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Un futuro tras la patera: el huerto de Cádiz que da trabajo y esperanza a los migrantes
María Alonso
Chiclana (Cádiz), 26 sep (EFE).- Fouad Lamzande tenía 20 años cuando subió a la patera. Al llegar a España, un mar de trabas burocráticas le dejaron en la calle hasta que los responsables de La Petite, un proyecto solidario gaditano, lo acogieron para darle un lugar donde dormir, estudiar y recuperar, en definitiva, la esperanza.
De pie frente a uno de los invernaderos de esta fundación ubicada a las afueras de Chiclana (Cádiz), Fouad explica con la mirada tranquila y la sabiduría de quien ha recorrido un largo viaje que gracias a esta asociación ya ha firmado un contrato de trabajo.
“He tardado dos años en conseguirlo. La experiencia ha sido dura y bonita a la vez, porque cuando llegas a España no conoces a nadie y estás solo en un país con un idioma y una cultura diferente. Pero José y Rocío, los fundadores, me han ayudado muchísimo y se han convertido en mi familia aquí”, detalla el joven marroquí.
Desvía la mirada y cuenta que hay días en los que se pregunta por qué él sigue vivo mientras otras muchas personas pierden la vida en el mar.
“No todos tenemos la fortuna de llegar a la otra parte. Hay quienes se ahogan, se quedan sin gasolina, sin comida o se pierden dentro del mar porque no se ve nada, solo agua. Yo he sobrevivido y sé que es una oportunidad que no puedo dejar pasar”, asevera este joven de 25 años que trabaja como socorrista y está realizando un proyecto de surf en su país.
Los sábados toca reparto en La Petite. A escasos metros de Fouad, Jose González ayuda con la organización de decenas de cajas llenas de lechugas, pimientos, calabazas y tomates que ha cultivado junto a los migrantes en esta huerta de 2,5 hectáreas que recibió el premio como mejor huerto educativo de la provincia de Cádiz en 2023.
Un huerto participativo y ecológico
“Nuestro trabajo principal con estos jóvenes migrantes es darles todo lo que necesitan para que tengan su autonomía: alimentos, habitación, educación y clases de español, pero además les ofrecemos que se formen en el huerto para que cuando cumplan los requisitos legales podamos regularizar su situación y encontrarles su primer puesto de trabajo”, explica a EFE González, cofundador de este proyecto.
Según detalla, ni él ni su pareja, Rocío Martínez -la otra fundadora-, han querido hacer un proyecto “demasiado asistencialista”, sino que buscan que los propios jóvenes a quienes ayudan participen activamente en la iniciativa.
Comenta que La Petite es un proyecto que se enmarca dentro de la Fundación Esperanza en Acción y que ya tienen 150 socios. Cada uno aporta 20 euros mensualmente y a cambio reciben una caja de verduras y huevos ecológicos una vez al mes.
“En definitiva, es un huerto formativo que fomenta la alimentación saludable, la sostenibilidad y el cuidado al medio ambiente”, cuenta Jose González antes de añadir que desde que comenzaron en 2020 han pasado por la asociación unos 20 chicos que tuvieron que salir de sus países por la pobreza, la guerra o la falta de derechos.
Cinco años hasta llegar a España
Apunta Rocío Martínez que cuando los migrantes llegan a La Petite algunos han pasado siete años viviendo en la calle, otros han perdido a familiares mientras migraban y, según lamenta, muchas veces ven cómo mueren compañeros y viven situaciones “muy trágicas” que, a su juicio, no deberían estar pasando.
Abdou Ceesay, otro de los migrantes que han acogido, cuenta a EFE que tardó cinco años en llegar a España.
“Yo salí desde Gambia y crucé Senegal, Mali, Argelia y Marruecos. Allí cogí la patera y llegué a Lanzarote. Después llegué a Sevilla y ya a Chiclana, donde conocí a Jose y Rocío. Desde que salí de Gambia pasaron cinco años porque crucé el desierto del Sahara a pie, luego en coche, luego andando...”, explica.
Según detalla, después de pasar dos años en La Petite ya ha conseguido obtener el permiso de residencia y actualmente trabaja en una empresa de paneles fotovoltaicos.
“Ya puedo ganar mi sueldo. Ahora mismo estoy bien, feliz y contento, porque creo que todo va a ir muy bien. Aunque ya tengo trabajo, sigo viniendo los sábados para ayudarlos con el huerto, porque nunca olvido lo que han hecho por mí”, expresa.
Con trabajo pero sin vivienda
A pocos kilómetros de La Petite, Tierno Ousmane, un joven de 24 años de Guinea-Conakri dice a EFE que lleva casi seis años en España. Desde que salió de La Petite ha trabajado como cocinero en algunos establecimientos de la provincia de Cádiz y ahora trabaja en el restaurante El Camino de Sancti Petri en Chiclana.
Según asegura el dueño del negocio, Ángel Luis, su actitud es inmejorable: “Quiere avanzar, aprender y comerse el mundo. No podríamos estar más contentos con él”, subraya.
Tierno cuenta que, aunque ya es independiente y tiene trabajo, Rocío lo ha acogido este verano en su casa particular junto a dos jóvenes de Senegal y otro de Guinea Conakry. Aunque los cuatro tienen permiso de residencia y trabajo estable, no han encontrado vivienda.
“Jose y Rocío no solo me han ayudado a encontrar trabajo o vivienda. Me han ayudado a encontrar un futuro”, concluye este joven migrante. EFE
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