“Nunca me he arrepentido de esta decisión”, ha dicho Gisèle Pelicot, en referencia a solicitar que su juicio fuera a puerta abierta, después de conocer las condenas por violación para su exmarido, Dominique Pelicot, y otros 50 hombres por agredirla sexualmente durante una década mientras ella estaba bajo los efectos de medicamentos. Su rostro es el símbolo del mayor proceso por violación mediante sumisión química de la historia judicial francesa. Este jueves, el titular del que la prensa de todo del mundo estaba pendiente era el veredicto del tribunal de Aviñón: la pena de 20 años de prisión para Dominique Pelicot. Pero la palabra y la imagen es la de la mujer que comparte apellido con el condenado, Gisèle Pelicot. La mujer que decidió que el proceso fuera público y que obligó a un país a reflexionar sobre lo que llamó “la banalidad de la violación”.
Sólo unas horas después de conocerse el veredicto y las penas de prisión, Gisèle Pelicot ha hecho una breve declaración ante los periodistas desplazados al tribunal de Aviñón. “Hoy me dirijo a ustedes con profunda emoción”, comenzó, leyendo varios folios escritos a mano. “Este juicio ha sido una prueba muy difícil y, en este momento, pienso ante todo en mis tres hijos David, Caroline y Florian”. Presente en casi todas las audiencias desde el comienzo del proceso, afirmó que sus pensamientos también estaban especialmente con sus “nietos, porque ellos son el futuro”, subrayando que “es por todos ellos por quienes ha librado esta batalla, así como por mis nueras”.
Gisèle Pelicot también quiso mencionar a “todas las otras familias afectadas por esta tragedia”. “Y pienso en las víctimas no reconocidas cuyas historias a menudo permanecen en la sombra. Quiero que sepan que compartimos la misma lucha”, declaró. También aprovechó el momento para agradecer el trabajo de sus abogados y la asociación de ayuda a las víctimas que la ha apoyado durante el proceso. Preguntada por las penas dictadas contra los 51 acusados, Gisèle Pelicot declaró “respetar al tribunal y el veredicto”. Y volvió a reafirmar la importancia de su decisión de que todas las audiencias fuesen públicas. “Cuando crucé las puertas de este tribunal el 2 de septiembre, quería que la sociedad pudiera asistir a los debates que aquí tendrían lugar. Nunca me he arrepentido de esa decisión”.
A modo de conclusión, quiso lanzar un mensaje de optimismo de cara al futuro en lo relativo a la lucha contra las violencias contra las mujeres. “Ahora confío en nuestra capacidad colectiva para vislumbrar un futuro en el que todos, mujeres y hombres, puedan vivir en igualdad, en armonía, con respeto y comprensión mutuos”.
Como cada día desde el comienzo del juicio, una multitud se había congregado desde primera hora de la mañana a las puertas del Tribunal de Justicia de Aviñón. Imagen habitual a lo largo del todo el proceso, la llegada Gisèle Pelicot fue recibida por los aplausos de la multitud y gritos de “¡Gracias Gisèle!”. En su última declaración, quiso expresar su agradecimiento a esas personas que habían acudido a apoyarla durante los casi cuatro meses de juicio, afirmando que en parte gracias a ellos había podido encontrar “la fuerza para volver cada día a afrontar estas largas jornadas en el tribunal”.
Contra la vergüenza
El juicio duró tres meses y medio. En él se juzgaba al exmarido de Gisèle Pelicot y otros 51 hombres por violarla repetidamente mientras se encontraba sedada por las sustancias tóxicas que le administraba su entonces pareja y padre de sus hijos, Dominique. Todos han sido declarados culpables. Los cinco jueces del tribunal penal de Aviñón han condenado a Dominique, de 73 años, a 20 años de prisión, la pena máxima posible en Francia y la que había solicitado la fiscalía. El resto de los acusados de participar en esas violaciones han recibido penas de hasta 12 años de cárcel, por debajo de entre los 10 y 18 que había pedido la fiscalía para ellos.
Al principio, en Francia varios medios de comunicación comenzaron a hablar de “el caso de las violaciones de Mazan”, por la localidad en la que tuvieron lugar los hechos. Pero Gisèle lo convirtió en el caso Pelicot, apellido que comparten la víctima y el principal acusado. Cuando un abogado le preguntó las razones por las que lo seguía usando públicamente (legalmente ha recuperado su apellido original), Gisèle Pelicot respondió: “Tengo nietos y no quiero que se avergüencen de usar ese apellido. Quiero que estén orgullosos de su abuela. A partir de hoy se recordará a la señora Pelicot y cada vez menos al señor Pelicot”.