La caída de la inversión pública lleva a las familias españolas a gastar el doble que las europeas en la educación de sus hijos
Las familias españolas cada vez gastan más en la educación de sus hijos. Gastan (o invierten) más porque cada vez el Estado pone menos dinero sobre la mesa. También porque los precios han subido y la oferta privada crece, a diferencia de la pública.
Los hogares españoles aportan el 13% del gasto total en Educación a lo largo del año en Primaria y Secundaria y un 29% en la educación terciaria (Universidad y FP Superior), según el informe Panorama de la Educación, de la OCDE. Dicho de otra manera, las familias ponen de su bolsillo un euro por cada 6,5 que pone el Estado en las etapas obligatorias y supuestamente gratuitas y otro euro por cada 2,5 de la administración en la Universidad. En cifras absolutas, eso supone que las familias gastaron 11.863 millones de euros en 2015, último año del que tiene datos consolidados el Ministerio de Educación.
En total y una vez realizada la media, el gasto educativo familiar suponía en 2016, último año del que hay datos, el 19% del total. Seis años antes, en 2010, la proporción que les tocaba asumir a las familias era del 12%.
El secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana, admitió durante la presentación del informe este martes que “ha habido una tendencia de traspaso de gasto público a privado”. Respecto al caso específico del gasto en universidad, la OCDE admite que “la financiación privada proveniente de los hogares genera un debate sobre la equidad en el acceso a la educación”.
Y añade que en un entorno en el que la población demanda cada vez más educación (lo que ha disparado la oferta privada ante la incapacidad estatal), muchos gobiernos se plantean que paguen al menos una parte quien más se beneficia de ella (los que realizan los cursos).
Este debate se ha dado con intensidad en España, que ha sufrido el proceso. Y salieron perdiendo los clientes de las instituciones educativas. El Gobierno de Rajoy permitió en 2012 a las Comunidades Autónomas subir las tasas universitarias y estas abrazaron la idea (excepto Andalucía y Galicia). En paralelo, las administraciones recortaron la financiación a la universidad. El efecto fue inmediato: lo que perdieron los campus de fondos públicos empezaron a recaudarlo en forma del coste de matrículas.
Los datos de gasto privado en educación en España más que duplican los de los países de nuestro entorno, según la OCDE. Aquí, el sector público aporta el 80% del gasto público total en Educación frente al 17% de los hogares (el resto corresponde a “otras instituciones privadas”). En la UE de los 23, la relación es del 87%-8%. Abriendo más el campo, la media de la OCDE es más similar a la española (83%-13%) por la entrada en esta estadística de países como EE.UU, Australia y los asiáticos, que realizan un gran gasto privado en la universidad. En el otro extremo, en los nórdicos, las familias apenas aportan el 3% del gasto educativo total.
Y el gasto familiar va a más. El informe de la OCDE muestra con claridad que la tendencia es la misma en toda Europa y el mundo, excepto la anomalía chilena, que marcha en la dirección contraria. Pero en general, en la última década, los estados van retirando fondos públicos de la educación, caída que se ven obligadas a compensar las familias.
En el caso de España, la relación es casi exacta. Desde 2010 hasta 2016, último año con datos cerrados, los presupuestos públicos para educación cayeron un 7,5%. En el mismo periodo, la inversión privada subió un 7%.
Otros países europeos muestran la misma línea de actuación, pero con cifras menores. Solo Portugal ha rebajado más el gasto público (y por tanto aumentado el privado) en este periodo. Las medias europea y de la OCDE rondan el 2,5% en ambos apartados, subidas y bajadas.
Es llamativo, observando la evolución de las cifras, que la tendencia se ha invertido en los últimos años, básicamente coincidiendo con la crisis. Entre 2005 y 2010, España estaba en pleno ciclo expansivo de los fondos que destinaba a la educación. Pasó de aportar el 83% en 2005 al 88% en 2010. Por consiguiente, el privado estaba en retroceso. Pero llegó la crisis y la generosidad pública se vino abajo. Entre 2010 y 2016, el Estado bajó su parte del pastel hasta el actual 80%.