De Franco y Sanjurjo a Juan Carlos y Sofía: un exclusivo club de Madrid cambia sus bustos franquistas por los de los eméritos

Marta Borraz

7 de octubre de 2023 22:17 h

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Uno de los clubes privados más exclusivos, el Real Casino de Madrid, acaba de retirar los dos bustos de Francisco Franco y el general José Sanjurjo de la sala del edificio en la que estaban hasta ahora. Así lo confirma un portavoz de la institución, que a preguntas de este medio asegura que “han sido cambiados de sitio en cumplimiento de la ley”. Las tallas ya no están en un lugar visible para los socios del selecto club social, según afirman algunos de ellos, y han sido sustituidas por dos esculturas de los reyes, pero no los actuales, sino los eméritos Juan Carlos I y Sofía.

Son las dos figuras que presiden desde verano la sala de lectura de la sede del club, situada en el número 15 de la céntrica calle de Alcalá, en Madrid. El espacio en el que se encuentran es el conocido como la hemeroteca, según apuntan los socios, una de las habitaciones repartidas por sus 12.000 metros cuadrados de instalaciones destinada a la consulta de libros y prensa diaria tanto nacional como internacional.

Las tallas de Franco y Sanjurjo, obra del escultor Mariano Benlliure, fueron compradas por el casino una vez terminada la Guerra Civil que sucedió al intento de golpe de Estado que en 1936 dieron militares como los dos homenajeados: Franco, de sobra conocido, y Sanjurjo, un golpista por partida doble. Y es que el general había encabezado desde Sevilla el 10 de agosto de 1932 un primer levantamiento militar contra el Gobierno de la II República, conocido como la Sanjurjada. Aunque la sublevación fracasó en cuestión de horas, se convirtió en todo un manual de instrucciones para los golpistas del 36.

Entre los socios del selecto club, en el que hasta 1987 no pudieron entrar mujeres, había quienes rechazaban de plano la exposición de las figuras por entender que se trataba de “un homenaje” a los golpistas. El Real Casino, por su parte, justificaba mantenerlos por tratarse de “una sociedad privada” y formar parte “del patrimonio artístico” al igual que otras obras que “se exhiben para disfrute de los socios”, afirmaba un portavoz hace un año, que aseguraba no haberse planeado su retirada 82 años después de su adquisición, en 1940.

Este verano la institución cambiaba de idea “en cumplimiento de la ley”. La decisión se ha producido tras la entrada en vigor de la Ley de Memoria Democrática, que intenta afianzar la retirada de símbolos que exalten la dictadura. La normativa aborda fundamentalmente su exhibición en espacios públicos y para el caso de los espacios privados solo reserva un artículo en el que obliga a retirar los “elementos contrarios a la memoria democrática” siempre y cuando tengan “proyección a un espacio o uso público”.

Las reacciones de los socios

“Yo estoy contentísimo. A mi me daba mucha vergüenza tener esas estatuas colocadas ahí. No por Benlliure, a quien admiro mucho, sino porque representan un régimen dictatorial en el que imperaba la represión y la discriminación de todo tipo. Por supuesto que forma parte de nuestra historia, pero quizá deberían estar en un museo, no expuestas en un espacio público”, reconoce un socio a este medio.

La decisión, sin embargo, no ha gustado a todo el mundo. Y es que, según cuentan algunos socios, en una de las mesas de la misma sala en la que se exponían los bustos apareció a la vuelta del verano una hoja escrita a ordenador y firmada por un socio que definía la retirada de los dos bustos como “un atentado cultural” por parte de la Junta del Casino de Madrid, presidida desde hace un año y medio por Alfredo Alvar. El escrito, al que ha tenido acceso elDiario.es, acusa a la Junta de “haber mandado al infierno (a los sótanos)” las dos tallas.

El socio asegura que “no hay argumento jurídico” que sostenga la retirada de las obras y lamenta que “la política se haya impuesto a la belleza” por lo que considera “presiones políticas totalitarias”. En la carta afirma que los bustos “únicamente retrataban a personajes históricos de una época lejana” que “no exaltaban sus pretensiones políticas” y reclama que vuelvan a restituirse o, al menos, se dé voz a los socios para que voten. “Es historia no ideología”, remacha.

Otro socio, sin embargo, comparte su “alegría” por la retirada. Cree que el cambio se produjo en verano, pero asegura que no se le ha dado ninguna publicidad por parte de la institución. Lo que sí prevé es que “haya más movimiento” por parte de otros asociados contrarios a la decisión porque “se sabe que hay quienes tienen ideas extremistas”, pero espera “que eso no provoque que tengan que volver a colocar las estatuas”.

El Real Casino de Madrid no ha respondido a las preguntas de este medio sobre las muestras de rechazo o celebración que ha traído consigo la decisión, tampoco a por qué se ha optado por colocar las esculturas de Juan Carlos I y Sofía ni qué se ha hecho con la lápida que homenajea a 150 socios fallecidos durante la guerra, todos del bando de los sublevados y que, según apuntó una portavoz en su momento, se encontraba “en una de las galerías del edificio”. La lápida fue adquirida junto a los bustos con un escudo franquista en lo alto, pero posteriormente fue cambiado por el escudo del Casino.

Cómo llegaron hasta allí

Precisamente a la historia de las obras dedica un apartado la última revista que el club edita para los socios trimestralmente, en la que cuenta cómo llegaron a formar parte de su patrimonio. En la Junta Directiva del 14 de diciembre de 1939 se aprobó adquirir el busto de Franco y posteriormente el casino se puso en contacto con Mariano Benlliure, escultor de ambas piezas, en la que se le encargó el de Sanjurjo, describe la publicación.

“Mientras Benlliure realizaba los bustos, el Casino de Madrid inició una búsqueda de información entre conocidos y mediante anuncios en prensa y radio en los que se recababa información para incluir los nombres de los socios en la lápida” que “perdieron la vida en la zona republicana asesinados en la retaguardia o fallecidos en el frente de batalla durante la guerra”, apunta este capítulo de la revista, en el que se analiza el papel de la institución durante la Guerra Civil.

El Casino le pagó a Benlliure por las tres obras 55.000 pesetas, un montante al que contribuyeron los socios, según recoge el investigador Ángel Llorente en el estudio La construcción de un mito. La imagen de Franco en las artes plásticas en el primer franquismo. Se trataba de “un precio razonablemente bajo para la categoría de escultor”, lo que podría explicarse “por su calidad [de Benlliure] de socio del Casino desde 1898”, según el profesor honorífico de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.

Las piezas fueron inauguradas a las doce de la mañana del 19 de diciembre de 1940 en un “acto solemne” en el que se descubrió el busto de Franco, el “salvador de España” y del “inolvidable presidente perpetuo” del Real Casino de Madrid, el general Sanjurjo, así como la placa que honraba a los 150 “mártires”, según contó el ABC al día siguiente en una crónica que subraya el “fervor entusiasmo” de los asistentes.

Inaugurado en 1836, el Casino fue concebido al calor de las tertulias del café Sólito como un espacio de ocio y encuentro entre las élites de la época. Eran condes y marqueses la mayor parte de sus primeros socios y, tras pasar por varias sedes, el club aterrizó en el número 15 de la calle de Alcalá en 1910.

Ahora los socios disfrutan de un amplio abanico de servicios, desde gimnasio a peluquería, sala de billar o biblioteca pero, sobre todo, el Casino es un lugar en el que relacionarse y aprovechar las redes de contactos para generar oportunidades de negocio y conocer gente. Así, la sociedad promete a sus miembros “numerosos privilegios” y ofrece “exclusivas actividades culturales y sociales”. En general, para ser socio hay que ingresar una cuota inicial de 6.000 euros y casi 100 mensuales, pero hasta el próximo 31 de enero el casino ofrece una oferta de 2.000 euros de entrada para menores de 36 años y 2.500 para quienes estén por encima y no sean hijos ni nietos de socios, sujetos a otros precios inferiores.