Guía para entender los cambios en las pruebas de final de curso si eres estudiante de instituto

Quedan dos meses para que acabe el curso, el primero de implantación completa de la Lomce y un año cuajado de enmiendas al diseño educativo que montó el exministro José Ignacio Wert. En los últimos meses, el Gobierno ha firmado reales decretos que modifican a otros en una montaña de cambios de última hora hechos sobre retoques anteriores. Uno sobre el otro, empezando por la suspensión de las reválidas anunciada por Rajoy en noviembre y acabando en los cambios en los requisitos para titular en ESO, todavía en fase de proyecto. 

Si eres estudiante de instituto, te afectan todas estas modificaciones in extremis. Estas son las claves para no perderte en lo que pasará en este peculiar final de curso.

Si soy estudiante de 4º de la ESO, ¿tengo que hacer la prueba de la Lomce?

No. No todos tendrán que presentarse a la prueba. Solo los seleccionados por cada comunidad autónoma, que se encargará de elaborar sus propias preguntas sobre unos estándares comunes. José Ignacio Wert concibió esta evaluación como una especie de Selectividad pero en Secundaria, cuyo aprobado era imprescindible para sacarse el título de ESO. El actual ministro de Educación Íñigo Méndez de Vigo corrigió a su antecesor en el cargo y decidió con el respaldo de los gobiernos regionales que la prueba solo la hiciera una muestra de alumnos y alumnas de cada región y que no tuviera efectos académicos, solo diagnósticos. Es decir, que si te toca hacerla, no contará ni para tu expediente ni tampoco condicionará tu paso a Bachillerato o un ciclo de Formación Profesional.

¿Se sabe ya qué estudiantes serán seleccionados para hacerla y cuándo?

A estas alturas de curso, aún no. La orden ministerial que desarrolla estas pruebas no está aprobada todavía pese a que está previsto que se realicen entre mayo y junio. Se encuentra en fase de borrador, por lo que las comunidades no tienen confirmado cómo deben hacer su selección de centros y alumnado para la evaluación, cuyo diseño aún no está cerrado, además. El resultado de los cambios de última hora es que a un mes de la prueba los estudiantes que tienen que hacerla no lo saben.

Este borrador de orden ministerial, que se aprobará en las próximas semanas, no recoge ninguna indicación ni cuantitativa ni cualitativa sobre cómo debe ser la muestra, más allá de que sea “suficiente”. Con estas directrices, las comunidades pueden excluir de su selección a los estudiantes con necesidades educativas especiales o incorporación tardía al sistema, lo que no ha gustado al Consejo Escolar del Estado, que dice en un dictamen bastante crítico también aún en fase de borrador que esta posibilidad puede “alterar” la capacidad de diagnóstico real del examen para hacer “comparaciones homogéneas”. El Ministerio justifica que para evaluar cómo funciona el sistema –el objetivo último de estas pruebas, según la Lomce– no hace falta incluir a estudiantes que siguen programas personalizados.

¿De cuántas materias tengo que examinarme? ¿Hay que aprobar?

Si te toca, habrá cuatro exámenes. Y no, no hay que aprobarlo porque los resultados no tienen efecto en la vida académica de los estudiantes. El diseño de la prueba final de Secundaria ya se ha cambiado varias veces desde que Méndez de Vigo es ministro. Inicialmente iba a ser un examen tipo test, homogéneo en todas las comunidades y vinculante para obtener el título. El Gobierno aprobó un real decreto en julio del año pasado en el que aún la prueba tenía el estatus de reválida y constaba de siete partes correspondientes a siete materias.

Una vez paralizadas en el mes de noviembre, el Ministerio aprobó otro real decreto para modificar el anterior y está ultimando la orden ministerial que reduce a cuatro el número de exámenes: Lengua Castellana y Literatura, Matemáticas, Geografía e Historia y Lengua Extranjera. En las regiones que tienen lengua cooficial, esta formará también parte de la prueba.

¿Quién corrige los exámenes?

La orden ministerial deja en manos de las comunidades autónomas la designación del personal que estará en las aulas durante el desarrollo de la prueba y luego la corregirán. Dice que sean “preferentemente” funcionarios externos al centro, la idea que tenía Wert para unas evaluaciones que se han desmontado casi por completo tras su marcha a París. Madrid, por ejemplo, sí tendrá “aplicadores externos”, como confirma la Consejería de Educación.

Pero no todas las regiones lo harán así. El año pasado este punto fue objeto de polémica porque varias comunidades contaron con profesores del propio centro para vigilar las pruebas de Primaria, que se hicieron por primera vez el curso pasado, y el Ministerio les pidió explicaciones por escrito.

Entonces, ¿qué me piden para poder graduarme en ESO?

Para obtener el título no es necesario que apruebes todas las asignaturas ni que la nota media llegue al cinco. Esto último es nuevo, y de hecho aún no es oficial porque forma parte de un borrador de real decreto que está redactando el Ministerio y que supone volver a una situación similar a la que había con la anterior ley educativa, la LOE socialista.

El gran cambio es el relacionado con la nota media, pues la Lomce establece un mínimo de cinco que ahora se va a relajar. El Consejo Escolar del Estado va a pedir al Gobierno que “reflexione” sobre esta decisión antes de incluirla en el real decreto porque genera una “circunstancia anómala”: los alumnos y alumnas pueden salir del instituto con un título en el que pone que su nota es un suspenso. 

Se mantiene la posibilidad de pasar a Bachillerato con hasta dos suspensas siempre que que no sean simultáneamente Lengua Castellana y Literatura y Matemáticas. Con la LOE el número podía ascender hasta a tres en “casos excepcionales”. El escenario es bien distinto al que tenía en la cabeza Wert y que pasaba no solo por más de un cinco, sino por una reválida obligatoria al final de la etapa que dejaba sin título a los que no la pasaran.

¿Y para obtener el título de Bachillerato?

En el caso de la etapa posobligatoria, la Lomce establece –y el borrador de real decreto, también– que todas las asignaturas cursadas durante los dos años tienen que tener “evaluación positiva”, igual que pasaba con la LOE.

¿Para qué sirve el examen que ha sustituido a la reválida paralizada?

Es una prueba muy parecida a la antigua Selectividad llamada Evaluación de Bachillerato para Acceso a la Universidad (EBAU) a la que solo tendrán que presentarse los alumnos y alumnas que quieran ingresar en un Grado. En algunas comunidades la prueba se ha denominado EvAU (Evaluación de Acceso a la Universidad).

Presentarse no será necesario para obtener el título de Bachillerato, un escenario lejano al planteamiento inicial que nunca llegó a aplicarse y requería a todos los estudiantes el aprobado en la reválida para titular, independientemente de si querían o no continuar sus estudios.

¿Se parece a la antigua Selectividad o es muy diferente?

Respecto a la extinta Selectividad, se mantiene la estructura y la ponderación de la nota, con un peso del 40% (el otro 60% es la nota media de Bachillerato). La evaluación incluye exámenes de las materias troncales del último curso –y no también de 1º como estaba previsto– y de dos específicas de cada itinerario (llamadas “de opción”) pero solo de forma voluntaria para subir la nota hasta 14, como ya se estaba haciendo en los últimos años. La calificación de la EBAU tiene que ser superior a cuatro puntos y la media con la nota de Bachillerato, igual o mayor que cinco.

Por el camino se quedan muchas cosas. La más importante: la reválida tipo test para toda España que pensó Wert y que contaba con el rechazo de rectores y comunidades autónomas pasa a la historia, pero también la posibilidad de que las universidades hagan una segunda prueba a los estudiantes que quieran ingresar en sus aulas.