“Somos un grito global dispuesto a dar la batalla para construir vidas mejores”. Una frase para resumir una jornada de reivindicación. Un año más, el movimiento feminista ha vuelto a llenar las calles el 8M para exigir políticas concretas que amplíen los derechos de todas las mujeres y contengan las amenazas de la extrema derecha. Y no solo en un día concreto como este, sino “todos los días”.
Las grandes manifestaciones, entre ellas las de Madrid o Barcelona, han arrancado tras una mañana de ambiente festivo y reivindicación que ha calentado motores en todos los rincones del país, tanto en los centros de las ciudades como en los barrios y pueblos. En algunos lugares como en Sevilla, Murcia o Bilbao, el 8M se ha puesto a punto con marchas matutinas. En todas ellas, y tras dos huelgas y 8M masivos, el feminismo ha vuelto a sacar músculo atravesado por el auge del movimiento, que ha llegado al centro de las agendas sociales y políticas.
En la capital, el manifiesto final, leído entre aplausos y gritos en la plaza de España ha exigido “una vida con derechos, todos los días del año” porque “queremos cambiarlo todo, queremos estar todas”. Que las violencias machistas sean consideradas cuestión de Estado, el fin de la precariedad o la brecha salarial, la derogación de la Ley de Extranjería, el cierre de los CIE o la ratificación del Convenio 189 de la OIT para ampliar derechos de las trabajadoras domésticas han sido algunas de las reivindicaciones. “Nos queremos vivas, libres y diversas todos los días del año”, ha exclamado una activista, micrófono en mano, desde encima del escenario.
Unas horas antes, a lo largo de todo el Paseo del Prado, se aglutinaban los diferentes bloques, que se unían con las columnas de mujeres procedentes de los barrios y los pueblos, para comenzar a andar. El bloque antirracista, el del derecho a la vivienda, el ecofeminismo, el “bollero” –de mujeres lesbianas, bisexuales o trans– o el de católicas que exigen igualdad en la Iglesia. Todas, dispuestas a exigir igualdad real.
Nada más arrancar, algunas manifestantes miraban a su alrededor y no veían a la misma cantidad de personas que en los años anteriores, pero finalmente el feminismo ha mantenido el pulso. Mayores y jóvenes, blancas, racializadas, musulmanas, católicas, mujeres lesbianas y trans, rurales, de ciudad o de barrio y con discapacidad. La diversidad ha vuelto a ser el punto fuerte de una marcha que, a ritmo de batucada, ha reunido a decenas de colectivos, organizaciones, asambleas, sindicatos y partidos políticos. Una protesta de ambiente festivo, pero también de reivindicaciones en forma de pancarta o de consigna.
“Manolo Manolito, la cena tú solito”, “no es no lo demás es violación” o “el feminismo será antirracista o no será” son algunos de los lemas coreados por las asistentes, que incluso han dejado hueco, con humor, al coronavirus. Pancartas caseras que rezaban “patriarcavirus” o mascarillas artesanales contra el “virus del machismo” se han dejado ver durante el recorrido, que se ha iniciado pasados unos minutos de las 17.00 horas desde Atocha bajo el lema “Con derechos, sin barreras. Feministas sin fronteras”.
Sana, de 19 años que viene con la asociación de mujeres musulmanas Achime ilustra la diversidad de la protesta: “Estamos aquí para reivindicar que el 8M es para cualquier tipo de mujer”. El culmen de la manifestación en la capital, la lectura del manifiesto, también ha puesto el acento en ello y una de las intervenciones más aplaudidas ha sido la que ha reclamado el fin de la discriminación y la violencia hacia las mujeres trans. “Nuestros procesos de vida no son enfermedades”, han señalado.
Manoli (56) y Bea (33) son madre e hija y han venido juntas a la manifestación de Madrid. “Es mi primera vez y estoy emocionada de ver esto”, dice Manoli. Un trabajo precario hizo que Bea no pudiera hacer huelga ni en 2018 ni en 2019 pero sí que haya participado de las movilizaciones en la medida que ha podido. “Este año la haría sin duda. Estoy aquí por reivindicar también a las mujeres de mi vida. Somos el motor del mundo, sin nosotras se para”, subraya Bea. Madre e hija se hacen un selfie en medio de Cibeles, mientras la marcha sube por Gran Vía. “Claro que soy feminista”, afirma Bea. “Y yo estoy muy orgullosa de haberla criado así”, replica Manoli.
“Sigue siendo imprescindible”
“Sola y borracha quiero llegar a casa”, corean las manifestantes mientras una riada de personas atraviesa el madrileño Paseo del Prado. Precisamente, este lema feminista ha estado rodeado de polémica esta semana después de que el Ministerio de Igualdad lo usara en sus cuentas oficiales en redes sociales. Representantes de Unidas Podemos, entre ellas la ministra Irene Montero, del PSOE –Carmen Calvo o Isabel Celáa– del PP y Ciudadanos, cuyos miembros han sido abucheados y han acabado yéndose, también han asistido a la marcha.
Otro de los momentos de tensión se ha producido al final del recorrido, en Plaza de España. Mujeres de la Asamblea Abolicionista de Madrid han acudido con pancartas al escenario en el que se leería el manifiesto antes de que llegara la cabecera de la manifestación, donde ya se encontraban otros colectivos que han hecho un cordón para impedirles el paso. Las abolicionistas han denunciado agresiones y rotura de pancartas y otras organizaciones, como la Plataforma de Encuentros Bolleros, han señalado que las primeras habían intentado “dinamitar los consenso” de la Comisión 8M y también han denunciado “transfobia, insultos y agresiones físicas”.
La marcha, sin embargo, se ha sucedido con tranquilidad. Pasadas dos horas del inicio de la manifestación, la cabecera ya estaba a punto de llegar al destino final: Plaza de España. Sin embargo, en la zona de comienzo de la protesta aún había manifestantes cuando las primeras se aproximaban al escenario del manifiesto final. “Abajo el patriarcado que va a caer, que va a caer. Arriba el feminismo que va a vencer, que va vencer” o “aquí estamos las feministas” iban entonando.
Julia tiene cuatro años y ha venido con sus padres, Leticia y Joaquín, a su primer 8M. También es el primero para su hermano Mateo, que aún va en carro de bebé. La pancarta que porta Julia reproduce un cuadro que cuelga en su habitación desde que nació: “Mamá y papá, siempre seré vuestra princesa, pero no olvidéis enseñarme a no necesitar a ningún príncipe para ser feliz y a defender mi propio castillo”.
Irene, Paz, Belén y Nora representan el complemento a Julia. Se manifiestan desde los 90 del siglo XX. No recuerdan el año exacto, pero siguen pensando que “sigue siendo imprescindible. Las cosas que reivindicábamos cuando éramos chavalas, las seguimos reivindicando ahora”, señala Irene. Las cuatro consideran que este año el 8M mantiene el pulso, pero coinciden en que no en la misma medida que en los dos anteriores, cuando se convocaron huelgas feministas.
No todo es Madrid
Mientras, en Barcelona, la multitudinaria manifestación de este 8M también ha puesto el acento en la diversidad del colectivo feminista. No podía ser más claro el largo lema de la pancarta tras la que han desfilado miles de mujeres, y que apelaba a organizarse contra las “fronteras” y la “precariedad” y cerraba: “Juntas y diversas para una vida digna”.
Los cánticos en defensa de los derechos de colectivos como las migrantes o de las mujeres trans han sido una constante durante el recorrido de la protesta. Siguiendo la línea del Mediterráneo, en Valencia, miles de personas han tomado el centro histórico bajo el lema “feminismo para cambiar el mundo”, acompañados con colectivos musicales tocando el lema antifascista Bella Ciao. Una agrupación de la Asamblea Feminista ha recordado el canto de Las Tesis “el violador eres tú” , que denuncia la violencia sexual que sufren las mujeres de todo el mundo.
La tarde ha ido acumulando marchas y miles, cientos de miles, de personas reivindicando en múltiples ciudades españolas: por las calles de Zaragoza, la marcha ha empezado en Plaza Aragón con destino final en la Plaza del Pilar. El grito más repetido ha sido “ista, ista, ista, Zaragoza feminista” o “no es no, lo demás es violación. En Vigo, la marcha ha atravesado la ciudad bajo el lema ”sin cuidados no hay vida. Cambiar el sistema, tirar abajo el patriarcado“. Al ritmo de tambores, las manifestantes corean las consignas contra el machismo, la violencia, o el capitalismo neoliberal.
En Málaga, la manifestación ha estrenado el Muelle Heredia, en un recorrido novedoso para desembocar donde casi siempre, en la Plaza de la Constitución. Una vagina de plástico homenajea a la procesión del 'chumino rebelde' de 2013, por la que una mujer se ha sentado en el banquillo de los acusados esta misma semana. Eso sí, esta vez le han despojado de imaginería católica y le han colocado parafarnalia folclórica.
Marchas matinales para poner a punto el 8M
Todos los rincones de España han contado esta mañana con acento feminista, pero en Extremadura, Castilla y León o Murcia y en ciudades como Sevilla, Santander o Bilbao ya han tenido lugar las clásicas manifestaciones. “Ni sumisas ni pasivas, mujeres combativas” era uno de los lemas más repetidos en las protestas de Cáceres y Badajoz, donde las asistentes han querido reivindicar que la igualdad real “se vea reflejada en las y en las vidas de todas las mujeres”, señalaba Catalina Galán, de la Plataforma 8M de Mérida.
En Murcia las manifestantes han puesto en la diana el veto parental, la medida impuesta por Vox en la comunidad y en Sevilla las protestas han unido a varias generaciones de mujeres y hombres. Por su parte, las feministas bilbaínas han reivindicado la diversidad sexual y de cuerpos o el antirracismo como ejes principales de la protesta mientras que el parque de San Telmo de Las Palmas de Gran Canaria se abarrotaba de manifestantes para denunciar todas las brechas –laboral, de cuidados, de representación...– que siguen existiendo entre mujeres y hombres.
[Información elaborada con las aportaciones de Elisa Reche, Jesús Conde, Ana Requena, Iván Suárez, Belén Remacha, Javier Ramajo, Candela Canales, María Pampín y Maialen Ferreira]