El mantra que trajo Esperanza Aguirre a la sanidad: “No le quepa duda de que la empresa privada es más eficaz”
La Comunidad de Madrid gobernada por el PP de Esperanza Aguirre e Ignacio González se entregó durante años a la teoría que proclama la excelencia de la gestión privada sobre la pública. Y la aplicó con especial fuerza al sistema sanitario desde el primer diseño de su plan de infraestructuras sanitarias en 2004. Su mantra, repetido sin cesar, era que la empresa es más eficiente.
El plan venía de lejos en el tiempo alentado por el ministro de Sanidad de José María Aznar, José Manuel Romay Beccaría. Y ofrecido por directivos de la sanidad privada como Antonio Burgueño, quien estuvo en el germen del modelo de privatización hospitalaria de Alzira en Valencia y pasó luego a comandar la dirección general de Hospitales de Madrid, fichado por Esperanza Aguirre.
La propia Aguirre exhibió una y mil veces su ideología pro-privatización. En sus palabras: “El servicio público es de titularidad pública, pero debe ser gestionado por quien lo haga más eficiente. No le quepa duda de que la empresa privada es más eficaz que la pública”. Una afirmación sin sostén en cuanto a la privatización sanitaria se refiere, según ha afeado la Cámara de Cuentas en su anteproyecto de fiscalización que ha adelantado eldiario.es.
La expresidenta del PP de Madrid se aupó al despacho de la Puerta del Sol (sede la presidencia regional) a lomos de hospitales: montó seis semiprivatizados en los que la construcción y cualquier servicio no sanitario está gestionado por la constructora del edificio a cambio de un canon. Luego completó la tanda con otros cuatro totalmente externalizados. La justificación de su plan era que había que “reducir gastos y gestionar la red sanitaria madrileña de manera más eficiente, porque, si no, puede morir de éxito, es decir, puede quebrar”.
Tanto fue así que el que fuera su consejero de Sanidad, Juan José Güemes, convocó a empresarios a una presentación en el hotel Ritz de Madrid en 2008 para ofrecer “las oportunidades de negocio” del plan de infraestructuras sanitarias madrileñas. Güemes, años después, ha defendido en la comisión parlamentaria que auditaba la deuda de la Comunidad de Madrid en 2017 que “la colaboración público-privada es más eficiente en coste y tiempos de ejecución”. Siempre más eficiente.
Cuando Esperanza Aguirre dimitió como presidenta de Madrid en 2012 le sucedió su mano derecha, Ignacio González. Era la época de los recortes a mansalva en las cuentas públicas. González tenía de responsable sanitario a un hombre de FAES, puro neoliberal, como era Javier Fernández Lasquetty. Ante la coyuntura de recesión, Lasquetty vio una oportunidad de aplicar su fórmula: privatización de seis hospitales. Una vez más echó mano del mismo credo: “Esta experiencia previa nos ha reafirmado en la certeza de que la gestión encomendada a una empresa incrementa la eficiencia y reduce los costes”, aseguró en sede parlamentaria. Una afirmación que, a la luz del análisis de la Cámara de Cuentas, estaba vacía de contenido documental que la sustentara.
Incluso, al caer este plan y su diseñador por la protesta social y la acción de la justicia y llegar un nuevo consejero, Javier Rodríguez, bastó con revisar sus declaraciones en la Asamblea de Madrid para encontrar cómo defendía: “Tiene que haber una razón por la cual cuando la gestión es privada tiene mejores resultados que cuando es pública”. ¿Mejor? No aportó pruebas de ello el Gobierno que sustentaba como diputado y del que luego formó parte como consejero.