Más de 70 años después, comienza a hacerse justicia. La familia de Henrietta Lacks, una mujer negra de clase baja de la que extrajeron las células en 1951 de su tumor canceroso sin permiso, ha llegado a un acuerdo histórico con la empresa ThermoFisher, que compensará económicamente su legado eterno a la investigación biomédica. Hoy en día, todavía se siguen utilizando las llamadas células HeLa y han sido claves para desarrollar tratamientos a enfermedades como la poliomielitis.
Según han anunciado tanto la familia como los abogados de la misma, Ben Crump y Crish Seeger, en un comunicado privado recogido por las agencias AFP y Reuters, la familia Lacks dice estar “satisfecha” con el resultado de la demanda. En 2021 denunciaron a ThermoFisher ante la corte federal de Baltimore porque, según aseguraron, no habían visto “ni un centavo” del dinero que generó la empresa comercializando la información genética de Lacks.
En 1951 Lacks, de 31 años, acudió al Hospital Johns Hopkins por un bulto en el cuello del útero, por el que le diagnosticaron cáncer cervical, y finalmente acabó muriendo ese mismo año. Antes de comenzar el tratamiento contra el tumor, el doctor que la atendió le extrajo sin conocimiento ni consentimiento una muestra de sus células.
El investigador George Otto Gey observó que estas, bautizadas como células HeLa -en referencia al nombre y apellidos de Lacks- se seguían multiplicando in vitro en el laboratorio, lo que las caracterizaban con un potencial que se empleó durante años en laboratorios de todo el mundo y que ha ayudado a desarrollar tratamientos para enfermedades como el párkinson o el cáncer de mama.
Debido a su gran capacidad y facilidad de reproducción, han acabado siendo una herramienta que ha permitido estudiar aspectos relacionados con la multiplicación genética y la reacción de tumores a determinados fármacos.
Los abogados, que han colgado el anuncio del acuerdo en Twitter, han recordado que precisamente este martes se cumplen 103 años del nacimiento de Lacks y han informado de que este responde a la denuncia presentada por sus descendientes en 2021.
Su historia saltó a la fama sobre todo en 2010, a través del libro de Rebecca Skloot La vida inmortal de Henrietta Lacks, que posteriormente pasaría a la gran pantalla en 2017 de la mano de Oprah Winfrey. Aunque la aportación de los genes de Lacks a la investigación es indudable, también plantea cuestiones de bioética y ha hecho replantear, especialmente en los últimos años, los límites de la ciencia y el derecho que tienen los pacientes en el control de su privacidad y sus muestras.