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La universidad se lo pone difícil a los estudiantes con discapacidad: más abandono según avanza la carrera

Graduarse en la universidad y llegar lo más lejos posible es el último gran reto educativo para los estudiantes con alguna discapacidad. La presencia de este alumnado en los campus, que supone el 1,5% del total de los universitarios, se va diluyendo según se sube por el escalafón: son más en el grado, algunos menos en los posgrados y menos aún en el doctorado, según el IV estudio Universidad y Discapacidad, presentado este jueves en Madrid.

El estudio, realizado por el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi), la Fundación ONCE y el Real Patronato sobre Discapacidad en colaboración con la Conferencia de Rectores (CRUE), pone cifras a este descenso progresivo: los estudiantes con alguna discapacidad suponen el 1,8% del total en los estudios de grado, el 1,2% en los posgrados y el 0,7% en el doctorado.

Teniendo en cuenta que las personas con discapacidad son el 8,5% de la población, podría pensarse que también existe un problema de acceso porque están subrepresentados. Pero no es el caso, dicen los expertos.

“Si nos limitamos a la población entre 18 y 30 años (la franja de población que acude normalmente a la universidad) y no contamos a las personas con discapacidad intelectual, estamos en un momento equiparable”, asegura Sonia Viñas, directora de la Fundación Universia. “Hablamos de un 41% de acceso a la universidad de personas sin discapacidad y un 42,55% de personas con discapacidad”, elabora.

Así que el problema está por el camino. Las propias personas afectadas señalan en el estudio – 1.720 entrevistas a estudiantes con discapacidad– los aspectos que ellos mejorarían: más información, más atención a sus necesidades de igualdad de oportunidades en el aula, mayores ayudas y becas y mejora de la información a los docentes.

Y todo ello sin caer en el paternalismo, según ha explicado Pilar Villarino, directora ejecutiva del Cermi: “Hay una ausencia de normalización de la discapacidad que perciben cada vez más los estudiantes”. Se refiere Villarino al trato que reciben estos estudiantes cuando se coloca su discapacidad como la condición que les define como personas por encima de cualquier otra.

La situación general es agridulce para los profesionales de la materia. “Se ha mejorado muchísimo, pero queda trabajo por hacer”, valoraba Villarino. Los datos parecen corroborar esta percepción. En 2007 había en España unos 7.000 estudiantes universitarios con algún tipo de discapacidad. En 2014 el número se había casi triplicado hasta los 20.000. Y se atascó. Según este último estudio, actualmente son 21.432.

El perfil del estudiante responde al de un varón (51%), con discapacidad física (55,9%) que estudia en una universidad presencial (lo hace el 57,4%) algún grado de Ciencias Sociales y Jurídicas.

Este perfil ya da unas cuantas ideas a considerar, según los responsables del estudio. Por un lado, que existe un sesgo de género aunque haya prácticamente mitad y mitad de hombres y mujeres, si se tiene en cuenta que entre la población universitaria general hay un 60% de mujeres. Este sesgo se debe en parte, según Villarino, al numeroso “abandono escolar en Secundaria por parte de adolescentes niñas con discapacidad”.

Teresa Fernández, consejera técnica del Real Patronato, ha ahondado en esta idea al explicar que el alumnado llega “exhausto” a la universidad tras su paso por la Secundaria. Otro dato a considerar es la modalidad de estudios que realizan los estudiantes con discapacidad. Aunque la presencial es mayoritaria, estudiar a distancia es una opción muy común en este colectivo, mucho más que entre todos los estudiantes. Y este hecho, estudiar a distancia, correlaciona directamente con el abandono por sí mismo, aparte de otras consideraciones: uno de cada dos estudiantes que se matricula en una universidad a distancia dejará el centro sin graduarse.

Por último, los estudiantes con discapacidad apuntan más a lo que ocurre después de la universidad que a su paso por el campus y demandan más apoyo y facilidades para la inserción laboral. Así lo explican algunos testimonios recogidos en el informe: “Todo está perfecto en el ámbito universitario, el problema es la dificultad para entrar en el mundo laboral”, resume un estudiante el sentir de muchos.

Los responsables del estudio han recordado que el Gobierno tiene intención de aprobar una nueva ley de universidades, en la que ponen muchas esperanzas. “Tendrá que recoger los déficits que aún se dan”, afirmó Isabel Martínez, directora del Programa con Universidades y Promoción del Talento Joven de la Fundación ONCE. “Los avances de esta última década tienen mucho que ver con [las disposiciones] de la LOU (Ley Orgánica de Universidades) de 2009, que incluyó por ejemplo la convención de la ONU sobre discapacidad”, ha rematado.