¿Cómo preparar a los pequeños para profesiones que hoy ni imaginamos que existirán? ¿Cómo enseñarles cosas que no sabemos que tendrán que saber? Petra María Pérez, catedrática de teoría de la educación y miembro del Instituto de Creatividad e Innovaciones Educativas de la Universidad de Valencia, lo tiene claro: “Los niños de hoy requerirán capacidades, destrezas, actitudes e información que aún no podemos imaginar. En esta nueva sociedad, la riqueza fundamental será el conocimiento, y estos cambios requerirán altos niveles de inventiva y creatividad”, explica.
Creatividad. Un concepto importante, dicen los expertos, pero que no se trabaja lo suficiente en los niños. Más aún, una cualidad que se pierde con los años, con la que los pequeños entran en los colegios pero que no tienen al salir. ¿Encorseta el sistema, este sistema, la creatividad de los más pequeños?
“No vas a ser músico”
Ken Robinson, educador, conferenciante, un gurú para muchos, lleva años diciendo que sí. Que al profesor, al sistema, solo le interesan una respuesta concreta para cada problema específico, coartando de esa manera a los niños más creativos, a los que les gustaría arriesgar o improvisar. Según Sir Robinson, esto ocurre porque el sistema educativo hunde sus raíces en el siglo XIX, cuando las necesidades eran surtir a la incipiente industria de productores. De esa manera, se fomentaron las materias más útiles para trabajar, como las matemáticas o la lengua. “No toques música, no vas a ser músico. No practiques arte, no vas a ser artista”, resume Robinson el mensaje.
Y va a peor. Con la LOMCE, las asignaturas destinadas a impulsar la creatividad de los pequeños han visto reducida su carga horaria. Las materias de Música o Enseñanzas artísticas han dejado de ser troncales en Primaria y Secundaria. Queda en manos de las Comunidades Autónomas ofrecerlas y del alumno cogerlas: un estudiante podría realizar todo el periplo educativo obligatorio sin recibir una sola clase de música o artes. “En 15 años he visto pasar varias leyes educativas, y con cada una de ellas la asignatura ha ido perdiendo horario y contenido hasta que ahora ha llegado su sentencia de muerte”, explica la jefa del departamento de Música de un instituto madrileño.
Con la Filosofía ha ocurrido algo parecido. Pasa de obligatoria a optativa también. A depender de la voluntad de los Gobiernos regionales. Hasta ahora había hasta tres asignaturas relacionadas —Filosofía, Valores Éticos e Historia de la Filosofía—. Solo la primera será obligatoria en 1º de Bachillerato.
Este modus operandi del Gobierno con la LOMCE parece chocar con las recomendaciones del Parlamento Europeo, que incluyó la competencia cultural y artística entre las competencias básicas para el desarrollo integral de los chicos.
La catedrática María Pérez explica las consecuencias que arrastran estas situaciones. “Numerosas investigaciones señalan que la creatividad de los niños decrece con los años de permanencia en el sistema educativo, de forma que la curiosidad y la búsqueda creativa da paso, con el tiempo, a comportamientos más rígidos”, señala. ¿Por qué? Robinson lo explica: “Los adultos penalizamos el error, lo estigmatizamos en la escuela y en la educación, y así es como los niños se alejan de sus capacidades creativas”.
El filósofo José Antonio Marina disiente, al menos en parte. “Este tema no se puede despachar a la ligera. No se puede desprestigiar la 'respuesta correcta', como hace Robinson. No hay una solución creativa a la tabla de multiplicar, ni se puede mezclar Napoleón con Harry Potter en un relato histórico”, escribió en su blog.
“Tienes que pensar”
Son las diez de la mañana y los pequeños de la clase de primero de Primaria del colegio Montserrat de Madrid, en Orcasitas, se agitan inquietos. Hoy hay novedad, tienen público en el aula y van a realizar una actividad diferente. Ha venido a visitarles Beatriz Sigüenza, divulgadora, experta en trabajar la creatividad lúdica, quien les va a proponer un juego con el que también aprenderán.
Sigüenza ha desarrollado un juego llamado Inventakit para fomentar la creatividad en los colegios. Aunque su ámbito de trabajo habitual son las empresas, decidió bajar al aula animada por las peticiones de muchos de sus clientes mayores, equipos directivos en su mayoría que se ven laboralmente atascados y anticipaban que a sus hijos les podía pasar lo mismo. Inventakit es sencillo en su concepción. A cada niño se le dan dos tarjetas. Una representa una escena de la vida cotidiana (en la playa, en un supermercado, etc.). La otra propone al pequeño que cree algo (una herramienta, un deporte, un instrumento) inspirándose en la tarjeta con la escena cotidiana.
A Ruth, de seis años, le ha tocado inventarse un deporte a partir de una escena playera. Como los directivos de Sigüenza, está un poco atascada con la propuesta. “Tienes que pensar”, le anima Adrián, que presume de hacer manualidades en casa. Natalia sí ha tenido ya la inspiración. Tenía que crear una herramienta a partir de un súper y ha dibujado “un arco de fruta con un plátano. Y las flechas son espagueti”, añade. Finalizado el ejercicio, los niños salen a exponer su trabajo al resto.
“Se trabajan habilidades como descontextualizar un objeto o asociar ideas”, expone Sigüenza, que defiende la creatividad como una gran herramienta para reciclarse, también a nivel laboral. “El conocimiento caduca, las herramientas no”, sostiene.
¿Emprender sin creatividad?
Pérez se sorprende de una creciente paradoja entre escuela y trabajo: la escuela cercena la creatividad, pero en el ámbito profesional lo que se pide es, precisamente, creatividad. Nuevas ideas, diferentes soluciones. “Y los alumnos de buenas notas no saben hacerlo porque, en la escuela, que es donde ellos eran buenos, les daban la solución que seguir y lo que primaba era hacer las cosas cómo les decían, de una única manera, sin pensar diferente”, explica Pérez. Lo mismo sucede que los emprendedores. El Gobierno habla de fomentar el auto-empleo, la LOMCE también. Emprender es el futuro laboral, dicen. Pero luego la educación no impulsa el pensamiento lateral.
Sigüenza lo conoce de primera mano. Se dedica precisamente a eso, a ayudar a pensar diferente. “Las preguntas cambian con el paso del tiempo, hay nuevas formas y nuevos trabajos”, afirma. “Si no tienes una cierta creatividad te va a costar más, con ella es más fácil reciclarse”, asegura.