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El Panel de Expertos de la ONU sobre Cambio Climático recibió el encargo tras el Acuerdo de París de evaluar la relación entre el uso del suelo y el calentamiento global de la Tierra. Este jueves ha publicado sus conclusiones que dejan clara una cosa: hay que transformar la manera en que los humanos obtienen los alimentos para salvar el planeta de los efectos de la crisis climática. Y eso implica cambiar su dieta.
Cómo influye la comida en la crisis climática
¿La comida? Tras años y años abordando la emisión de gases de efecto invernadero para generar electricidad en centrales térmicas o el uso de hidrocarburos para el transporte, la ONU dice que es preciso cambiar la forma de producir alimentos. La ciencia indica que, al menos, un 23% de los gases responsables del cambio climático provienen de esa forma de obtener la comida: sobre las 10 gigatoneladas de la tasa anual de emisiones que supera las 42. El IPCC ha calculado que la cantidad de gas que todavía se podría emitir para contener el incremento de la temperatura a 1,5ºC es de 570 Gt. Si no se atajan todos los focos, los números no dan.
Carne, pero de otra manera
Los expertos no declaran expresamente “deja la carne”. Su mensaje es que “hay ciertas opciones de dieta que imponen mayores necesidades de suelo y agua y causan más emisiones de gases”. Para los productos animales piden que se consuman los que utilicen sistemas con menores demandas de energía (que, a su vez pueden lanzar más CO2). Las explotaciones intensivas utilizan más agua y más electricidad que las extensivas. Las extensivas, eso sí, precisan más terreno. Es una ecuación complicada obtener el mismo volumen de productos animales con técnicas más extensivas. Por tanto, consumir productos animales obtenidos con sistemas que usen menos energía, como pide el Panel, implica un consumo menos intensivo de carne
Garantizar que hay comida
Es una vía de doble sentido. Los métodos de producción exacerban la crisis climática y los efectos del cambio climático ponen en riesgo el suministro de alimentación. Afecta a toda la cadena: la cosechas son peores así que hay menos comida disponible. Eso empeora el acceso a la comida: hace más caros los alimentos. Además, los propios alimentos son de peor calidad.
Degradación del suelo
El uso intensivo del suelo lo arrastra a su degradación: deforesta, aplica grandes cantidades de fertilizante y multiplica el ganado. El suelo tratado así se convierte de almacén de gases a emisor de gases. Pero, además, los expertos han obsevado que el terreno explotado bajo estas premisas tienen a degradarse. Son más vulnerables. Y dejan de producir. La ONU recuerda que hace falta seguir utilizando el terreno para obtener comida por lo que agotarlo es mala política. “Hay un límite en lo que puede hacerse. Algunos efectos pueden ser irreversibles”, aclara el IPCC.
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