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Las familias que reclaman los restos de Cuelgamuros: “Esperamos que esto ya no tenga marcha atrás”

Marta Borraz

12 de junio de 2023 18:09 h

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Fausto Canales apenas ha dormido esta noche. De madrugada vio en su bandeja de entrada el correo electrónico de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática que a él y al resto de familiares que buscan sacar a sus seres queridos del Valle de Cuelgamuros les comunicaban que este lunes era el día. Los forenses han entrado hoy por primera vez en las criptas tras los numerosos obstáculos que ha tenido que enfrentar el proceso. Ahora todo está preparado para intentar sacar los restos de 128 víctimas de la Guerra Civil y el franquismo. “Estamos ilusionados y esperanzados, pero somos realistas”, afirma Fausto, que a sus 89 años lleva más de dos décadas buscando a su padre.

Los trabajos han comenzado este lunes por el nivel 0 de la capilla del Santo Sepulcro, en una primera fase para buscar 18 cuerpos entre los que se encuentra el de Valerico Canales, el padre de Fausto. Está en la caja 198 junto a las otras seis víctimas de Pajares de Adaja (Ávila). Además de Valerico, Celestino, Emilio, Flora, Pedro Ángel, Román y Víctor fueron ejecutados en la madrugada del 20 de agosto de 1936. “Somos realistas porque sabemos de la complejidad de la operación. Es la fosa más difícil que se haya acometido en el mundo. Lo que se suma a que ha pasado mucho tiempo, la friolera de 87 años en el caso de mi padre. Se lo llevaron cuando yo tenía dos años y no lo volvimos a ver. Pero también confiamos en el equipo y el protocolo”, cuenta Fausto.

Si algo han demostrado las familias de Cuelgamuros –como se llama ahora el Valle de los Caídos– es que la esperanza es perseverante. Y esa es la sensación que transmiten la mayoría que tienen hoy. “Sabemos que no es fácil porque hemos tenido muchas noticias de que sí en este tiempo y luego era que no, pero lo de hoy es diferente, por eso estamos esperanzados. Esperamos que sigan un camino que no tenga marcha atrás y sea el definitivo para recuperar a nuestros seres queridos, que no les frene nada. Ya era hora porque han sido muchos años de espera”, afirma Joan Pinyol, cuyo abuelo murió de tifus siendo prisionero de las tropas franquistas por las condiciones nefastas en las que estuvo.

Como dice Pinyol, los familiares están acostumbrados a los vaivenes, a que las exhumaciones hayan estado a punto de iniciarse en varias ocasiones en los últimos años sin éxito. La primera licencia otorgada por un juez para empezar los trabajos llegó en 2016, cuando avaló las operaciones para buscar a los hermanos Lapeña, pero no ha llegado nunca a cumplirse. En 2019 las familias recibieron las autorizaciones individuales de Patrimonio Nacional y desde entonces el proceso se encalló. A las dificultades técnicas se sumaron las ofensivas judiciales que lo han mantenido paralizado hasta el pasado marzo.

Llega tarde para algunos

Silvia Navarro, presidenta de la Asociación de Familiares Pro Exhumación de los Republicanos enterrados en el Valle de los Caídos y sobrina nieta de uno de ellos, define este lunes como “un día histórico”, pero apostilla que “el tiempo apremia” por la avanzada edad que tienen muchos de los familiares que buscan a sus seres queridos. Varios, de hecho, han fallecido sin poder verlo. Es el caso de Manuel Lapeña, hijo y sobrino de los hermanos Manuel y Ramiro Lapeña, que falleció hace año y medio. También la tía de Joan Pinyol o el hermano de Fausto, que se acuerda hoy especialmente de él. “Mi madre murió hace cuatro años con 99, y cuando hablábamos de esto se ponía a llorar. Mi hermano tenía cuatro cuando se llevaron a mi padre y el hombre no ha podido verlo”, lamenta.

Tampoco el padre de Rosa Gil podrá ver cómo los forenses buscan a su padre, Pedro Gil, que fue reclutado por el bando sublevado, falleció durante la guerra y su cuerpo fue trasladado sin permiso a la basílica. “Estamos esperanzadas y contentas porque por fin se está dando este paso después de tantísimos años, pero la sensación es agridulce porque mi padre murió estas pasadas navidades”, afirma la mujer, que prefiere quedarse con “el punto de optimismo” que su madre ha puesto esta mañana al decir que este lunes comienza “otra esperanza” y que “así podrán descansar juntos”, refiriéndose a su deseo de que los restos de ambos reposen en el mismo lugar.

Es el anhelo que tienen la inmensa mayoría de los familiares. “Solo queremos un lugar al que llevarles flores”, dice Fausto. El plan trazado por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática constará de distintas fases. A la búsqueda en el nivel 0 del Santo Sepulcro le seguirán los distintos niveles hasta el 5 para intentar encontrar 59 cuerpos reclamados y después pasar a otras capillas de la basílica, la del Santísimo y las que están a ambos lados de la nave hasta llegar a abordar las 128 peticiones de familiares.

No sabemos qué va a pasar y en qué va a quedar esto si hay un Gobierno distinto, aunque como siempre decimos no debería ser así, esto no es una cuestión política ni de partidos, sino de derechos humanos

En el nivel 2 del Santo Sepulcro están los restos de Jose Antonio Marco Viedma, el tío abuelo de Silvia Navarro, fusilado el 2 de septiembre de 1936. Ahí están también los Lapeña y el resto de represaliados de Calatayud. Aunque Navarro es consciente de las dificultades técnicas de los trabajos, confía en que los operarios puedan llegar a las cajas y realizar las pruebas de ADN para comprobar si pertenecen a sus seres queridos. “Puede que luego resulte imposible, pero eso se demuestra intentando hacerlo. Aunque es difícil no lo es tanto como nos dijeron en 2010, si lo hubiera sido no hubiéramos seguido peleando”, recuerda.

Pero uno de los principales temores que trasladan esta y otras familias es lo que ocurrirá con los trabajos más allá de las elecciones del 23 de julio. Se prevé que el proceso se alargue, por lo que será el Gobierno que salga de las urnas el que tendrá que continuar con el operativo. El presidente del PP, Alberto Núñez-Feijóo, ya ha anunciado que derogará la Ley de Memoria Democrática si llega a la Moncloa, mientras que Vox la ha recurrido al Tribunal Constitucional. “Es nuestra mayor preocupación. No sabemos qué va a pasar y en qué va a quedar esto si hay un Gobierno distinto, aunque como siempre decimos no debería ser así, esto no es una cuestión política ni de partidos, sino de derechos humanos”, afirma Silvia.

Las familias han ido recibiendo esta madrugada una comunicación en la que oficialmente les comunicaban que comenzaban los trabajos. Algunas, como Silvia, lamentan que se enteraran antes por los medios de comunicación mientras y que la notificación oficial haya llegado solo unas horas antes del inicio del operativo. Otros, como Fausto, aseguran que “era previsible” que las cartas se enviaran en este margen de tiempo y que “más o menos” conocían que las exhumaciones estaban a punto de producirse. Lo que sí es común entre los familiares es la reclamación de poder acudir en algún momento del proceso a Cuelgamuros, una vez sea seguro, para poder ver las cajas en las que reposan quienes, aseguran, nunca debieron estar allí.