Neuendorf en su informe, estas herramientas fueron creadas a principios del siglo pasado.

Tras hacerse pública la carta, Supran y la coautora del estudio, la investigadora de la Universidad de Harvard, Naomi Oreskes, respondieron con otra misiva dirigida a los portavoces de la audiencia, en la que insistían en que sus resultados sí han pasado un proceso de revisión por pares y “demuestran que Exxon, Mobil y ExxonMobil Corp han engañado al público sobre la ciencia del clima y sus implicaciones”. Además, aseguran que sus resultados no son aislados, “sino que han sido corroborados por numerosas líneas independientes de investigación”.

En este sentido, en el año 2006, la Royal Society de Londres expresó públicamente su preocupación por la visión engañosa que ofrecía ExxonMobil sobre el cambio climático, dado que hacían “demasiado hincapié en las incertidumbres sobre lo que sabemos y lo que no sabemos”. Además, esta institución advertía sobre la financiación, por parte de la petrolera, de “grupos de presión que tergiversaban la ciencia”.

Tampoco Supran fue el único miembro de la comunidad científica en mencionar a ExxonMobil durante la audiencia celebrada en el Parlamento Europeo. El investigador de la Universidad Católica de Louvain, Jean-Pascal van Ypersele, acusó “a los grupos de presión de combustibles fósiles” de “ralentizar” las acciones para mitigar el cambio climático, señalando explícitamente a Exxon y asegurando que “solo en EEUU, las organizaciones que siembran dudas sobre el cambio climático gastan casi mil millones de dólares al año”.

La estrategia de generar un debate inexistente

Sin embargo, a pesar de que existen diversos estudios independientes que muestran las maniobras de esta petrolera, Supran ha asegurado a eldiario.es que “Exxon sabe perfectamente que no puedo demostrar durante una entrevista o una audiencia de la UE que sus acusaciones son falsas, aunque lo sean” y advierte de que enfrascarse en este tipo de discusiones solo conseguiría seguirle el juego a la compañía, ya que “no necesitan ganar el debate, solo necesitan hacer que parezca que lo hay”.

Este es precisamente el tipo de maniobras que Naomi Oreskes y Erik Conway documentaron en su libro Mercaderes de la duda (editado en España por Capitan Swing). Entre las estrategias seguidas por las compañías para confundir a la opinión pública, ambos autores destacan la utilización de expertos que ofrecen opiniones contrarias al consenso general, para dar la sensación de que existe un debate entre la comunidad científica, una estrategia similar a la que utilizaron en el pasado las compañías tabacaleras.

Estudios realizados durante los últimos años han mostrado que esta estrategia tiene un impacto sobre la sociedad, dado que cerca del 50% de los europeos cree que la actividad humana no es la principal responsable de las alteraciones del clima, mientras que la mayoría de las instituciones científicas nacionales e internacionales coinciden en que el calentamiento global es un hecho constatado y que, en su mayor parte, es debido a la actividad humana.

Esta vez, la compañía vuelve a utilizar una estrategia similar, pero, en lugar de poner en duda los conocimientos científicos que hay sobre la relación entre el cambio climático y la actividad humana, ExxonMobil arremete contra las pruebas que muestran que la empresa conocía esta relación desde los años 70, pero públicamente se negaba a reconocerlo, motivo por el que ha recibido varias demandas en EEUU durante los últimos años.

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