El 31 de diciembre de 2006 el funcionario Sergio M. M. discutió con su superior. Por razones no aclaradas no le sentó bien un comentario de este, se acabó calentando y le dijo: “Maricón, no tienes huevos, lo que me tengas que decir me lo dices a la cara, no mandes a nadie”. Su superior le denunció. Si Sergio hubiera sido un funcionario cualquiera el asunto no habría pasado seguramente de una falta administrativa y/o económica. O si, por ser un poco más ecuánimes, hubiera sido policía, tampoco. Pero el problema es que Sergio es guardia civil. Y su jefe un sargento. Por eso el insulto le va a costar cuatro meses preso en el penal militar de Alcalá Meco.
Un juzgado militar notificó a Sergio el pasado lunes que tiene 72 horas para ingresar en prisión. Con esta notificación se cierran nueve años desde que Sergio, en un arrebato, insultó a su sargento, según se lee en la sentencia condenatoria. Los hechos ocurrieron cuando Sergio se encontraba en la cocina de la Comandancia de la Guardia Civil en Irún, donde había estado trabajando hasta que su jefe, el sargento en cuestión, decidió relevarle. La nochevieja de 2006, el sargento le vio en la cocina y mandó a un tercer guardia que pidiera a Sergio que abandonara la cocina. Fue entonces cuando, “en un estado alterado y nervioso”, profirió la frase en cuestión.
A día de hoy el guardia tiene 12 años de servicio a sus espaldas y un historial intachable, según explica Juan Antonio Delgado, portavoz de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC). “Es desproporcionado, injusto, arbitrario, doloroso para los compañeros...”, se le acaban los adjetivos.
Recursos rechazados
La defensa de Sergio quemó todas las naves a su disposición para detener el proceso. Recurrió, solicitó la anulación de la pena, su conmutación por servicios a la comunidad o similares, acudió al Supremo y, denegadas todas ellas, pidió el indulto al Gobierno. Nada, nada y nada. En su última sentencia, el Supremo destaca que la frase —el grito— proferido por el guardia es “significadamente ofensiva por injuriosa, afrentosa y desmerecedora” y “en consecuencia constitutiva de delito”. El alto tribunal también establece que “el delito de insulto a superior, además de tutelar la dignidad personal del ofendido, protege, muy especialmente, la disciplina militar, que, en cuanto militares, obliga también a los miembros de la Guardia Civil”. Sergio ingresará en prisión.
La AUGC denuncia lo “retrógrado” que resulta que “un trabajador honrado vaya a la cárcel” por una riña con un superior. No entiende que se juzgue a los agentes con el Código Penal Militar, “como si España estuviera en época de guerra”. Francisco Javier Cecilia, secretario general de la AUGC en Madrid, destaca además que en este caso se está aplicando erróneamente el Código Penal Militar, toda vez que la Guardia Civil tiene un Real Decreto y la Ley Orgánica 11/2007 que especifican que un agente debe ser juzgado por este código cuando están realizando funciones militares o están adscritos a alguna unidad militar, supuestos que no se dan en este caso. El guardia Sergio, destinado en Guipúzkoa cuando sucedieron los hechos, ejercía funciones policiales. “La justicia militar es así, tiene una doble vara de medir”, añade. “Sólo se aplica en estas escalas, cabos y guardias, no en las superiores”, lamenta.
Tanto Delgado como Cecilia coinciden en que está demostrado que el guardia condenado insultó a su superior y que merece algún tipo de actuación disciplinaria. Pero que en ningún caso ésta deba incluir prisión. “En cualquier otro ámbito o un cuerpo policial este tipo de situaciones se habría resuelto utilizando el régimen disciplinario propio, con las sanciones que en él están tipificadas”, explica Cecilia. Ambos denuncian el agravio comparativo de los guardias respecto a cualquier otro condenado: “Cualquier persona sin antecedentes que sea condenada a menos de dos años de prisión no pisa la cárcel”, explican.
Delgado concluye con una reflexión. “La aplicación del Código Penal Militar es un suicidio para los guardias. Estamos en la calle, vemos lo que vemos o lo que se lee en los periódicos cada día, y uno piensa que cómo es posible que por discutir con un superior te metan en la cárcel”, afirma. Pero el guardia sabía a lo que se exponía cuando ingresó en el cuerpo, se podría cuestionar. “Uno se presenta porque le gusta la profesión, piensas que el Código se aplicará para impartir justicia, no para una injusticia”, responde.
El caso de Sergio no es el primero ni seguramente será el último de un guardia que acaba entre rejas por insultar a un superior. Según la AUGC, en estos momentos se desarrollan al menos otros dos proceso contra dos agentes más en Tenerife y en Sevilla.