ENTREVISTA Coordinador del estudio sobre Covid persistente

Ferran Barbé: “La mitad de las personas que pasaron la COVID siguen teniendo al menos un síntoma a los seis meses”

La COVID persistente es probablemente uno de los principales retos a los que el sistema de salud se enfrenta tras la pandemia. El neumólogo Ferran Barbé es el coordinador del estudio que inició en septiembre el Instituto de Salud Carlos III para definir qué es, ver su prevalencia, medir cómo puede cargar los servicios sanitarios e investigar qué lo desencadena. Solo el primer paso es muy complejo: los investigadores han encontrado hasta 25 definiciones distintas.

Los síntomas persistentes tras pasar la enfermedad son todavía un agujero negro para los médicos y eso complica las respuestas que el sistema da a los pacientes, desarmados ante unas dolencias que no amainan con el paso del tiempo. Las más graves pueden ocasionar incluso incapacidad laboral. El equipo que dirige Barbé, director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER) y médico en el hospital universitario Arnau de Vilanova (Lleida), espera tener lista una definición “operativa” para España a principios de 2022. La OMS acaba de dar la suya: “Se produce en individuos con antecedentes de infección probable o confirmada por el SARS-CoV-2 y no pueden explicarse por un diagnóstico alternativo”.

¿Cómo avanza el estudio? ¿Habéis sacado ya alguna conclusión preliminar? 

Aún es muy pronto. Aunque la epidemia empezó el año pasado y por lo tanto hay pacientes que llevan mucho tiempo de evolución, hemos empezado a recoger datos e información desde el punto de vista científico y riguroso hace muy poco. Nos hemos dado cuenta ahora de que hay personas que siguen quejándose y manifestando síntomas. La observación se hace en todas partes.  

La OMS ha definido la COVID persistente. ¿En España hay una definición que se aplique homogéneamente a todas las comunidades para los diagnósticos?

Hemos encontrado hasta 25 definiciones diferentes de COVID persistente. Incluso hay varios términos: long covid, secuelas postcovid…  Se trata de una entidad que biológicamente no está definida y todo es opinable. Por ejemplo, ¿cómo medimos el ahogo? ¿Andando, corriendo, en reposo? ¿Y la afectación neurocognitiva? ¿Y la sensación de debilidad? Es muy inespecífico porque no hay marcadores biológicos. Hace falta un paraguas global al que se va a llegar por consenso. Esta semana tuvimos la aprobación del comité de ética para empezar a trabajar en este primer objetivo que es definir COVID persistente. En enero tendremos una definición sobre qué síntomas han de confluir, en qué número y cómo podemos graduar la severidad.

Los pacientes se quejan de que hay problemas en el reconocimiento de la COVID persistente para bajas laborales incluso para incapacidades. 

Hasta que no tengamos definición operativa, en cada comunidad pueden utilizar la suya y eso puede crear una inequidad. Una diabetes es lo mismo en Catalunya que en Galicia. El encargo es del Ministerio de Sanidad porque necesitamos saber qué peso tiene sobre nuestro sistema de salud y cómo podemos tratarlo. El objetivo es unificar a nivel del estado definiciones y procedimientos. Por detrás puede haber repercusiones laborales.

"Hasta que no tengamos definición operativa, en cada comunidad pueden utilizar la suya y eso puede crear una inequidad. Por detrás puede haber repercusiones laborales

¿Qué sabemos sobre las causas? ¿Por qué se produce?

La hipótesis del reservorio, de que el virus se quede en el intestino, pensamos que es poco probable pero nos falta mucho conocimiento. Sabemos que es un virus malo, que afecta a nuestro sistema inmunológico y puede perpetuar procesos que nos autoperjudican, como reacciones inmunes anómalas contra nuestros propios tejidos que alteran nuestros mecanismos de reparación. Si la recuperación del pulmón no funciona bien, no acaba nunca. O no es del todo satisfactoria. Los órganos más afectados son los pulmones y el cerebro, pero hay afectaciones más generales: musculares, sistémicas, relacionadas con la fatiga. Y no sabemos bien a qué se debe. 

La fase más compleja del estudio es dar con los mecanismos biológicos que explican la persistencia de estos síntomas. Es decir, cuáles son las vías moleculares que conducen a esos problemas. El conocimiento biológico nos permite identificar dianas de tratamiento (farmacológico o no), la intervención y la prevención. En esta fase ya estamos trabajando con el CIBER de salud mental, neurología, fragilidad, cardio y respiratorio, pero nos va a ocupar más tiempo. 

¿Son más severos los síntomas en las personas que pasaron con gravedad la enfermedad? 

Hemos detectado que efectivamente la COVID persistente es más severa en estos casos que en los de las personas que han pasado la enfermedad de forma asintomática. Por eso nos estamos centrando en dar atención a las personas que estuvieron en la UCI o padecieron insuficiencia respiratoria. Con eso ya tenemos las consultas llenas. 

¿El sistema sanitario está preparado para dar respuesta a estos pacientes?

En las consultas de respiratorio de los hospitales entre el 30 y el 40% de los pacientes están relacionados con postcovid. Tenemos que poner filtros porque si no solo veríamos a estas personas. Nos podríamos ahogar con ello. Cada tres meses tengo que abrir consulta nueva. Va habiendo mucho y esto no para. El sistema puede dar cabida a esa demanda si se organiza bien y eso no es cómo estábamos antes. ¿Sabes qué cantidad de pruebas innecesarias hacemos ahora? No vemos al paciente y le pedimos un tac. Tenemos un déficit crónico de profesionales y ahora lo estamos pagando. 

"Estudiaremos el impacto que va a tener en Atención Primaria, en consultas de especialistas, en hospitales… para ver si estamos preparados para asumirlo

En la segunda fase del estudio en el que estamos trabajando unas 70 u 80 personas, de diferentes áreas del Centro de Investigación Biomédico de Diagnóstico en Red (CIBER), trataremos de medir cuán frecuente es la COVID persistente y, si es frecuente, qué impacto va a tener en el Sistema Nacional de Salud: en Atención Primaria, en consultas de especialistas, en hospitales… para ver si estamos preparados para asumirlo. Esperamos para el primer semestre de 2022 tener la prevalencia y la carga de la enfermedad para el sistema. 

A falta de perfilar la prevalencia, ¿cuánta gente manejan que puede sufrir en España estos síntomas persistentes? 

Se acaba de publicar en la revista Journal of American Medical Association (JAMA) una revisión de todos artículos científicos sobre secuelas de la COVID, postcovid, y establecen que a los seis meses la mitad de las personas que pasaron el virus siguen teniendo al menos un síntoma. En mi hospital hicimos un estudio con todos los pacientes ingresados en la UCI y les evaluamos a los tres y a los seis meses de salir. El resultado lo publicamos en la revista Chest: el 80% de los pacientes siguen presentando problemas respiratorios objetivos a los seis meses. Las pruebas de función pulmonar o el tac de torax siguen alterados. Otros estudios dicen que un 30% de los pacientes ambulatorios, los que no estuvieron ingresados, podrían tener síntomas persistentes. Si mezclamos todos viene a decir lo que dice el artículo de JAMA.

¿Cómo se define una enfermedad? 

En este caso los especialistas en respiratorio trabajamos codo a codo con los epidemiólogos. Lo primero es ver qué hacen los demás: una revisión de la literatura, de lo que han publicado los organismos públicos de salud, las asociaciones de pacientes, la OMS... Con todo ese análisis del entorno se establece un documento y después se reúne a un grupo de expertos y representantes de entidades (cardiovasculares, de psiquiatría, sociología…). Cada uno responde a un cuestionario sobre cómo llamaría a la patología, cómo la definiría, qué incluiría y qué excluiría. Se evalúan los puntos de coincidencia y se hace segunda ronda más ampliada. Cuantas más personas puedan participar y más amplio sea el consenso, la definición tendrá más utilidad. 

Varios preprints están indagando en el efecto que tiene la vacuna sobre estas personas. ¿Les mejora?

Este punto está más oscuro que la garganta de un lobo. No tenemos ni idea.