Cada país de la Unión Europea será libre de “explorar o explotar” yacimientos de gas de esquisto. La Comisión Europea ha dado así luz verde a la fractura hidráulica, el fracking, en la Unión. No habrá regulación específica para este método de obtención de gas con la fractura de roca a gran profundidad mediante la inyección de agua a presión y que tiene enfrentados a grupos en defensa de la naturaleza con empresas energéticas, y a Gobiernos de la UE entre sí.
Los movimientos para crear una legislación que se aplicara a este polémico método de liberación de gas han terminado en unas meras “recomendaciones” no obligatorias, según han contado fuentes de la Comisión. Se hará como quería el primer ministro británico, David Cameron, quien ha liderado junto a Polonia la no-regulación. “No se crea nueva legislación al respecto sino que se utilizará el acerbo legal de la Unión Europea”, explicaban las mismas fuentes comunitarias. Es su manera de decir que las indicaciones no tendrán fuerza de ley.
Así que cada Estado concederá o denegará permisos para explotaciones de fractura hidráulica según su criterio. En España hay más de 122 permisos solicitados o concedidos de una veintena de empresas interesadas: Cambria, CBM, CPS, Enagás, Frontera (San León), Green Park, Heritage, Hunosa, Invexta, Montero, Northern, Oil and Gas, Oil and Gas Skills, Petrichor, Petroleum, Pyrenees, Repsol, Schuepbach, Shesa, Storenergy, Teredo, Trofagás, Unión Fenosa y Vancast, según los registros del Ministerio de Industria recopilados por fracturahidraulicano.
La mayoría se concentran en áreas del País, Vasco, León, Asturias y Burgos, aunque también hay permisos en acción en Huesca, Zaragoza, Lérida, Murcia... Algunas comunidades autónomas, como Cantabria o Andalucía, se han mostrado en contra de esta actividad e incluso han legislado sobre ello.
Con esta decisión de la Comisión Europea, ahora podrán pasar a su siguiente fase antes de activar la explotación. El Ejecutivo español había incorporado ya los proyectos de fractura hidráulica al catálogo de actividades incluidas en el nuevo modelo de Estudio de Impacto Ambiental, lo que daba cobertura legal en España al fracking una vez que se despejase el panorama europeo.
Evaluar el impacto
Las recomendaciones desde Europa se limitan, según contaban desde la Dirección General de Clima, al “planteamiento con antelación” de los proyectos, la “evaluación de los impactos ambientales”, “asegurar la integridad de los pozos” y la comprobación “de la calidad del agua local antes de comenzar los proyectos”. Para comprobar más tarde si la práctica ha tenido efectos nocivos sobre ella.
Un reciente estudio de la Universidad de Arlington (Texas, EEUU) descubrió altos índices de arsénico y otros metales pesados en agua subterránea cerca de explotaciones de gas natural por fracking. El estudio evaluó 100 pozos de agua para beber en el norte del estado y halló niveles de arsénico, selenio y estroncio que “excedían el límite máximo de contaminantes para agua de la Agencia de Protección del Medio Ambiente estadounidense”.
La asociación Ecologistas en Acción ha advertido al conocerse la débil postura de Europa a este respecto que, “con su renuncia a regular el fracking, la Comisión abre las puertas a una técnica extractiva que implica graves riesgos y se enfrenta a la oposición social”.
Otro de los aspectos polémicos del fracking es el riesgo de que libere otros gases a la atmósfera, como el metano. Este elemento es “mucho más dañino que el propio CO2 en cuanto a las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera”, han admitido en la Comisión Europea. Su recomendación, lógicamente, es que se “eviten” esas fugas, pero queda en eso: recomendaciones.