El Gobierno paraliza la reforma de la Selectividad
La reforma de la Selectividad queda en manos del gobierno que salga de las urnas el 23 de julio. Tras un par de días de incertidumbre ante el adelanto electoral en los que ha consultado a los servicios jurídicos cuál era el mejor proceder con un cambio que ya estaba en marcha, el Ministerio de Educación ha decidido paralizar la aprobación de la reforma que había diseñado de la prueba de acceso a la universidad. Fuentes del departamento que dirige Pilar Alegría explican que lo razonable es que sea el nuevo Ejecutivo, si así lo considera, el que apruebe el Real Decreto.
El Ministerio va a continuar con la tramitación del Real Decreto –las pertinentes consultas a los órganos que deben opinar, como el Consejo de Estado–, que quedará “listo para aprobar en el primer Consejo de Ministros, si así lo quiere el nuevo Gobierno”, explican las fuentes de Educación. Si ese nuevo Ejecutivo es del PP, tendrá que decidir si aprueba una reforma con la que no está de acuerdo o si diseña la suya propia.
Lo que no va a suceder es el aplazamiento que pedían los rectores, que se retrasara la implantación de la prueba al menos un curso más. El nuevo examen empezará en junio de 2024, al menos si depende del actual Gobierno. Fuentes del ministerio explican que la ley contempla que la nueva Ebau entre en vigor el mismo curso que la Lomloe lo hace en 2º de Bachillerato, que es el que comienza el próximo mes de septiembre.
La reforma que plantea el Ministerio de Educación de la Ebau –para adaptar a las reformas educativas que propone la nueva ley una prueba que lleva medio siglo prácticamente sin cambiar– ha sufrido varios bandazos. En un principio el Gobierno propuso un examen que se articulaba en torno a una “prueba de madurez académica” sobre el que pivotará buena parte de la prueba y en la que “se valorarán principalmente las destrezas asociadas al ámbito lingüístico [castellano, lengua propia si la hubiera y lengua extranjera], y que pretende evaluar principalmente la madurez académica del alumnado”. Esta idea fue criticada y finalmente Educación la dejó de lado.
El texto que maneja ahora el ministerio propone que los exámenes de la prueba de acceso a la Universidad duren 15 minutos más que actualmente (de 90 a 105 minutos) y también establece que se crearán criterios de corrección comunes para ahondar en una cierta homogeneización del sistema, la principal reivindicación que hace el PP para la Selectividad. De hecho, los populares quieren una prueba igual a nivel nacional, algo que es prácticamente inviable dado que cada comunidad autónoma es responsable de la mitad de su currículo educativo y la Lomloe los deja especialmente abiertos, por lo que no todos los contenidos se dan en todas las comunidades.
El nuevo modelo de examen ha pasado ya la prueba del alumnado, que lo acogió positivamente. La prueba trata de acercar las preguntas de los exámenes a la vida real, como sucede con la ley. Así, en la prueba piloto que se realizó en Asturias se pedía resolver problemas como ser lo más precisos posible en los tiempos que necesitan los pilotos para adelantarse dentro del circuito Ricardo Tormo de Cheste, calcular los azulejos que hay que adquirir para reformar el muro de una catedral decorada con estrellas mudéjares o ver cómo rentabilizar al máximo las hamacas que colocan los empresarios en las playas en temporada alta.
Rosa Díaz, una de las alumnas que realizó la prueba, calificó el examen de “diferente e innovadora”. “Me parece que está bien. Se aplican más los conceptos a la vida real, que es lo que muchas veces nos preguntamos cuando hacemos ejercicios, que para qué lo aplicamos. Aquí los vemos aplicados, no como conceptos sin sentido”, reflexionaba.
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