La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El fracaso de los medicamentos antivirales contra la Covid-19: de las promesas a la realidad

23 de octubre de 2022 21:57 h

0

A finales del año 2021 se presentaba una prometedora nueva remesa de fármacos antivirales contra el coronavirus responsable de la pandemia de COVID-19: los medicamentos Lagevrio (molnupiravir), de Merck, y Paxlovid (nirmatrelvir y ritonavir), de Pfizer. 

En ese momento ambas farmacéuticas publicaron notas de prensa en las que se recogían resultados clínicos tan positivos que hacían pensar que marcarían una etapa diferente de la pandemia. Una fase en la que estos tratamientos, junto con las vacunas, reducirían de forma aún más drástica el impacto de la COVID-19 sobre la población. Entre los numerosos mensajes optimistas de hace casi un año, la comisaria europea de Sanidad, Stella Kyriakides, dijo sobre Paxlovid que tenía el potencial de marcar una diferencia real para las personas con alto riesgo de progresión a COVID grave.

Según afirmaba Pfizer, Paxlovid era capaz de evitar el 89% de las hospitalizaciones y muertes de los pacientes COVID-19 con mayor riesgo de gravedad si este medicamento se administraba en los primeros cinco días de la infección. Por otro lado, Merck aseguraba que Lagevrio reducía en torno a un 50% el riesgo de hospitalización o muerte de los pacientes con dicha enfermedad. Además, estos fármacos contaban con dos grandes ventajas: podían tomarse por vía oral, lo que permitía su prescripción y administración fuera del hospital, y su síntesis a gran escala era sencilla, por lo que, en un principio, no habría importantes limitaciones para acceder a ellos.

Los excelentes resultados que ofrecían los análisis preliminares de los ensayos clínicos de ambos antivirales se difundieron a partir de notas de prensa, antes de que estos estudios fueran evaluados por expertos y se publicasen en revistas científicas. Un modus operandi empresarial que se popularizó con las prisas de la pandemia y que fue muy útil para atraer inversores y dar subidones en bolsa. Sin embargo, numerosos profesionales sanitarios e investigadores recelaban de esta práctica, que impedía conocer numerosos detalles sobre la eficacia y seguridad de las entonces prometedoras moléculas antivirales.

El 28 de enero de 2022, se autorizó la comercialización de Paxlovid en la Unión Europea –tras el visto bueno de la Agencia Europea del Medicamento (EMA)– para el tratamiento de adultos que no necesitasen oxígeno suplementario y que tuvieran mayor riesgo de COVID-19 grave. El gobierno español anunció la compra de 344.000 dosis de este medicamento por un precio desconocido debido a cláusulas de confidencialidad (en Estados Unidos el precio por ciclo de tratamiento era de 530 dólares). El medicamento estaba indicado para pacientes de riesgo y para aplicar mientras tuvieran síntomas leves.

En cuanto a Lagrevio, la EMA dio el visto bueno el 19 de noviembre a las autoridades nacionales europeas para usar el fármaco, antes de su autorización, en caso de una situación de emergencia en la que, por ejemplo, se produjera un ascenso de infecciones y muertes por COVID-19. El 25 de noviembre, casi dos meses después de que Merck anunciara en una nota de prensa que su fármaco disminuía a la mitad el riesgo de muerte y hospitalización, publicaron unos nuevos resultados del ensayo clínico. En estos se mostraban beneficios notablemente menores, la eficacia pasaba del 50 al 30% y la significancia estadística (las probabilidades de que el beneficio observado era por el fármaco y no por azar) era mucho menor, hasta tal punto que no quedaba nada claro que el fármaco fuera realmente efectivo. España no llegó a formalizar ninguna gran compra conjunta de Lagrevio.

La dura realidad, casi un año después

Las razones por las que los dos medicamentos no han marcado la diferencia que se esperaba de ellos en la pandemia son radicalmente diferentes entre ambos. Paxlovid ha logrado demostrar su elevada eficacia en el mundo real entre personas mayores de 65 años vacunadas e infectadas con la variante ómicron. Sin embargo, este medicamento apenas se utiliza en España. Un cúmulo de factores limita su uso. En primer lugar, Paxlovid presenta interacciones con múltiples fármacos. Dado que la población a la que se dirige su uso es de edad avanzada, que suele estar bajo tratamiento crónico con uno o varios medicamentos, muchos pacientes no son candidatos al fármaco de Pfizer por posibles problemas de seguridad.

Otra razón importante que limita la prescripción del antiviral es la necesidad de empezar a administrarlo en los primeros cinco días del comienzo de los síntomas para que resulte efectivo. Dos circunstancias complican en muchos casos que esta situación llegue a darse. Por un lado, los trámites y las gestiones para que el fármaco llegue al paciente en muchas comunidades autónomas son lentos y farragosos, lo que retrasa su uso o hace replantear al médico su receta. Por otro, desde la vacunación masiva, la aparición de la variante ómicron y los contagios masivos por esta en la población española, muchas personas mayores no acuden ya al médico ante síntomas leves para averiguar si podría ser COVID-19 y recibir tratamiento temprano por ello.

La historia de Lagevrio es mucho más decepcionante. Desde el 23 de noviembre, el fármaco de Merck está en proceso de autorización por la EMA, pero es probable que esto nunca llegue a pasar. ¿Los motivos? Desde que se publicó la optimista nota de prensa sobre los resultados preliminares de Lagevrio, varios ensayos clínicos no han encontrado ningún beneficio a la hora de reducir el riesgo de muerte y enfermedad grave entre los pacientes con COVID-19. 

En Reino Unido, donde se compraron más de 2,2 millones de dosis tras la autorización condicional del medicamento (un mecanismo menos exigente que el procedimiento convencional), se han emitido duras críticas al respecto. Varios expertos consideran esta acción un despilfarro de dinero público sin respaldo científico, pues la eficacia de Lagevrio era, en el mejor de los casos, dudosa desde el principio. Al final, el molnupiravir, llamado así en honor al martillo de Thor (Mjölnir), no ha resultado ser ningún martillo contra el SARS-CoV-2, independientemente de su variante, como afirmaba el director de Investigación de Merck, Dean Li.

El desengaño de los medicamentos antivirales orales contra el SARS-CoV-2 nos enseña dos valiosas lecciones. Una, que es peligroso confiar en las notas de prensa de farmacéuticas que anuncian deslumbrantes resultados preliminares de sus fármacos porque la realidad puede no ser tan prometedora cuando estos lleguen al mundo real. Dos, que poco importa que un medicamento sea muy eficaz en el mundo real si existen importantes barreras para administrarlo a quien lo requiere en el momento adecuado.

¿Cuántas dosis se han llegado a emplear de Paxlovid y de Lagevrio en España? De Lagevrio (mediante uso compasivo) tan solo 540, según datos aportados a elDiario.es por la Agencia Española del Medicamento. De Paxlovid se estima que hasta ahora se han usado alrededor de 13.000 tratamientos (menos del 5% de lo que el Gobierno compró).