El Gobierno se apresura ahora a reintroducir la educación en igualdad que sacó de la escuela
Apretado por el repunte de la violencia de género, el PP busca cómo desandar el camino recorrido y devolver a las escuelas la educación en igualdad que su propio Gobierno sacó. Lo insinuó el secretario de Organización del partido, Carlos Floriano, y lo confirma el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad: de momento la idea es empezar por Primaria. Educación no da información. De momento no se sabe cómo, ni cuándo ni qué contenidos se impartirán. Tampoco en qué asignatura.
Los expertos consultados sí coinciden en que es necesario: “Existe desigualdad. Las relaciones entre niños y niñas son iguales que las de nuestros abuelos y las escuelas reproducen los estereotipos de fuera”, argumenta Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas. “Los valores que el PP metió en la LOMCE son sota, caballo y rey y la sociedad no es la que era hace 35 años”, añade Adrián Vivas, del sindicato CSIF. “Y la consecuencia última de que no haya educación en igualdad es la violencia de género. Si no se toman medidas desde la educación no tiene ningún valor”, opina Francisca López, responsable de organización de mujeres de STES.
Con agosticidad, en su primer verano al mando, el Ejecutivo de Mariano Rajoy modificó primero —y eliminó después en la LOMCE— Educación para la Ciudadanía (EpC), la asignatura con la que el anterior gobierno, socialista, intentó introducir la educación en valores en la escuela. Ciertos módulos de la materia, los que trataban sobre las familias, el aborto, la desigualdad de género o la lucha contra la homofobia levantaron ampollas en algunos sectores conservadores (la Iglesia fue de las que más ruido hizo) contra lo que consideraban “cuestiones controvertidas y susceptibles de caer en el adoctrinamiento ideológico”. Educación —parte al menos— que ahora se pretende introducir de nuevo en las aulas.
Con Educación para la Ciudadanía mutilada salieron de la escuela, por ejemplo, los temas sobre diversidad afectivo-sexual, que tenía un módulo específico. “Ha desaparecido del todo”, explica Francisca López. Pero no es sólo una cuestión de EpC. “La educación en igualdad está desaparecida. Se podía dar en Ciudadanía, pero también en Valores Éticos, que ha pasado a ser optativa y quien curse Religión no la dará”, añade. Una u otra.
Besteiro lamenta que con la retirada de EpC se está quitando el último elemento que permitía cumplir con las leyes (Integral contra la Violencia de Género y la de Igualdad) en materia de igualdad en la educación. “La ley contiene toda una serie de normativas dirigidas a formar a toda la sociedad desde la educación. Habla de introducir la igualdad, la violencia de género y la resolución pacífica de conflictos. No se ha desarrollado nada”, explica.
Más que una simple asignatura
Por razones como esta Besteiro cree que el problema va más allá de una asignatura y atañe a todo el sistema. “Debemos ir hacia un modelo coeducativo. Ahora tenemos una escuela mixta a la que van niños y niñas y debe sustituirse por un modelo en el que se eduque en función de sus gustos, intereses, necesidades, etc. y no atendiendo a que sean niños o niñas”, explica. Aunque sólo fuera por cumplir la Ley Integral contra la Violencia de Género, que así lo estipula. “Pero retrocedemos”, lamenta Besteiro. “Se promueve la educación segregada y se hace con dinero público”, en alusión a que la LOMCE permitirá los conciertos educativos a centros que separan a los alumnos por sexo.
Hasta el propio diseño de los centros atenta con la igualdad, según Besteiro. “Un ejemplo muy ilustrativo son los patios de los colegios, la parte más importante. Todo el centro del patio lo ocupa la pista de fútbol. ¿Quién juega al fútbol? Los niños. ¿Las chicas donde están? En grupos en los lados, observando. Ellas ocupan un espacio lateral, de observadoras, y ellos en el centro, observados”, explica. “Y si la escuela fuera coeducativa jugarían en el espacio central niños y niñas, compartirían espacio y juego. Pero unos aprenden y son socializados en grupo y otras individualmente, en grupos de dos o tres como máximo”, sostiene.
Fernando Gálligo, escritor y psicólogo especializado en igualdad coincide en que “hay mucho que mejorar en el tema de los espacios, los juegos, los materiales educativos, las actividades extraescolares... hasta el profesorado muchas veces sería lo primero a mejorar”, opina.
“Pero no existe formación específica para los docentes”, tercia López. “Ni inicial ni continua, que es la que sirve después para reciclarse. No hay formación ni un programa específico que obligue a tenerla, como sí hay por ejemplo de riesgos laborales”. Más aún, en muchas facultades de Magisterio hay asignaturas de Religión pero no de igualdad, lamenta. Una exigencia parecida plantea Carlos López, secretario general de FETE-UGT. “Es fundamental que forme parte del currículo de la formación inicial”, afirma.
Gálligo sostiene que ni siquiera reintroduciendo lo que se quitó de EpC sería suficiente. Él apuesta por la creación de una asignatura “a lo largo de todo el curriculum, en todas las etapas, adecuado en contenido en formas de tratarlo según la edad evolutiva de los alumnos y las metodologías que llamaría Salud Integral”, se arranca. Gálligo matiza que habla, en su más amplio sentido, de “la salud psicológica, física y social, en el sentido positivo. Aquí iría englobada la igualdad y el desarrollo vivencial del que habla la Constitución sobre discriminación por sexo, raza o religión”, propone.
Y mientras tanto los estudios sobre la mentalidad de los jóvenes señalan que en un porcentaje notable siguen pensando en clave machista. Algunos ejemplos: uno de cada cuatro jóvenes andaluces cree que el lugar de una mujer es en su casa junto a su familia. Seis de cada diez chicas recibe insultos machistas de su pareja o amigos en el móvil o el 80% de los jóvenes cree que la chica debe complacer a su novio.