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Una flor única del Mar Menor, un ave esteparia y la 'alondra invisible' entran en la lista de máximo peligro de extinción

Especies en peligro / Seo; Toni Batet; CC.

Raúl Rejón

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La crisis de biodiversidad en el mundo es acuciante. El declive de especies salvajes “no tiene precedentes”, según alertó la ONU en 2019. “Los científicos coinciden en que las especies están desapareciendo cientos, si no miles, de veces más rápido que la tasa natural de extinción”. Detrás de los datos científicos, a pie de ecosistema, multitud de variedades concretas de animales y plantas, simplemente, se pierden.

España no es ajena. Considerada –y distinguida– como uno de los puntos más ricos en biodiversidad de Europa, las extinciones también acechan. El Gobierno planea incorporar a la lista de máximo peligro de extinción cinco nuevas especies: un planta exclusiva del Mar Menor y otra de las sierras de La Rioja, dos aves esteparias y el urogallo de los Pirineos.

Relatos sobre la extinción que, según constatan los científicos, son cada vez más numerosos, bruscos y generalizados. Sobre todos ellos sobrevuela la acción intensiva humana y la crisis climática.

La ricotí: una alondra invisible

España es la salvaguarda de la alondra ricotí en Europa. Un ave huidiza, casi indetectable por su camuflaje, propia del ecosistema estepario y que no vive en ningún otro país fuera del norte de África. “Es una joya. Es casi única y el símbolo de la extinción de un tipo de hábitat muy escaso”, explica el investigador Juan Traba Díaz.

Doctor en biología de la Universidad Autónoma de Madrid, Traba impulsó la inclusión de la ricotí como especie en peligro de extinción ante “la gran regresión” que ha experimentado. “En Andalucía hay menos alondras ricotí que linces: 14 contra 200”, recuenta. Sus poblaciones han caído más de un 40% desde 2005. El Gobierno ha aceptado, en principio, su nueva clasificación. La más grave.

La ricotí lleva décadas en caída casi libre y se sabe desde hace tiempo. “Pero no se hizo un plan de conservación cuando estaba catalogada como vulnerable. Ahora la atención es más imperiosa”, relata el científico. La ley obliga a lanzar una estrategia de recuperación para variedades en peligro de extinguirse. “Las comunidades autónomas estarán obligadas a hacer algo. Hasta ahora estamos siendo notarios de la extinción”. Sin medidas, los cálculos del biólogo dicen que “está en riesgo de desaparecer en 20 años”.

Tan esquiva que los recuentos de sus grupos se hacen de noche y escuchando el canto de los machos, Juan Traba explica que la alondra está compitiendo con “la implantación de campos de energía fotovoltaica”. Y propone que una solución sea “la mejora de su hábitat mediante la ganadería extensiva que favorece el ecosistema estepario”.

La esparraguera de La Manga

“No cabía hacer otra cosa”, analiza Pedro García de la organización ecologista ANSE. La esparraguera del Mar Menor, una planta que solo crece en los arenales alrededor de la laguna, está en la lista de próximas variedades al borde de la desaparición. “Solo tiene una oportunidad de salir adelante ya que las pocas parcelas sin urbanizar donde crece son de suelo urbanizable”, remacha. “Y si no se hace algo, se va a construir”.

Esta planta rastrera de flores amarillas y que presenta ejemplares macho y ejemplares hembra está protegida, pero “el problema es que su hábitat tiene los días contados”, insiste García, que pide “que la Administración compre las parcelas” para poder recuperarla.

El colapso ecológico que ronda la laguna del Mar Menor está conectado con la explotación intensiva a su alrededor: los vertidos de la ganadería y la agricultura industriales. Pero también la presión urbana en sus límites. Con todo, ANSE no se resigna a que La Manga se dé por perdida: en agosto pasado remitieron una carta a los ayuntamientos implicados y la Consejería de Fomento murciana para que no se destruya lo que queda con nuevas infraestructuras. “Todavía quedan valores naturales que pueden salvarse”.

Urogallo de los Pirineos

¿Quién no sabe que el urogallo está camino a la desaparición? En realidad, las poblaciones en máximo riesgo eran las del urogallo cantábrico. Las aves de esta especie que viven en los Pirineos estaban, al menos oficialmente, menos amenazadas. Hasta ahora. Han desaparecido en casi la mitad de las áreas de la cordillera en Aragón donde habitaban, según acaba de constatar un estudio del Instituto Pirenaico de Ecología del Csic coordinado por el Gobierno de Aragón.

Si hay urogallos, hay bosques sanos. El investigador del Instituto Javier Martínez Padilla remata: “Son un indicador de calidad forestal ya que se encuentra en áreas boscosas muy bien conservadas y maduras, de bosques con árboles de un gran porte y con abundancia de sotobosque que aporte alimento y refugio a lo largo del año”.

Los urogallos se recuentan escuchando sus reclamos sexuales. Las zonas que utilizan los machos para intentar atraer a las hembras se denominan cantaderos. De los 47 cantaderos que visitaron estos científicos, en 18 “no se detectaron indicios de la especie”. Es decir: silencio de urogallos en celo.

Así que el Tetrao aquitanicus va a adherirse a sus primos cantábricos en la triste lista de “en peligro de extinción”. ¿La causas? El estudio apunta a las alteraciones de su hábitat, las actividades humanas, el cambio climático y la caza, ahora prohibida, pero cuya herencia nefasta aún arrastran.

Sisón común

Muy poco antes del estallido de la pandemia de COVID-19, el sisón común recibió una buena noticia basada en su mala suerte: se convertía en una especie protegida internacionalmente. La Convención internacional de conservación de especies silvestres migratorias la incluyó en sus listados.

En España, esta ave –también esteparia como la alondra– ha perdido la mitad de su población en unos diez años. La solicitud para que el Gobierno la incluyera en el catálogo como “en peligro de extinción” tiene años. Después de que los países de la Convención Internacional pidieran incorporar al Tetrax tetrax entre las variedades blindadas, la SEO remitió al Ejecutivo que “la delicada situación de la población española que presenta un grave y acelerado declive hace que cumpla los criterios”.

Aunque esta especie tenía ya estatus de “vulnerable”, subir un peldaño le dará “más de fuerza y relevancia a la hora de tenerlo en cuenta en las evaluaciones ambientales para los proyectos de energía fotovoltaica”, analizan en la SEO. Sisón y ricotí, junto a las avutardas, comparten esos ecosistemas esteparios que se están revelando como susceptibles para instalar esas infraestructuras.

¿Qué criterios rigen la normativa española para señalar que una especie camina a la desaparición? Se refieren a la caída de población del 70% en diez años o la proyección fiable de pérdida de la mitad de la población, la reducción muy significativa de su hábitat o que la probabilidad de extinción en estado silvestre sea del 35% en 20 años, según el decreto que regula este catálogo.

Planta de la sierra de la Demanda

Uno de los elementos que hacen que España conforme un hotspot de riqueza en biodiversidad es la cantidad de plantas endémicas –es decir, exclusivas– que crecen en el península y los archipiélagos. Aproximadamente un 20% de las más de 6.000 especies de las que se tiene algún conocimiento. La revisión del Catálogo de especies en peligro de extinción ahora en marcha planea introducir, además de la esparraguera del Mar Menor, una florecilla que únicamente se halla en dos poblaciones de la sierra de la Demanda en La Rioja: la Androsace rioxana que florece solo en el Circo de San Lorenzo y en el Pancrudo Suroriental.

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