Apenas cinco días después de que José María Gil Tamayo, el portavoz de la Conferencia Episcopal –el órgano formado por los obispos que dirige la Iglesia española– apuntara la necesidad de “aliviar la carga” en 13TV, la cadena comienza a tomar decisiones ejecutivas.
Con la primera de ellas, los obispos se han dado un plazo de dos años para reflotar 13TV, con unas deudas que superan los 60 millones de euros en cinco años, el triple del presupuesto anual de la cadena (unos veinte millones anuales). La segunda, que ahonda también en el ahorro de costes, es la apuesta por la sinergia definitiva con la radio COPE, también de la Conferencia Episcopal.
Así se entiende que Julián Velasco, actual presidente de 13TV –y hombre de la total confianza de Fernando Giménez Barriocanal, presidente de COPE y gerente de la Conferencia Episcopal– haya anunciado la contratación del actual jefe de informativos de la emisora de radio para ejercer el mismo cargo en la cadena de televisión (José Luis Pérez). Ello implica la defenestración de Alfredo Urdaci, que se suma a las de María Royo y Nieves Herrero.
A partir de ahora, el rumbo de 13TV pasa por abandonar la competencia con las grandes cadenas en informativos y apostar más por la programación socio-religiosa, dando más relevancia a las audiencias papales, los viajes de Francisco y programas como Periferias o Misioneros por el mundo.
La cuestión de los despidos
En los informes preliminares para resolver la situación de la televisión de la Iglesia, sí se hablaba de despidos masivos en 13TV. Sin embargo, en la reunión del ejecutivo de la primera semana de junio, los cuatro cardenales presentes (Osoro, de Madrid; Cañizares, de Valencia; Blázquez, de Valladolid y presidente de la CEE; y el neocardenal Omella, de Barcelona), se negaron a que en la cadena episcopal se produjera una “sangría” de empleos, apelando a la doctrina social de la Iglesia, que aboga por unas condiciones de empleabilidad consecuentes con la dignidad de la persona, según confirman varias fuentes a eldiario.es.
“Se nos hubiera caído la cara de vergüenza”, señala uno de los prelados presentes en la reunión. Tras la rotunda negativa de la cúpula episcopal, el equipo de Barriocanal optó por el plan B: aligerar el peso en el presupuesto de algunas de sus estrellas, y no renovar la práctica totalidad de los contratos que concluían en junio. Al tiempo, se ha acordado buscar sets de grabación de alquiler en Madrid, para reducir los gastos que genera la sede de 13TV en Pozuelo de Alarcón y los viajes de invitados y personal.
La llegada de José Luis Pérez, director de informativos de COPE y ahora de 13TV, es el movimiento natural de las sinergias entre la radio y la televisión episcopales, que tuvo su origen en el nombramiento de Giménez Barriocanal como presidente de 13TV en diciembre pasado. Tres meses después, y tras elaborar un informe de gestión, Barriocanal colocó en la presidencia a su principal colaborador, Julián Velasco, encargado de ejecutar el mismo.
En dicho informe se identificaba a 13TV como “una televisión eminentemente política con una marca definida en la derecha”, con un perfil “culturalmente pobre” y que “no es plural desde un punto de vista religioso”. Al tiempo, se recomendaba “un cambio de guión” en la cadena, especialmente en tiempos del papa Francisco. La idea de emitir ahora más programas socio-religiosos va en este sentido.
Después de varios meses de debate, los obispos han aceptado el plan presentado por Barriocanal y Velasco, que se basa en dos aspectos: el primero, el económico, que deja resultados desastrosos. En apenas cinco años de vida, 13TV ha perdido más de 60 millones de euros, pese a que el Gobierno (con Soria como ministro) le concedió en 2015 una licencia TDT, lo que le ahorró tener que alquilar la frecuencia, y pese a mantener una audiencia considerable entre las teles minoritarias (2% de media).
El reparto publicitario entre las cadenas con más audiencia (A3Media y Mediaset se llevan el 90% de la tarta publicitaria) hace que una televisión como 13TV no pueda competir en plano de igualdad, justifican los responsables de la cadena, obviando que los datos de espectadores de las grandes televisiones son muy superiores.
De ahí justifican el plan de los despidos: aunque en un momento se llegó a hablar de una reducción de hasta el 80% de la plantilla, tanto el Comité Ejecutivo del Episcopado (reunido a primeros de junio) como la Comisión Permanente (que debatió el tema la semana pasada) echaron para atrás esta medida. Habrá despidos, pero sobre todo no se renovarán contratos.
El Popular y Cerezo, entre los accionistas
Preguntado sobre el particular el pasado viernes, el portavoz Gil Tamayo aseguraba que “la Conferencia Episcopal quiere seguir adelante, con convicción en este proyecto”, si bien admitió las “dificultades económicas fundamentales” por las que pasa la cadena episcopal, propiedad en un 81% de los obispos. En 2016, el resto, al menos hasta la caída del Banco Popular, se repartía entre dicho banco, pequeños accionistas y el empresario y presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo.
Respecto a la línea editorial, el equipo de Barriocanal quiere apostar por el “modelo COPE” para la cadena de televisión, pero se ha encontrado con varias dificultades, especialmente en el caso de sus estrellas, como Carlos Herrera, Manolo Lama o Paco González. La negativa de muchos de ellos, ya fuera por sus compromisos con otras cadenas, o por la falta de sintonía con el proyecto televisivo, ha impedido que las sinergias anunciadas, hasta ahora, se convirtieran en realidad, y apenas se produjeran dos entrevistas de Carlos Herrera.
Sin embargo, el nombramiento de José Luis Pérez hace pensar en la idea de Barriocanal de apuntalar el trabajo de grupo entre COPE y 13TV para la próxima temporada, en la que se espera que algunos profesionales de la radio puedan intervenir en la cadena de televisión. El presidente de COPE no ceja en su empeño de que Herrera o Ángel Expósito puedan colaborar, incluso con un espacio propio, en 13TV.
“Los obispos no han considerado abandonar el proyecto de 13TV, porque no está muerto, está vivo, con dificultades, pero con una palabra que decir en la sociedad española”, anunciaba Gil Tamayo este viernes. De momento los obispos se han dado dos años para que el proyecto despegue con estas nuevas directrices, antes de decidir si enterrarlo o no.