La noticia sobre COVID-19 del inicio del verano es el macrobrote que ha causado más de 1.000 contagios tras unos viajes de estudios en Mallorca. Los afectados son muy jóvenes, algunos incluso menores de edad, así que, según los datos sanitarios, muy pocos sufrirán la enfermedad grave. Gran parte de sus padres, a quienes podrían transmitir la infección, deben tener ya, al menos, una dosis (el 85% de los mayores de 40 la tienen), y sus abuelos la pauta completa (casi el 100% de los mayores de 70). Si esas son los coberturas para personas que sí tienen edades de más y menos riesgo, ¿quién está en peligro ahora mismo en España? La respuesta es que el diseño de la campaña y la tecnología de las vacunas no son perfectos, así que a pesar de los datos, queda gente vulnerable. En especial, en la franja entre 60 y 69: se junta una edad que ya es de riesgo, con que por los plazos de su vacuna de referencia todavía no tienen inmunidad completa en su mayoría.
“Mientras no vacunemos a toda la población, no acabamos con la transmisión del virus” y posibles consecuencias, según José Antonio Forcada, presidente de Enfermería y Vacunas. Todos los expertos consultados, para comenzar, recuerdan que el superbrote de Mallorca, aunque pueda no generar problemas a nivel “macro” en hospitales, sí tensa el sistema de Salud Pública, rastreo y Atención Primaria (está requiriendo además coordinación entre comunidades autónomas, por haber en varias casos asociados). Y también puede suponer sustos a nivel “micro”: son tantos los jóvenes afectados que, por estadística, alguno sí puede acabar, y de hecho ha acabado, en la UCI.
Aparte de eso, en la Asociación Enfermería y Vacunas, que participa en la estrategia nacional, señalan a tres colectivos como vulnerables ahora mismo. Primero, las personas que desarrollan algo de fallo vacunal, puesto que incluso las más eficientes, como la de Pfizer/BioNTech, funciona en un 95% de la gente: entre los 12 millones de personas ahora mismo con pauta completa, podría no tener efecto completo en 600.000. Segundo, aunque pocas, las que no han podido ser vacunadas por problemas de salud (anafilaxia a las vacunas, por ejemplo), o las que son jóvenes y crónicas con patologías pero no han entrado en el plan estatal (solo lo hicieron unas 350.000 con enfermedades muy graves). Tercero, las personas de 60-69 años cuya vacuna de referencia ha sido AstraZeneca/Oxford (Vaxzevria) y que, por los amplios plazos entre dosis, todavía no tienen la segunda. Tienen algo de protección, pero no la total que es ideal que adquieran.
Cubrir del todo a ese último grupo de 60-69 es lo subsanable, y el reto por delante para este principio de verano. A 29 de junio, el 93,7% de los ciudadanos de 60-69 tienen una dosis, pero solo el 41,2% las dos, por esos plazos de 12 semanas de AstraZeneca (de nombre oficial Vaxzevria). Hay por tanto 2,8 millones de personas pendientes del segundo pinchazo. A casi todas les toca entre finales de junio y agosto, sus primeras dosis se comenzaron a poner en abril y se completaron en mayo. Los de 50-59, a quienes ya se les ha puesto Pfizer, Moderna o Janssen/Johnson&Johnson, son más jóvenes que ellos pero tienen cobertura completa en el 70% de los casos, porque sus dosis requieren de menos tiempo (Janssen directamente está aprobada como monodosis). “Se da esa paradoja por tema de los plazos”, insiste Mario Fontán Vela, médico especialista en Medicina Preventiva, “aunque hay que recordar que con todas las vacunas, una dosis te da un grado de protección. No es un todo o nada. Es todo más gradual”.
Para estas personas, su segunda dosis es de AstraZeneca, a pesar de que algunas comunidades se habían planteado darles Pfizer si había escasez de la primera compañía. En España hemos recibido 8,2 millones de dosis de esta farmacéutica, y de ellas hay 1,4 millones guardadas y sin poner. Alguna comunidad, como Madrid, también propusp adelantar la pauta, que se recomienda en España en 12 semanas por ser más efectiva, pero no se ha extendido a todo el territorio.
No en riesgo por el macrobrote, pero sí algo por Delta
Respecto a lo directamente relacionado con el macrobrote de Mallorca, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, indicaba que no esperaban que afectase tanto a personas de 60-69, porque por generación no son por lo general tanto los padres de estos jóvenes, de 16-20 años. Sí han estado en alerta por este colectivo por otro motivo: la amenaza de la variante Delta (la originada en India, la OMS cambió recientemente su nomenclatura). Actualmente, y según el informe semanal del Ministerio, esta variante supone oficialmente cerca del 3% de los casos secuenciados, aunque los números pueden ir con retardo por las limitaciones del proceso, y tener esta mutación ya más presencia. Fuentes de Sanidad explican que no les preocupa demasiado esta circunstancia porque confían en que la vacunación de la segunda pauta de los de 60-69 vaya más rápido que la propagación de Delta.
Un estudio de la agencia británica de Salud Pública, PHE, concluía que tanto Pfizer como AstraZeneca eran solo un 33% efectivas contra Delta tres semanas después de la primera dosis; y un 88% y un 60% respectivamente dos semanas después de la segunda, porcentajes similares a su efectividad con la variante Alfa, la dominante (conocida antes como la británica). Eso sí, en ambos casos, las dos dosis reducían más del 90% las hospitalizaciones. Por eso, interesa cubrir a 60-69 pronto. “Lo que más puede puede preocupar ahora mismo son las personas crónicas más jóvenes, sin vacunar”, dice Pedro Gullón, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología y coautor del libro Epidemiocracia, “y las que tienen una dosis por AstraZeneca. Hay protección inmunitaria, pero no tanta. Deberían estar cerca por fechas de recibir la segunda, y ahí sí que están protegidos de la variante Delta. Hay que animar a intentar reenganchar bien a ese grupo de edad”.
El objetivo: reducir todo aun más
“El problema es que se piensa la pandemia de 0 a 10. Y hay una gama de riesgo de 3, 4”, indica Adrián Aginagalde, director de Observatorio de Salud Pública de Cantabria. En esa comunidad los datos se han disparado en apenas una semana hasta estar de nuevo por encima de 150 de incidencia acumulada. Ahí ahora pelean contra brotes originados en discotecas, que también, como el de Mallorca, están saturando los sistemas de rastreo y pueden provocar casos secundarios entre el entorno de mayores de los jóvenes. Tras eventos así, se tardan entre 10-20 días en saberse si de verdad ha acarreado consecuencias en hospitalizaciones, si ha habido transmisión en domicilios. “Va a ser menos”, insiste, “y sus progenitores estarán al menos con una dosis. Pero alguno puede tener neumonía, y alguno puede terminar ingresando”, por estos agujeros que deja el sistema de prevención.
“Lo habitual, durante la mayor parte de la pandemia, es que ingresase el 11-12% de los casos”, comenta Aginagalde para poner en contexto, “y en en estos momentos, al menos las cifras que nosotros manejamos, está en el 5-6%. Es la mitad de lo que hemos tenido, pero siguen siendo cifras muy considerables, queda trecho. Yo también quiero que esté todo el mundo inmunizado plenamente, pero todavía no estamos en esa fase”.