La transexualidad infantil es una realidad en las aulas. Por eso se ha comenzado a incluir en los temarios de los docentes. Pero las estudiantes del Grado de Formación Profesional de Técnico Superior en Educación Infantil de un instituto público madrileño se han sorprendido al ver cómo les aconsejan tratar a los niños y niñas menores de seis años que se reafirman como pertenecientes al género del que no proceden biológicamente.
Según el temario que se imparte en este grado de FP a distancia, a estos menores no hay que prestarles “demasiada atención” porque “constituiría un refuerzo de la conducta”. También plantea que la transexualidad infantil es un “problema de identidad en la infancia” al que hay que hacer frente en clase señalando la “verdadera identidad: 'eres un niño o eres una niña'” y reforzando cualquier manifestación del alumno “que se corresponda con su sexo: vestidos que se pone, adornos, juguetes, juegos, etc.”. Estos contenidos se aportan en centros públicos que dependen de la Comunidad de Madrid.
La asociación LGTB Arcópoli ha lamentado estos consejos, al considerar que con esta argumentación se fomenta la transfobia (discriminación hacia las personas transexuales y transgénero). “Se anima a ejercer presión sobre los alumnos para modificar la identidad de los mismos, poniendo en peligro el desarrollo psicológico del menor”, indica Amanda Rodríguez, coordinadora de la organización.
Arcópoli protestó después de que una estudiante les hiciese llegar los contenidos. La Consejería de Educación se desentiende del temario y señala que ese material ha sido elaborado por la profesora de esta alumna. Algo que niegan la docente y la dirección del centro, que señalan que ese material lo cedió el Ministerio de Educación hace cinco años y que lo comparten con el resto de institutos que imparten ese grado de FP. Fuentes consultadas por eldiario.es confirman que los temas de los módulos a distancia son comunes en todos los centros públicos de la Comunidad, reconocen que el material es “arcaico” y que los profesores no tienen “permisos” para editar los apuntes en la plataforma online en la que se publica, que pertenece al departamento que dirige Lucía Figar.
Que hay niños y adolescentes transexuales y transgénero es una realidad que quieren visibilizar diariamente desde las fundaciones Daniela o Chrysallis, asociaciones que se formaron para que las familias de estos jóvenes compartan sus experiencias. “En este momento en la unidad de atención a personas transexuales en el Hospital Ramón y Cajal, de la Comunidad de Madrid, están atendiendo a más de 60 niños”, cuenta Isidro García, trabajador social de la Fundación Daniela.
Aunque los expertos confirman que hay menores de seis años con comportamientos de género no convencional, no se ponen de acuerdo al plantear a partir de que edad hay que considerar que esa conducta puede ser transgénero. Juan Gavilán, profesor de Antropología de la UNED, confirma que entre los dos y los cuatro años ya hay niños y niñas que no se identifican con el género que se les asignó al nacer. “No quiere decir que sepan que son transexuales”, sino que se dan cuenta de su identidad de género de una “manera intuitiva” como “cualquier persona cisexual (no transexual)”.
Otra postura es la de Félix López, Catedrático de Psicología de la Sexualidad de la Universidad de Salamanca, que recomienda esperar a los seis o siete años para aceptar esa “autoclasificación” siempre y cuando tengan “un buen diagnóstico de identidad transexual”. Eso no quiere decir que hasta entonces haya que reprimirles, para lo que aconseja prudencia. Pero López no condena los consejos que se dan en este grado de FP, al parecerle “procedente seguirlos. Siempre sin castigar ni perseguir esas manifestaciones”. Este profesor señala que “no aceptar la transexualidad de un niño o de una niña es una forma grave de maltrato hacia estos menores”.
Lucas Platero, de nacimiento Raquel, sociólogo y especialista en cuestiones de género, explica en su libro Trans*exualidades (ed. Bellaterra) que la identidad de género surge “al mismo tiempo que los niños y niñas están aprendiendo a hablar y que empiezan a entender y nombrar el mundo que les rodea”. Asimismo considera que los adultos otorgan un significado muy importante y trascendental al comportamiento de la infancia: “Los niños se disfrazan de Superman, dicen que vuelan y aquí no se asusta nadie. Pero un niño dice que se siente como una niña, que le gustaría jugar a cosas de niña o se quiere poner unos tacones y a nosotros nos entra miedo”, afirma.
Platero señala que el contenido que se imparte en este grado de FP forma parte de una corriente conocida como “terapias reparativas” que busca “la corrección de los niños y las niñas para que hagan lo que tienen que hacer”. El objetivo de esta educación consiste en “etiquetar correctamente su verdadera identidad, como si lo que están mostrando es una identidad falsa”. Una corriente que, según explica en su libro, puede tener consecuencias: “Facilita una interiorización negativa o 'transfobia interiorizada', que genera a su vez no sólo una autoestima muy negativa, sino también facilita tener conductas autolesivas y un riesgo inherente de suicidio”.
Por eso, el papel del docente en el aula es clave para conseguir que estos jóvenes no sufran y se integren: “el profesor debe aceptar maravillosamente bien a estos niños y niñas, tiene que controlar la discriminación o la mofa que puede hacer el entorno”, explica López. Una vez que las familias apoyan la decisión de estos menores, la Fundación Chrysallis recomienda hacer el “tránsito social”, un proceso que consiste en explicar el cambio de género en el colegio, “hablar con el equipo directivo, el tutor de la clase, con el resto de padres, con los niños... Normalmente, los compañeros lo aceptan muy bien, no tienen grandes problemas”, apunta Gavilán.
Hay comunidades donde ya se ha implantado un protocolo de actuación para no discriminar a los alumnos transexuales o transgénero en los colegios e institutos. Andalucía es una región pionera, ya que los alumnos pueden escoger en sus centros el uniforme, acceder al aseo o vestuario que le corresponde de acuerdo a su identidad de género y ser llamados por el nombre que han elegido. En junio del año pasado, la comunidad andaluza aprobó la ley integral para la no discriminación por motivos de identidad de género y reconocimiento de los derechos de las personas transexuales. Una de sus promotoras, Mar Cambrollé, explica que con este protocolo han conseguido que casi desaparezca “el acoso o bullying que la mayoría de estos menores sufría antes del 'tránsito social'”.