Fracaso climático en Bruselas. Después de horas de negociación, después de una cumbre de junio en la que ya se fracasó en el intento de fijar por unanimidad el objetivo de la neutralidad climática para 2050, los líderes de la UE han sido incapaces de lograr la unanimidad, y se han emplazado a junio de 2020 ante el bloqueo de Polonia por la falta de garantías económicas en la transición energética: para junio próximo ya debería estar resuelto el Marco Financiero Plurianual –los presupuestos de la UE 2021-2020–, y las dudas económicas.
“Finalmente, no ha habido acuerdo unánime”, explicaban fuentes comunitarias al final de la reunión: “Polonia ha mantenido su bloqueo y el cambio climático se aparca hasta junio”.
Así lo ha explicado la canciller alemana, Angela Merkel, a la salida de la cumbre: “Hemos tenido discusiones intensas y Polonia no se ha comprometido ahora, y lo ha dejado para el próximo año”. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, reconoció, después de anunciar en Twitter un acuerdo que no era tal: “Todos los países menos uno se han comprometido en el objetivo de la neutralidad climática para 2050”.
Michel ha querido hacer pasar el progreso de pasar de ocho países favorables al objetivo de 2050 en mayo de 2019 a los 24 de junio y, ahora, a los 27. Pero falta uno, y sin ese uno, Polonia, no puede afirmarse que haya un acuerdo en la UE en tanto que los acuerdos son por unanimidad.
De esta manera, los líderes han aprobado unas conclusiones –sólo se aprueban por unanimidad, y unánimemente han reconocido que no hay acuerdo– en las que se dice: “A la luz de los hallazgos científicos y de la necesidad de intensificar la acción climática global, el Consejo Europeo respalda el objetivo de lograr una UE climáticamente neutral para 2050, en línea con los objetivos del Acuerdo de París. Un Estado miembro, en este momento, no puede comprometerse a asumir este objetivo, y el Consejo Europeo volverá sobre el asunto en junio de 2020”.
El fracaso llega 24 horas después de que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presentara en el Parlamento Europeo su Pacto Verde, que establece aumentar del 40% actual al 50%-55% la reducción de emisiones para 2030 como paso previo a la neutralidad climática en 2050.
El fracaso llega, también, la víspera del cierre de la COP25 de Madrid, en la que la Unión Europea ha intentado ejercer un liderazgo climático internacional.
Pero este jueves por la noche, de madrugada, la Unión Europea se ha mirado ante el espejo.
La cumbre de junio pasado ya fracasó en materia de cambio climático porque los cuatro de Visegrado, Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia vetaron las conclusiones. Aquello se resolvió con una nota a pie de página que indicaba que la mayoría de los países estaban a favor, y se comprometían a alcanzar un acuerdo antes de fin de año.
Y así es como se ha llegado a esta cumbre: con las mismas posiciones y dos elementos nuevos: se están negociando las perspectivas económicas hasta 2027 –es decir, es momento de discutir cuánto dinero se aporta y para qué– y se pugna por la consideración de la nuclear como energía verde.
Polonia es el país más firme con la aportación económica para la transición energética: pide 500.000 millones, mientras que la Comisión Europea habla de movilizar 100.000 millones para “no dejar a nadie detrás”. Y, por eso, Polonia no ha asumido el objetivo, como explicaba el primer ministro, Mateusz Morawiecki: “Polonia está excluida de la neutralidad climática, a la que llegaremos a nuestro ritmo. Las negociaciones no han sido fáciles”.
Y Hungría y la República Checa, que también piden más dinero, sobre todo defienden una apuesta europea por la energía nuclear. Y lo han conseguido: las conclusiones recogen la energía nuclear como herramienta válida para la transición energética:
El presidente francés, Emmanuel Macron, entró de lleno en el debate de las nucleares: “Necesitamos encontrar mecanismos de transición, pero debe haber estrategias nacionales. Francia, por ejemplo, depende mucho de la energía nuclear y los expertos reconocen que esto es parte de la transición, a pesar de que algunos países se oponen (Alemania, Austria, Luxemburgo). Francia emite mucho menos CO2 per cápita que otros países europeos, debido a que tenemos mucha energía nuclear en nuestro mix eléctrico, y menos carbono y gas”.
El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, del partido ultraconservador PiS, fue tajante: “Queremos una transición energética que asume los costes sociales y económicos, y el ritmo debe diferenciarse en virtud del nivel en el que se encuentra cada país. No podemos asumir una propuesta que dañe la sociedad polaca”.
Andrej Babis, primer ministro checo, investigado por corrupción en su país, recordaba que “Francia produce el 63% de su energía a partir de energía nuclear, mientras que Polonia produce el 68% de la energía del carbón. En la República Checa, producimos el 37% del carbón y el 32% nuclear. Lo curioso es que, al mismo tiempo que Austria se opone a la energía nuclear, tomaba el 25% de su energía de la República Checa, de la central nuclear. No entiendo por qué es tan difícil para los países aceptar la energía nuclear. Es importante para nosotros tener neutralidad tecnológica, de eso se trata el debate, y comprender los diferentes requisitos financieros que cada país necesita para alcanzar la neutralidad de carbono”.
En la misma línea se expresó Viktor Orban, el primer ministro de extrema derecha húngaro –aunque aún miembro del PP europeo–: “Queremos evitar que la burocracia en Bruselas haga que los pobres y las naciones más pobres paguen por la lucha contra el cambio climático. Necesitamos estar seguros de que habrá una contribución financiera para nuestros esfuerzos. Además, no queremos poner obstáculos a la energía nuclear. La UE debería detener todas las críticas a la energía nuclear y contra los países que utilizan esta forma de energía, ya que la energía nuclear es esencial para una UE libre de carbono”.